A finales del 2004, presentaron en televisión una novela llamada La mujer en el espejo. La trama se centra en una joven que, después de toda una vida de marginación, humillación y menosprecio debido a su apariencia poco atractiva, descubre el espejo que perteneció a su difunta tía. Al mirarse en este, durante el día, ella se convierte en la mujer que siempre quiso ser. Sin embargo, durante la noche, vuelve a ser la misma de siempre. El detalle intrigante es que cada vez que se refleja en un espejo, vidrio o superficie reflectante, no se ve la mujer deslumbrante que proyectaba, sino su verdadera imagen.
¿Pero quién es la verdadera mujer en el espejo?
A lo largo de los siglos, la mujer ha sido portadora de un misterio que ha intrigado al resto de la humanidad. Es una fuerza que fluye con gracia, una chispa que ilumina y una sabiduría que a menudo se oculta en las sombras; podría decirse que es un poder oculto que impacta en nuestras vidas.
La principal similitud entre la historia narrada en esa novela y la vida misma no es tanto que a menudo nos obsesionemos con la belleza superficial o que las mujeres se encuentren en la encrucijada entre la apreciación de su propia belleza y la lucha por ser valoradas por mucho más que su apariencia, sino que nos obstinamos en ser diferentes, dejando a un lado nuestra esencia personal.
Las mujeres poseemos una fuerza poderosa que puede impulsar el liderazgo, la creatividad y la sanación en nuestras vidas. Esta energía, que forma una parte vital de la identidad de cada mujer, merece ser celebrada y valorada, y se conoce como «energía femenina».
La energía femenina es una frecuencia en la que todos, independientemente de su género, pueden resonar. Esta energía nos brinda capacidades como el autocuidado, la atracción y el autodescubrimiento, entre otras, que exploraremos en detalle próximamente.
Personalmente y durante muchos años, me sentí como la mujer en el espejo sin darme cuenta. No era porque quisiera ser más hermosa, ya que la apariencia estaba en un segundo plano en mi mente. Más bien, mi energía estaba fuertemente orientada hacia mi lado masculino, lo cual no está mal en absoluto, pero me hacía sentir incómoda.
Todas las personas poseemos estas dos energías, y créanme cuando digo todas, porque ellas no hacen distinción de género, orientación o etnia; simplemente se transforman. Recordemos su principio de conservación: «la energía no se crea ni se destruye; solo se transforma de una forma a otra».
Nosotros somos los instrumentos, y tenemos el poder de elegir de qué lado del «piano» queremos afinar nuestra vida.
Un destacado ejemplo de energía femenina es la legendaria representación de la belleza y el cine personificada por Marilyn Monroe. Su imagen, icónica por su sensualidad y carisma, a menudo se convierte en un símbolo de deseo y admiración, pero también arroja luz sobre una paradoja más profunda moderna: el «Síndrome de Marilyn Monroe». Este síndrome es un recordatorio de que la belleza integral abarca tanto la apariencia física como las cualidades internas.
Marilyn Monroe, cuyo verdadero nombre era Norma Jeane Mortenson, dejó una huella indeleble en la historia de Hollywood y la cultura popular. Con su distintivo cabello rubio, figura curvilínea y una sonrisa que iluminaba la pantalla, Marilyn personificaba en cada escena la belleza y la feminidad de una manera verdaderamente única.
Algunas personas que han estudiado su vida en profundidad podrían argumentar que Marilyn Monroe no se sentía cómoda con su estilo de vida, ya que terminó sus días de manera prematura en un trágico suceso.
Sin embargo, en este momento, nos centraremos en sus logros y en los pasos que las mujeres que lo deseen pueden seguir para activar su energía femenina y, al mismo tiempo, armonizarla con la energía masculina, buscando alcanzar una armonía perfecta ante nuestros ojos.
En resumen, la verdadera mujer en el espejo somos todas reflejando la complejidad y riqueza de la identidad femenina, que va más allá de la apariencia y abarca una energía poderosa y transformadora que puede ser apreciada por todos.
Invito a las mujeres a explorar y activar su energía femenina, buscando armonizarla con la energía masculina para lograr una vida equilibrada y auténtica.
Estos son solo los primeros pasos en la exploración de la compleja dinámica de la identidad y la energía femenina, profundizaremos aún más en estos conceptos y exploraremos sus conexiones con nuestras vidas cotidianas.