Giuliana Urbán

Soy Giuliana Urban. Nací en el 99’ en territorio uruguayo y desde el 2012 escribo con la intención de profesionalizarme. A los 18 ingresé la Licenciatura de Comunicaciones en UdelaR, con orientación al periodismo, y a los 19 en la Tecnicatura Universitaria en Dramaturgia, que se centra en escribir textos creativos para poner en escena.

A los 16 años publiqué un cuento con la Editorial Corelli de México, junto a otros autores de todo el mundo, el libro se llama “Cuenta la Muerte”. A los 17 publiqué en un blog de poesía ultrajoven y cuando comencé la facultad ya hice publicaciones más asiduas con respecto al periodismo.

Siempre hice de todo. Mucho teatro (aunque tengo una relación tóxica con la actuación, de amor-odio, tortura-placer), danza contemporánea, pintura, escritura, labro la tierra, tallo madera, hago pulseras, soy maestra reiki, hago yoga con la misma frecuencia con la que tomo agua y hago vida de hippie cada vez que mi personalidad controladora me lo permite.

El primer autor que me marcó fue García Márquez, también adoré a Isabel Allende, pero en su primera etapa. Al igual que me sucedió con García Márquez, conecté más con los libros que estaban manchados de sus infancias y de la idiosincrasia latinoamericana, ya cuando se ven los trazos europeos, me desconecto.

Aunque el Cortázar de Francia cambió para siempre mi forma de ordenar los textos, y también un poco la forma de percibir la vida y el amor. Cuanto más avancé en años de edad, más me fui alejando de los clásicos y acercándome a los contemporáneos y a la gente de mi tierra.

Quienes más conocieron mi escritura me recomendaron que leyera a Marosa di Giorgio, hay un lazo entre su cosmovisión y la mía que aún no comprendo, pero tengo que hacer fuerza para que mi escritura no se parezca a la de ella.

También me marcaron profesores y alumnos de la Tecnicatura en Dramaturgia, como Gabriel Calderón, Santiago Sanguinetti o el ex alumno José Pagano, sus obras fueron las primeras que leí como una pieza literaria, más allá de un mero panfleto de teatro.

Me encanta que no me entiendan. Es un placer que el periodismo no me puede dar, cuando quiero explicar el mundo, hago un artículo, pero cuando quiero expresar mi mundo, o más bien, mi forma de sentir el mundo existente, no pretendo que nadie conecte exactamente con lo que me pasó en el momento.

Mi obra perfecta sería una que se resignifique con cada lector. Sé que eso siempre sucede, pero a mí me gusta llevarlo al límite, de verdad, que los símbolos sean tan abstractos y los guiones tan absurdos, que no haya dos lecturas iguales.

Con mis amigos hemos hecho muchas cosas de ese estilo, un corto y pequeñas obras que hemos presentado en concursos de jóvenes en Uruguay. Nos gusta lo absurdo y el surrealismo.

Nuestra misión es que la gente salga sin saber qué fue lo que les pasó. El corto Lirios de un Noche está en YouTube, también hicimos las mini obras La Otra Escena y Conejo de Mimbre.

Para recapitular mi corta trayectoria, a los 16 escribí mi primera novela Laguz que la tengo bien guardada para presentarla en concursos (me llevó años hacerla), al mismo tiempo escribí Madelaine, aunque cuando iba por la página 108 la perdí para siempre y nunca más la recuperé.

Poesía hago todos los días, algún día voy a hacer una selección y a ponerlos en un libro.

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