Tabatha Ayala, Francisco Briceño y Loreana Duran son venezolanos residenciados en México y trabajan en diferentes áreas de la gastronomía. Cuentan que han comenzado su vida nuevamente desde cero y aunque aseguran que el tiempo se les ha pasado volando, también hablan con nostalgia por las reuniones familiares y paisajes que dejaron atrás. Se acostumbraron a los sonidos típicos de la ciudad: el de los mariachis, los organilleros de las plazas, el del fierro viejo, el canto del ciclista que vende tamales por la madrugada o en la noche. Están encantados con el verdor en todas partes, la variedad de plantas, las jacarandas, el Bosque de Chapultepec, el Parque México, el Parque La Mexicana. Al llegar comenzaron a hacer amigos, ese es uno de los retos primordiales. Los tienen mexicanos, de diferentes nacionalidades y por supuesto, forman parte de alguna comunidad de amigos venezolanos.
Loreana Duran es licenciada en comercio internacional, tiene un máster en negociaciones y es analista de políticas públicas. Es sommelier, estudiosa y conocedora del vino mexicano. Se está especializando en enodiplomacia, una estrategia de política exterior donde a través de la industria vitícola se impulsa la cultura y la economía de un país. Escucharla hablar de los vinos mexicanos es un enorme placer, aprender de las diversas regiones donde se están cultivando una gran variedad de cepas y se están haciendo algunos vinos extraordinarios con enorme potencial de exportación.
Tabatha Ayala es intérprete público y traductora. Durante muchos años se dedicó a traducir y dar clases de inglés, pero un día de su cumpleaños le regalaron unas boquillas y una manga pastelera. Jugando con ellas y buscando información a través de YouTube, blogs especializados y redes sociales fue aprendiendo y haciendo pasteles para familiares y amigos. «Así llegó el momento en el que me lo planteé como un negocio y no sólo como un hobby». Comenzó en Caracas y lo ha continuado en Ciudad de México. Su emprendimiento se llama Eat Me y hace pasteles por encargos.
Francisco Briceño estudió cocina en la segunda corte de la escuela del francés Laurent Cantineaux en Caracas y cinco años después se fue a España. Cursó estudios en hospitality and management en la Escuela de Hostelería y Turismo de Sant Pol de Mar, en Cataluña y realizó varios internados y pasantías en la región. Después de vivir cinco años en Lima, se mudó a Ciudad de México. Es emprendedor, tiene dos propuestas gastronómicas en Ciudad de México: Mesh Food Mexico y Los Cachitos Calavera. Actualmente operan por encargos y delivery, asegura que muy pronto Mesh estará en un local en Roma Norte y en el que la gente podrá ir a sentarse y comer.
A mediados de mayo Francisco abrirá el local de Mesh con su socio, otro venezolano, Jesús Rodríguez. Tienen una propuesta fast casual que ofrecerá comida mediterránea en formatos innovadores como pitas rellenas, bowls y ensaladas. «Nuestra visión con Mesh es transformar la experiencia de la comida rápida, centrándonos en la celebración de la dieta mediterránea, promoviendo un estilo de vida saludable y construyendo una comunidad local unida por el amor a la comida auténtica y fresca» dice muy entusiasmado. También comparte recetas, recomienda lugares para visitar y libros sobre gastronomía. Su objetivo es inspirar a otros a experimentar con la cocina y a explorar nuevas culturas a través de la comida.
Lo que han encontrado…
«La Ciudad de México es una verdadera maravilla. Tanta diversidad, tantas culturas y la comida. ¡Uf, la comida! Desde los puestos callejeros hasta los restaurantes más sofisticados, hay de todo y para todos». Francisco cuenta que se siente como en casa, eso lo llena de alegría. Y es que cuando llegó, hace tres años, ya su querido hermano y uno de sus mejores amigos estaban viviendo en Ciudad de México. El tiempo le ha pasado rápido, conoció a Camila, el amor de su vida y juntos tienen a Conga y a Timba, sus dos perritas.
«Soy privilegiado, estoy agradecido por las oportunidades que este país me ha brindado, tanto en lo personal como en lo profesional. La sensación de pertenencia y las relaciones significativas que he construido aquí son un regalo invaluable que me ha dado México».
Dentro de unas semanas Tabatha Ayala cumplirá ocho años viviendo en Ciudad de México. Al igual que Francisco, dice que le cuesta creerlo, que los días se han pasado muy rápido. Las jacarandas, las plantas, el verdor de la ciudad están entre las cosas que más le gustan de vivir allí. El Parque México y el Parque España, el Bosque de Chapultepec, los viveros de Coyoacán y tantos espacios rodeados de naturaleza hacen de una ciudad, tan grande y con tantos habitantes, una gran ciudad para disfrutar.
«México nos ha abierto los brazos con mucho cariño y nos ha brindado muchas oportunidades de crecimiento. Hemos alcanzado muchas metas familiares, se han cumplido nuestros sueños» exclama contenta.
