A los 10 años, vi una novela de piratas, y desde el día que terminó esa novela, comenzó a arder en mí la pasión por la escritura. Ansiaba plasmar mi propia historia de amor en las páginas en blanco que se extendían ante mí. Cada día, me adentraba en la danza de las letras, añadiendo a mi repertorio una palabra única y desconocida para aquellos a mi alrededor.
A medida que fui creciendo y evolucionando, mis historias tomaron giros inesperados, como organismos vivos que no se adaptan al entorno que los rodea. Mis mundos no conocieron límites ni fronteras; preferí sumergirme en una danza perpetua de imaginación y exploración. Creo que esta búsqueda incesante de cambio se ha vuelto una constante en mi vida, mi ancla en la fluidez del tiempo.
Si me piden describirme, me encuentro ante un desafío insólito, pues me considero un caleidoscopio de personalidades y pasiones que se entrelazan de manera única y especial. Mi alma se enciende ante la ilustración de moda, donde de todo puedo obtener inspiración para crear una obra maestra que se viste.
Me deleito en la gastronomía, donde los sabores se fusionan en sinfonías de placer. La música me envuelve en un abrazo invisible y me transporta a lugares inexplorados. Un gran audiolibro me sumerge en narrativas paralelas, mientras que escribir y relatar son mis herramientas para desentrañar los misterios internos y compartirlos con el mundo.
Mi ser nómada se deleita en la travesía, anhela nuevos horizontes y encuentra inspiración en las rutinas que creo. Mi mente, siempre soñadora, halla un refugio en la tierra firme de la realidad, donde convergen la practicidad y la fantasía. Mi alma baila con maestría en la complejidad, sabiendo que la vida no reside ni en el norte ni en el sur, sino en la constante danza entre el este y el oeste, entre lo conocido y lo desconocido, en un perpetuo cambio que me nutre.
Hoy, mi hogar se encuentra en Panamá, un rincón del mundo que despierta conmigo mientras sueño con finales desconocidos. Cada despertar es una oportunidad para proveer de vida a esos sueños inconclusos, dotándolos de múltiples finales, como si cada uno fuera una semilla esperando florecer en una dirección distinta.
En el ámbito lingüístico, hablo el castellano con pasión y precisión, y me aventuro en los misterios del inglés en busca de una conexión global. Pero no me detengo ahí; mis aspiraciones me llevan a explorar las maravillas del coreano, fascinada por su velocidad melódica, y el italiano, cautivada por su entonación romántica. El portugués se une a mi lista, pues su alegría contagiosa evoca en mi un espíritu festivo del carnaval de Brasil.
Desde la firmeza de mi identidad, florecen múltiples facetas: soy una orientadora, guiando a otros en sus caminos de autodescubrimiento; soy escritora, tejiendo hilos de imaginación y realidad; soy estudiante en Diseño de Modas, creando arte que se lleva puesto y comparte historias sin palabras. Mi viaje, como un relato en constante edición, sigue evolucionando, explorando y abrazando cada cambio con gratitud y entusiasmo.
En las tardes lluviosas, no hay placer que disfrute más que el de un reconfortante chocolate caliente coronado con una montaña de espuma. Observo las gotas resbalar por la ventana y siento una profunda conexión con la naturaleza. Considero que el acto de sonreír es subestimado, aunque confieso que en ocasiones mi estado de ánimo puede verse afectado.
Sin embargo, basta con un ingenioso chiste, el indulgente placer de un chocolate «Marzipan Feeling» de la marca Ritter Sport, el vuelo grácil de una mariposa o el canto melodioso de un pájaro para re iluminar por completo mi día.
El exquisito sabor del mazapán fusionado con el chocolate se erige como un consuelo en cada bocado, generando en mí una sonrisa inmediata y una intensa sensación de felicidad. Aunque el mundo exterior pueda ser impredecible, mi ritual acompañado de chocolate y sonrisas se convierte en un refugio constante en mi día a día.
Soy Nefhy Webster, es un verdadero placer que me conozcas.