Escucharlos en vivo cantar y actuar es una experiencia para ser vivida en primera persona. La puesta en escena que generan no sólo es atrapante sino vinculante, de interactuar con el público, interpelar, empatizar, generar emoción por sensaciones que nos tocan a todos. Así fue cómo lo sentí cuando los escuché por primera: una murga estilo murga uruguaya en la provincia de Tucumán.
Con esta iniciativa quise indagar un poco más acerca de cómo es que se gestó este grupo de artistas, qué los moviliza. Qué hay dentro de la murga. Para ello me junté con el fundador de Pa’Ladrar Fino, Carlos Seleme. También conocido como Carlitos –es ineludible no llamarlo por el diminutivo–.
Cuando le pregunté “¿cómo es que te definirías ante los lectores de estas líneas?”, la respuesta fue sustancial al decir que se definiría como “un artista en búsqueda, constante no anclado en algo en especial porque pasé por la percusión, pasé por el canto, el teatro; y terminé cayendo en la murga en Pangea (bar-cooperativa en la ciudad de San Miguel de Tucumán), laburando seis años ahí. Ya había empezado con percusión y todavía no me animaba al canto. Y ahí lavando platos en Pangea había un parlante que venía de adelante que ponían música, de ser un lugar de gente de diferentes lugares, tanto de la provincia, el país o el mundo, sonaba música de todos lados. Enriquecía la cultura musical y, es ahí, dónde escuché “Agarrate Catalina”, que era un show del fin del mundo, los personajes eran las cucarachas que sobrevivirían, y que reunía, en su estilo, todo lo que soy: la percusión, el canto, la comunicación y la política”.
Pero siguiendo la charla me contó que es un género muy sensible porque habla un poco de lo que nos pasa como sociedad, y lo rico que tiene es que cada murga tiene su línea editorial, su forma filosófica de ver el mundo. Y de ahí arrancó. Ya era el año 2017.
Acá entra en cuestión la participación de Jesús Fernández, un cantor uruguayo que vive en Bs. As. y que dicta talleres de murga y canto a oscuras. Con los talleres pudieron armar, en forma paralela, la murga. Algunos conocían el género y otros no tanto, pero de ahí empezó el camino de este grupo de murgueros.
Ya con la iniciativa de juntarse a cantar vino el siguiente paso: la grupalidad –que es lo más difícil, resalta Carlitos–. Empezar a armar la identidad musical del grupo, con la suma de mujeres, que le brindan otra perspectiva y otras enseñanzas. El siguiente paso fue armar la batería que es quien lleva en todo momento la música y, a su vez, armar su propio show.
Cuando le consulte de cuál es su línea o directriz en la murga Pa’Ladrar Fino, ¿va con la idea de interpelar, a través de su show, a la sociedad?, dijo: “sí, pero, ahí hay algo que yo siempre tuve claro, que también era la idea de contagiarlo y creo que lo hicimos pero siempre está en tensión de que no sea una mirada política desde lo partidario, no reproducir discursivamente, sea izquierda o peronismo, que los más cerca que podemos llegar a estar, que esa forma de comunicar no se traslade a la murga”.
“También pueden ser más contemporáneos los conceptos que utilices hoy. Hemos tenido la discusión sobre si usar lenguaje inclusivo o no para cantar. Si eso, estratégicamente, hace que gente se aleje o se acerque a vos. Para mí es un caballo de Troya la murga. Tiene que haber humor siempre. El nombre viene de un chiste interno en el cual se sentían como unos perros ladrando a la hora de cantar y un juego de palabras con el de un paladar fino y sofisticado donde ladran, pero fino; en el que adoptaron el nombre de Pa’Ladrar Fino”.
En su show presentado posterior a la pandemia de 2020, la murga estableció un espectáculo con temáticas sobre la provincia de Tucumán vista desde una agencia de turismo y la de E.S.I. (Educación Sexual Integral), tema muy en boga a nivel país en ese momento. Aun ellos –integrantes de la murga– aprendieron y se informaron para armar su actuación, de tener herramientas para defender los argumentos. Para ello trataron de no cuestionar a quienes pensaban diferente sino sumarlos y poner la discusión en la mesa, debatirlo. Dejar más preguntas que respuestas: ¿cuáles son los desafíos desde nuestro lugar como artistas?
En esto la grupalidad se consolidó con la primera presentación, con nuestro propio vestuario. Dentro se trabajo en comisiones, como una idea de trabajo horizontal. Comisiones de letras, donde arman las letras fusionadas con melodías ya conocidas para adaptarlas al show, de vestuario, arreglos, que un director cohesionaba las puestas en escena según Carlitos.
Lo bueno de la murga es que es una herramienta que te brinda la posibilidad de decir lo que pensás de la sociedad en que vivís y eso es justamente lo lindo, hacerlo a través de la música y la actuación. Comunicar y capitalizar el mensaje que uno trata de transmitir, es un laburo de mucho tiempo pero elegimos este camino para transitar en la vida.