En solo diez meses México le ha regalado a Loreana Duran la oportunidad de mantenerse sola, de tener libertad, de paz, de conectarse con una cultura maravillosa, de estudiar en la mejor universidad de América Latina. «También de salir de mi zona de confort, de entender que el mundo es más allá de Venezuela y que está lleno de infinitas posibilidades». Llegó porque su mamá estaba viviendo allí y porque había la posibilidad que de recibir una beca para estudiar lo que más quería.
Los grandes retos
Para Francisco uno de los mayores desafíos ha sido mantener el enfoque y la constancia en sus proyectos. «Con la creación de Mesh, enfrentamos una serie de dificultades y retos importantes que requirieron un compromiso continuo y una dedicación constante. Desde el inicio, mantenernos enfocados en nuestra visión y en los objetivos establecidos para el restaurante fue fundamental». Recuerda momentos llenos de distracciones o contratiempos que podrían haberlos desviado del camino, pero sabe que su determinación les permitió superarlos y siguieron adelante. Gracias a su constancia han superado obstáculos como conseguir financiamiento, vencer la burocracia en el proyecto del restaurante que está a punto de abrir con su amigo y ahora socio y los desafíos en la gestión del equipo.
Sin duda comenzar desde cero en un país nuevo ha sido el mayor reto que le ha tocado vencer a Tabatha. Cuenta que muy rápido se dio cuenta que tenía que modificar sus recetas, pelear con los hornos, controlar las temperaturas, adaptarse a la altura. Además, ya no contaba con el apoyo y la ayuda de la mamá como en Caracas. Otro gran desafío ha sido el dar a conocer su trabajo y hacer regar la voz entre las amistades.
«Creo que el reto más importante al principio fue superar el proceso de obtener la visa para llegar aquí. Fue una larga travesía de cuatro viajes a Venezuela, una visa negada, una visa que no era la correcta y cómo dicen, la tercera fue la vencida». Loreana llegó hace unos nueve meses, se propuso conseguir amigos y cuenta que, gracias a un grupo estupendo de Venezolanas Globales, pudo conectarse muy rápido con mujeres maravillosas.
Todos extrañan a sus familiares
«De Venezuela me hace falta la casa de mis papás, ver a mis tíos y primos y compartir los domingos en familia. Mi Bahía de Cata hermosa, alla pasé mi niñez, adolescencia y parte de mi adultez. De la comida, los quesos frescos, con frecuencia sueño con disfrutar un queso telita» dice Tabatha con mucha nostalgia. Loreana extraña mucho a sus abuelos y Francisco los momentos familiares, especialmente estar con su papá y su mamá y disfrutar de las comidas todos juntos. «Es algo que añoro profundamente!».
Diversidad balanceada
A Francisco lo que más le piden en Mesh es el Meshpitabox. Es un paquete pre-armado que ha sido muy popular porque les permite disfrutar de la experiencia Mesh en la comodidad de sus hogares. Incluye una variedad de opciones para que pueda armar sus propias pitas al gusto. Contiene tres rellenos: kafta de res, pollo estilo shawarma y falafel, que se complementan con una variedad de acompañantes como hummus, babaghanoush, matbuja, ensalada árabe, tahini, harissa, verduras frescas y pan pita recién horneado. Sus clientes son El 30 por ciento de sus clientes actuales son mexicanos, el 40 por ciento son extranjeros (de Estados Unidos, Europa y Asia) y el 30 por ciento restante son venezolanos.
Tabatha es amante del chocolate y el caramelo salado. Lo que más le piden son los pasteles y las oreos decoradas. El red velvet queen es uno de los más populares entre sus fieles clientes. Explica que ella lo inventó combinando capas del clásico red velvet con relleno de queso cema batido con vainilla y capas de brownie de cheesecake de red velvet. Cuenta que la cantidad de clientes son un poco más mexicanos que venezolanos. «Y en los años más recientes sean unido algunos americanos, ingleses y de otros países».
La pastelera dice que ama la gastronomía mexicana. «Me sorprende cómo con los mismos ingredientes base se pueden lograr tantos platos diferentes. Mis favoritos son todos los tipos de mole (especialmente el almendrado, el pipían y el verde); los tamales envueltos en hoja de plátano como las de las hallacas; las tostadas de mariscos (toda la comida sinaloense), los clásicos chilaquiles con pollo en salsa roja con su crema, cebollita, cilantro y queso Cotija». Vive encantada con la variedad de maíz que existe y el amor de los mexicanos por él. Las tortillas de maíz azul son sus preferidas.
Entre los vinos mexicanos que recomendó Loreana en «Un viaje poético por el vino mexicano» un encuentro digital organizado recientemente por Adriana Gibbs y Punto Paladar México, figuran Monte Xanic Sauvignon blanc 2022, Vino tinto Adobe Guadalupe Serafiel, La Cetto Nebbiolo, Vino Rosado La Cetto Blanc de Zinfandel, Vino Rosado Casa Madero. ¡Salud!
Regresar a Venezuela para ellos, al menos por ahora, no es una opción. Los mexicanos los han recibido con sus sonidos alegres, su naturaleza fresca y agradable y les ha brindado oportunidades infinitas para que desarrollen sus sueños y sean útiles a toda la sociedad.