La palabra danza significa movimiento.

El universo se mueve constantemente con una apariencia regular en tiempo y espacio, a través del ritmo y la frecuencia.

La existencia es un continuo desplazamiento, una danza eterna.

La energía se distribuye para encontrar el centro y en lugar de integrarse busca expandirse.

Movimiento – Dos fuerzas opuestas que buscan unirse de nuevo, generando gran cantidad de energía.

Siempre que algo se divide en dos provoca una reacción en cadena y convoca a las futuras estructuras a reubicarse.

En la ciencia este movimiento constante que nos conduce desde el orden hacia el caos se denomina entropía.

Esto es una red, cada movimiento genera efecto dominó, los fractales de multiplicación se tensan para que la parte anterior siempre vuelva a su estabilidad – Sintropía.

El universo se dirige hacia el orden y hacia el desorden al mismo tiempo.

A mayor expansión, mayor orden.

Todo movimiento tiende a buscar un patrón, una métrica pura para tratar de encontrar un equilibrio con el objetivo de ahorrar energía.

La vida es en principio un caos de compuestos químicos, sin embargo, nuestro cuerpo tiene un orden perfecto.

Dos tetraedros conforman un cubo, el cubo que se divide en sus caras crea un dodecaedro, uniendo así los doce puntos, creando un icosaedro, y así eternamente con nuevos tetraedros.

Esta es la estructura del todo en multiplicación y división, en estas líneas se mueve la consciencia.

Neurona con neurona.

Vértice con arista.

Nuestro sistema biológico está diseñado para recibir datos en formación a través de los nodos, las neuronas reciben datos a través de los sentidos.

Esa información de afuera será administrada en paquetes de información, buscando en lo que estoy sintiendo algo parecido sobre lo que está registrado.

En la geometría ocurre lo mismo, cuando llega un dato se intenta encajar en la figura correspondiente, si no encaja se rechaza lo que viene o se crea una nueva forma.

Por resonancia se explica que cuando suena una música determinada que se encuentra en armonía con nuestra vibración, nuestro cuerpo necesite moverse.

No es que lo quiera es que lo necesita.

A lo largo de millones de años de evolución todas las partículas positivas, negativas, activas o pasivas van a buscarse para poder generar más energía.

Cuando empezamos a convertirnos en seres reproductivos, ese concepto positivo y negativo se va a denominar macho o hembra.

Si contemplamos la naturaleza, observaremos que utiliza el color, el sonido y el baile para atraer a esa otra parte.

Muchos pájaros y animales utilizan este movimiento para atraer al otro, los humanos también.

En la búsqueda de la reproducción la forma de movimiento genera una atracción en el género opuesto.

Si en grupo se lograba algo importante, se convertía en una celebración con danza grupal, movimiento armónico, sentimiento de tribu.

Posteriormente se decía que para poder cazar con precisión había que imitar los movimientos de la naturaleza, imitar el caminar de los animales o el movimiento de los árboles, así lograban entrar en resonancia con ese objeto o animal.

Surgen las danzas sagradas, en algunas culturas se crearon bailes, en otras artes marciales. Empezaron a perfeccionar el movimiento con métricas, patrones, estructuras, empiezan a darse desplazamientos específicos que generaron códigos concretos.

Así entendemos que las manos, los brazos y todo el cuerpo comienza a unir patrones y nodos invisibles generando una red geométrica.

La danza en la cultura humana es una forma de conectarnos con la información de nuestra alma.

La danza busca poner orden a ese movimiento que se expande, es una forma consciente o inconsciente de traer sintropía a la entropía.

La danza es el viento que mueve la escultura, es la rotación en espiral de las galaxias, es la arquitectura orgánica, la danza es la intuición física del universo.