Empieza por el principio - dijo el Rey con gravedad - y sigue hasta llegar al final; allí te paras.
(Lewis Carrol, 'Alicia en el país de las maravillas')
El otro día quedé con dos amigas mías: Luisa y Clara. Las tres somos seguidoras de una serie cuyo último episodio había acabado en un momento de mucho suspense (cliffhanger) y Clara y yo no tardamos en entrar en una animada discusión sobre previews, easter eggs, paralelismos y fan-theories que no tardó en incluir ships y sus consecuentes ship-wars, escándalos y fandom-dynamics. Unas horas antes de encontrarnos, Clara había pasado un par de horas enfrentándose a troles por Twitter y yo había encontrado unos gifs sets adorables, por no hablar de la cantidad de fanfic que el episodio había provocado.
Luisa se había quedado muda, para ella era como si Clara y yo hubiésemos empezado a hablar una lengua completamente diferente. ¿De qué estábamos hablando? ¿Qué son todos estos anglicismos y palabras inventadas con las que estábamos salteando nuestra conversación?
Estos misteriosos términos forman parte del vocabulario habitual de aquellos fans que pertenecen de forma más o menos activa al mundo del fandom.
No hay necesidad de alarmarse, no es una secta.
Fandom es una palabra que tiene su origen en la lengua inglesa. Se conforma por “fan” y el sufijo “–dom” y se refiere “al conjunto de aficionados a algún pasatiempo, persona o fenómeno particular”. Luisa, Clara y yo somos ‘fans’ (aficionadas) a nuestra serie y por lo tanto, técnicamente las tres formamos parte del fandom de la misma. ¿Basta con ser fan de la serie para pertenecer al fandom? La respuesta es sí. ¿Por qué entonces desconocía Luisa todas esas místicas palabrejas que Clara y yo usamos día a día? Porque ella no participa activamente en el “mundo fan”.
Si simplificamos la cuestión al máximo podemos afirmar que el mundo este existe principalmente en las redes sociales (Twitter, Tumblr, Facebook, etcétera) y en páginas web, tanto oficiales como fan-webs o fan-pages (creadas por fans para fans).
El mundo del fandom también existe en el mundo offline: los fans se reúnen en convenciones de mayor o menor tamaño, algunas de ellas mundialmente famosas (ej. San Diego Comic-Con), otras más pequeñas y locales (ej. Expotaku). Pero esto es algo para otro momento.
Quedémonos en el mundo online por ahora. Gracias a internet y a las redes sociales, así como a la creciente velocidad y universalidad de las conexiones, conectarse –valga la redundancia - con el fandom es cada vez más sencillo. Una vez ahí, ¿qué se hace?
Bien, el objetivo principal es el de acercar a personas con el mismo interés. Hay páginas especializadas en un único fandom, por ejemplo Pottermore, en las que se hablará únicamente de temas relacionados con el universo potteriano (de Harry Potter). Otras páginas son “multi-fandom”, y, por lo tanto, se tratan diferentes fandoms.
Una vez dentro de las páginas, los fans comparten creaciones (fan creations) y especulaciones (meta). En estas dos grandes vertientes una de las prácticas más conocidas es el shipeo.
Shipear consiste en crear ships (parejas) a partir de dos personajes dentro del fandom. El ship puede ser canon (estar reconocido dentro del ‘texto’ original) o no canon. Por ejemplo, dentro del fandom de Harry Potter se puede shipear a Harry/Ginny (sería un ship canon, porque los personajes son pareja en el texto original) o a Harry/Draco, el cual es un ship no canon. Cada ship tiene sus shipers (fans que lo secundan) y, curiosamente, su nombre propio, que consiste mayormente en unir los nombres de ambas partes del ship para crear uno nuevo. Continuando con el ejemplo tenemos al ship Hinny (Harry/Ginny) y al ship Drarry (Harry/Draco). Las combinaciones son muchas y muy variadas. Como en muchas cosas dentro del universo fan, el límite lo pone la imaginación de cada uno. Posiblemente como un guiño a los fans y a esta práctica, algunas películas y series incluyen este tipo de nombres en sus narrativas.
No puedo dar una razón concreta por la cual los fans dedican su tiempo a shipear. Algunas teorías al respecto hablan de que se trata de una forma de romper con los cánones establecidos y encontrar representación.
Me explico: en los medios tradicionales se suelen encontrar una serie de personajes tradicionales. Lo más habitual es que los héroes de las historias sean blancos y heterosexuales, con un número superior de hombres que de mujeres en posiciones de liderazgo. Esto es un hecho influenciado por muchísimos factores, entre ellos los intereses financieros y convencionalismos de lo que en fandom se conoce como “the Powers that be” (los poderes establecidos). Cuando un fan se refiere a TPTB está hablando de los creadores del contenido (productores, directores, editores, etcétera.) Todos aquellos que tienen algo que decir a la hora de crear un ‘texto’ que después se convierte en una base de fandom.
Como es natural, TPTB tienen una ‘agenda’ propia independiente de los intereses del fan y unos intereses propios (ganar dinero se considera el principal). El entorno fan se encuentra apartado de este interés por el hecho de que la mayoría de fandoms y la mayoría de fans están ahí sin ánimo de lucro. Sus creaciones y teorías las comparten por amor al arte (nunca mejor dicho), lo cual les da una libertad que, pongámosle, un guionista o un productor televisivo no tienen.
La creciente importancia de estas comunidades ha llevado a mucha gente a estudiar el fenómeno a nivel sociológico y económico. Se han escrito libros, grabado podcasts y hecho encuestas analizando las diversas facetas del fandom. Lo que he explicado aquí no es más que la punta del iceberg, un plano general para presentar el escenario. En mis próximos artículos escribiré en más detalle sobre diferentes facetas del mundo fan, centrándome principalmente en fanfic – ¿qué es eso? Tendréis que esperar al mes que viene para averiguarlo. Mientras tanto, si estáis interesados en saber más, recomiendo escuchar el podcast Fansplaining por la investigadora Flourish Klink y la escritora Elisabeth Minkel (desgraciadamente sólo en inglés).