Escritora barcelonesa, traductora en los ratos libres que - ¿afortunadamente? ¿desgraciadamente? - son pocos. Adicta a los productos mass media y fascinada por la evolución de las tribus urbanas, las dinámicas sociales en internet, la evolución del lenguaje a través de las redes sociales... No, si resultará que soy una socióloga en potencia. Pero solo en potencia, porque mi área de estudio sigue siendo la comunicación audiovisual.

Vi La Princesita a los seis años y vivo con la ferviente creencia de que “todas somos princesas”. Con trece años leí Harry Potter y me caí por el agujero de conejo de la escritura, no tengo intención de salir de aquí.

A los quince vi El Fantasma de la Ópera y procedí a enamorarme del teatro musical.

Cuando cumplí veinte años Cómo entrenar a tu dragón me demostró una vez más que el cine de animación no es únicamente para niños.

Estaba entrada en los veinticinco cunado me calcé las botas e hice el Camino de Santiago y viví una de las experiencias más aleccionadoras de mi vida.

Tenía veintiséis el día que vi pasar a un león a dos metros de distancia. Por ese entonces hacía veinte años que era adicta a los viajes. Es una condición crónica que tengo. No creo que lo supere.