Inteligencia Emocional: un término que está a punto de alcanzar su tercer peldaño. Se hizo popular en 1995, cuando el psicólogo y periodista Daniel Goleman publicó un libro con este nombre, resaltando la Inteligencia Emocional como una habilidad más crucial para el éxito en la vida que incluso el Coeficiente Intelectual.

Si bien antes de Goleman existían otras teorías, él catapultó este término y lo convirtió en un tema de interés y discusión en diferentes entornos. Esto le incluyó en nuevos programas de educación y entrenamientos empresariales, para abordar las habilidades emocionales en diversos campos.

Después de acuñar el término "Inteligencia Emocional", se han agregado muchas otras inteligencias a la lista, pero aún no han ganado suficiente prominencia para ser reconocidas en diversos grupos. Podría decirse que estas inteligencias aún no han alcanzado la mayoría de edad en términos de aceptación generalizada.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver la Inteligencia Emocional con la Energía Femenina? Ambas son conceptos que abordan aspectos fundamentales de la personalidad y la forma en que las personas interactúan con el mundo que las rodea. Además, destacan la importancia de la autenticidad, la conexión emocional y la adaptabilidad en el crecimiento personal y las relaciones interpersonales.

En mi opinión, a medida que fortalecemos nuestra conexión con la Energía Femenina, le damos espacio a la Inteligencia Emocional en nuestras vidas.

Para explicar mejor este tema, es importante señalar que la Inteligencia Emocional y la Energía Masculina son conceptos distintos. Mientras que la inteligencia emocional se enfoca en habilidades específicas relacionadas con el manejo de emociones, la energía masculina se refiere a ciertos comportamientos considerados masculinos.

En contraste con la Energía Masculina, la Energía Femenina comparte similitudes con la Inteligencia Emocional en que ambas se relacionan con la comprensión y gestión de las emociones y con la interacción social. La energía femenina suele asociarse con la receptividad y la intuición, mientras que la Inteligencia Emocional implica la capacidad de ser receptivo a las propias emociones y a las señales emocionales de los demás.

Ambas pueden fomentar habilidades sociales efectivas y la capacidad de colaborar en entornos sociales. La conexión con los demás y la construcción de relaciones significativas son aspectos importantes tanto de la Energía Femenina como de la Inteligencia Emocional. Estos dos aspectos están vinculados a la creatividad y la expresión emocional. La libertad para expresar y comprender las emociones puede ser un componente crucial en ambas perspectivas.

En mi experiencia, debo reconocer que conocí primero la Inteligencia Emocional. A pesar de mis esfuerzos por incorporarla en mi vida, esta tarea resultaba bastante complicada, ya que mi personalidad estaba más orientada hacia comportamientos considerados masculinos. No prestaba la más mínima atención a mi intuición y, aún menos, me concentraba en gestionar mis emociones.

Sin embargo, ahora que estoy reconectándome con mi Energía Femenina, he notado algunas variaciones en mi humor y en mis reacciones. Antes solían ser explosivas y demoledoras, pero con este proceso de reconexión, puedo reconocer cuando debo apartarme para recuperar mi vitalidad y buen estado de ánimo.

Aunque no me he convertido en una Gestora Emocional certificada, he desarrollado la capacidad de reconocer algunas de mis emociones, tanto positivas como negativas. También he aprendido a prever, por así decirlo, mis reacciones y evitar aquellas que podrían tener resultados poco acertados.

Comprendo que el camino hacia la conexión con la energía femenina y el desarrollo de la inteligencia emocional constituye un viaje constante y singular para cada persona. Al adentrarnos en esta travesía, resulta esencial tener presente que no existe una parada o estación perfecta que se ajuste de manera equitativa a todos.

Por el contrario, es una ruta que tiene diferentes puntos de partida. Algunas personas podrán recorrerla en su bicicleta, ya que disfrutarán deteniéndose para explorar nuevas facetas en su aprendizaje, mientras que otras preferirán sumergirse en su propio submarino y mantenerse en estados más relajados.

Pero si algo me queda claro de esta simbiosis es que, sea cual sea la forma en la que te plazca recorrer tu sendero, será siempre la correcta. Si buscas una conexión y un crecimiento personal, los resultados se darán en el trayecto. Creer que el hecho de que tu crecimiento sea lento es malo, es lo único negativo que debes mejorar; de resto, todo es cuestión de adaptación.