«Si no fuese por él, seguiríamos en ese ridículo dúplex de Pedralbes».
La cita que abre este texto es de una serie catalana llamada Benvinguts a la família (Bienvenidos a la familia) en la que una familia es desahuciada de su pequeño piso y se ve obligada a visitar al padre de la matriarca para pedirle dinero. El abuelo está «podrido de pasta» y vive en una gran casa unifamiliar en un elegante barrio residencial. La protagonista de la serie, Ángela, hace veinte años que no ve a su padre y, cuando llega, junto con su cuñado y tres hijos, se encuentra con que su padre se ha vuelto a casar. Victoria es la segunda mujer del abuelo, una parodia de nuevo rico que, como evidencia la cita, no tiene los pies en este mundo. El personaje de Victoria es extremadamente emocional, estúpido, alcohólico y sufría abuso emocional por parte de su segundo marido.
Cualquier lector podrá asumir que Benvinguts a la família pretende hacer un comentario social, en el que explora la dicotomía entre clases, ridiculizando a los «pudientes» y apoyando a Ángela y su familia. Muchas series como Un día a la vez o Cloud Nine tratan estos temas de inequidad socioeconómica y los creadores han admitido que se inspiraron en series como Modern Family y Shameless para estructurar esta familia «desestructurada».
En mi humilde opinión: el fracaso ha sido catastrófico, especialmente si se pretende comparar esta serie con cualquiera de las mencionadas (algo que no haremos).
Vayamos por partes:
Antes que nada me gustaría aclarar que las opiniones que expondré a continuación se aplican únicamente a personajes de ficción y no son para nada aplicables a la vida real, por la sencilla razón de que un personaje de ficción ha sido creado con el único objetivo de contar una historia y transmitir unos pensamientos/valores, mientras que la vida real es mucho más compleja y depende de muchísimos factores tanto dentro como fuera del alcance de cada uno.
¿Todos de acuerdo?
¡Adelante!
El problema comienza con la historia. En principio la premisa es sencilla: comedia negra en la que la familia de Ángela llega a casa del abuelo, conoce a Victoria y la hija de ésta. Cuando el abuelo llega hay un breve enfrentamiento entre Ángela y abuelo al que le da un ataque al corazón y se muere. Temerosa de quedarse en la calle, Ángela decide mantener la muerte de su padre en secreto hasta comprobar si ella forma parte del testamento. Como no es el caso, la familia se instala de forma provisional en el «casoplón» hasta que encuentren una solución.
Hasta ahí la cosa promete.
El problema es que desde el minuto uno se presenta a Ángela y su familia como una pobre familia que ha sufrido el abuso de la burocracia. ¡Les desahucian sin motivo! ¡Injusticia! Alexa, toca despacito. Echémonos todos a llorar. Etcétera.
Pero… ¿cómo es posible que la familia se vea repentinamente en la calle sin haberse enterado de que se les iba a desahuciar? Una de las primeras escenas de la serie es aquella en la que un señor trajeado viene con una orden de desahucio y media docena de empleados que empiezan a llevarse las cosas del piso.
Exactamente dos minutos en Google me han informado que el banco puede ordenar el desahucio
«desde el primer recibo impagado. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se presenta la demanda automáticamente. En primer lugar, se presenta un requerimiento de pago y se inicia un diálogo entre las partes con el fin de encontrar una solución menos dramática, como la refinanciación de la deuda, el alargamiento del plazo de amortización, la posibilidad de permanecer en la vivienda a cambio de una alquiler social, e incluso, la aceptación de la dación en pago para casos muy concretos«
(Extraído de Abc)
Así mismo este mismo artículo indica que en caso de que el titular de la vivienda tenga a cargo a sus hijos menores de edad, o mayores de edad con minusvalía o ascendientes, se podría encontrar «una solución más llevadera para el hipotecado». Y no estoy diciendo que esto no pueda ocurrir en la vida real (no soy abogada no tengo ni idea de cómo funcionan estas cosas) pero, a simple vista, la información a la que se puede acceder, es que esta situación es exagerada e irreal.
¡Pero (exclama mi amigo del fondo) esto es una comedia! El desahucio es únicamente una excusa para mandar a los pobres personajes a la situación deseada.
De acuerdo. Vale. Pero entonces los personajes tendrían que ser un parangón de ‘buena gente’, ¿no? Para poder poner en evidencia a los engreídos ricos de la urbanización frente a nuestros héroes y remarcar la injusticia ¿no?
Sin embargo desde la primera escena empiezan a aparecer incongruencias. ¿Por qué si la familia vive al límite de la pobreza dos de los tres adultos no trabajan? Y sé que el mercado laboral no es el mejor del mundo, pero en ningún momento se les muestra buscando trabajo, se les oye hablar lo desesperante de su situación, se hace mención siquiera a la posibilidad de que un segundo y tercer sueldo pudiera ayudar a la situación familiar. El hijo mayor de Ángela, Fran, tiene veinticuatro años y se le representa como este personaje híper inteligente (y socialmente incompetente, pero eso es algo de lo que hablaremos más adelante). ¿Qué hace este personaje con su tiempo? No se sabe, es un misterio.
