Sorpresa. Los huevos se recogían frescos, en el patio de atrás de La Vaquera, nuestra casa en Maracay. Las claras crecían mientras veía a mi mamá batirlas rapidito con una mano y con la otra sostenía el envase grandote. Mi alegría fue infinita la primera vez, cuando al ponerle unas góticas, la espuma dejó de ser blanca como la nieve, para convertirse en azul cielo. Hice lo mismo para mis hijos. Algunos dicen que es arte. Para mí, la cocina es arte, disciplina, tradición, generosidad y sorpresa.
Curiosidad. En casa de mis abuelos en Caracas, mientras mis primos jugaban a lo que querían ser cuando estuvieran grandes -médicos, abogados, maestros, animadores de televisión- yo prefería quedarme aparte, registrando la máquina de escribir. Años después, estudiando idiomas modernos en la Universidad Metropolitana, comencé a escribir historias. Aunque chiquita me decían «¡Niña, no pregunte tanto!», en la Universidad Católica Andrés Bello me convertí en comunicador social. Mi mayor reto ha sido aprender a preguntar.
Trabajé en un periódico y en revistas de publicidad y mercadeo. En el 2005 descubrí la posibilidad de crear un blog y comencé a hacer el primero de periodismo gastronómico en Venezuela. Sin imaginar todo lo que sería aquello para mí, lo bauticé MilSabores y enseguida retomé la profesión, que había puesto en pausa mientras crecían mis tres hijos.
Al año siguiente viajé a un evento en Nueva York para entrevistar a los chefs más famosos de la época y enseguida comenzaron a llegar oportunidades para participar en giras de periodistas cubriendo eventos gastronómicos en otros países.
Me encantaron los vinos argentinos y chilenos; los platos emblemáticos, los artesanos culinarios y cocineros en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y México. Asistí a dos ceremonias de The World's 50 Best Restaurants en Londres y a una de Latinamerica's 50 Best Restaurants, en Ciudad México.
Pasé de escribir en la pc, a la laptop y al celular en pocas semanas y participé en un food tour de tres días en Londres para blogueros de gastronomía residenciados en diferentes países. Al regresar a Caracas, entusiasmada con la idea del turismo gastronómico, desarrollé uno de mis proyectos favoritos: Convertir a los caraqueños en turistas dentro de su propia ciudad con Recorridos MilSabores. Se multiplicaron iniciativas similares y realizamos una alianza con la Cámara de Comercio y Turismo de la Colonia Tovar. Difundir la información sobre esta colonia alemana en Venezuela, su historia, su cultura y sus atractivos turísticos, fue un proyecto fascinante que estuvo lleno de satisfacciones.
A pesar de las protestas, los apagones y luego la pandemia, seguimos mi esposo y yo, organizando los tours gastronómicos en Venezuela. En estos años me he dedicado a mostrar al mundo que, con esfuerzo, perseverancia, talento y mucha creatividad, muchos venezolanos en el área gastronómica salen adelante. Montones de familias viven gracias a su producción y comercialización de postres, chocolates finos, pizzas, hamburguesas, panes y otras creaciones culinarias.
De culturas y valores gastronómicos les estaré contando en Meer.