El otro adulto de la casa, el cuñado de Ángela que, desde hace diez años, habita el sofá de la protagonista. Es un antiguo roquero que lo deja todo para estar con Ángela cuando su hermano la abandona. Todo muy loable, pero, aparte de un negocio fallido (que falló hace 10 años y que «le dio demasiado palo dar de baja»), ¿a qué se dedica? Otro de esos misterios de la vida.
Pero bueno, asumamos que la familia está pasando una mala racha. Que su cartero les odiaba y no les trajo las notas del banco pidiéndoles el pago de sus recibos y que han sido víctimas de la mala suerte y un sistema corrupto. Al fin y al cabo no tener un trabajo no es, per se, una característica reprochable.
Pero todo suma y después de seis capítulos (270 minutos de mi vida que nadie me va a devolver), puedo decir que, a excepción de la niña pequeña y, posiblemente la hija de Victoria, ni uno de los personajes merece simpatía. Es más, llegó un momento (allá por el episodio tres, en el que estaba ansiosa por que los pillaran, le quitaran los hijos a Ángela para llevarlos a una casa de acogida y metieran a todo el resto en la cárcel).
Manipulación emocional
Todas las mujeres adultas de esta serie manipulan emocionalmente de forma consciente a los hombres que las rodean.
Victoria se encuentra sin comerlo ni beberlo en un triangulo amoroso y procede a jugar con los sentimientos de ambas partes para conseguir lo que quiere de cada uno de ellos y lo hace sin ningún tipo de impedimento moral, y sin remordimiento. Tiene durante diez años a su cuñado durmiendo en el sofá. Creo que el hecho de no haberle comprado una cama y un biombo para proporcionarle un espacio propio/intimidad es bastante indicativo de su carácter extremadamente egoísta.
Lola, exnovia del cuñado, le manipula emocionalmente para que mantenga relaciones sexuales con ella, le intenta alienar de su familia utilizando sus inseguridades y sentimientos y, cuando no consigue lo que quiere le roba medio millón de euros y desaparece dejando únicamente una nota en la que procede a minar su confianza en si mismo, y su identidad como «hombre» (todo después de que su relación terminara cuando ella le puso los cuernos «por no ser el hombre del que se había enamorado»).
Adela, la vecina cotilla, que no forma parte de la familia, que chantajea emocionalmente a su marido, denegándole favores sexuales hasta que éste accede a creerse sus teorías conspiratorias. Y al que después culpa de por «el ridículo» que sufre cuando estas teorías no quedan demostradas.
Masculinidad toxica
No os penséis ni por un instante que esta serie se contenta con crear a sus mujeres como pequeños monstruos a los que tener miedo, mucho miedo. Sino que también decide perpetrar estereotipos machistas que… en fin. Lo malo es que estos estereotipos no vienen únicamente de la figura autócrata del abuelo (que se muere a los diez minutos de aparecer y por lo tanto es un estereotipo sin ningún tipo de desarrollo). No, vemos estos comportamientos perpetrados por los «buenos» través de uno de los intereses románticos de Ángela, los hijos de la misma, el novio de la hija de Victoria y el Abogado.
Miquel, interés romántico de Ángela. Un individuo con el que la protagonista iba al colegio. Este personaje estaba enamorado de la protagonista cuando iban a clase juntos, pero nunca se atrevió a decir nada, haciéndose pasar por amigo del hermano de la protagonista para poder pasar tiempo en casa de ella. Veinte años después está casado y nada más ver a Ángela decide que continúa perdidamente enamorado de ella. Por lo que decide romper con su mujer (bien), para intentar conquistar a Ángela (de acuerdo). Llamándola repetidamente, incluso cuando ella ha expresado en varias ocasiones que no está interesada (erm…); y apelando a su compasión para conseguir una cinta (y aquí es cuando ya hay que llamar a la policía).
Fran y David, los dos hijos mayores de Ángela. Fran está enamorado de la hija de Victoria, Alex. Pero al ser un pobre «pardillo» y un «friki» no se siente como si tuviese algún tipo de oportunidad con alguien tan guay como Alex. Los problemas empiezan cuando David, que es menos friki y, en teoría «más cool» le convence para que la acose cibernéticamente para «descubrir qué clase de chicos le gustan» y encuentre algo con lo que conseguir romper la relación de Alex y su novio actual. Presentando a Alex más como una presa a la que cazar y menos como un ser humano con sentimientos que tener en cuenta. No solo esto, sino que como audiencia se supone que tenemos que sentirnos mal cuando Fran no consigue a la chica. Porque es un pardillo y se supone que ha de sabernos mal. David además no deja de remarcar que Fran «morirá virgen», haciendo constantemente chistes sexuales a costa de su hermano – algo que le incomoda visiblemente – sin ningún tipo de repercusión por parte de los adultos, sin que nadie en ningún momento le haga reflexionar sobre sus actos.
Y esto es tal vez el mayor problema. Los personajes no aprenden, no evolucionan. Por lo que la excusa de «es un comentario social» no sirve. No sirve, porque no se cuestionan estas convenciones sociales, se perpetran y en el mundo en el que vivimos, con tantas otras obras que consiguen poner en evidencia los problemas de estos estereotipos y llevar a la reflexión sin resultar moralizantes, el hecho de que esta serie fracase tan sumamente no tiene perdón.