El tema de cambiar nuestra realidad solo cambiando nuestros pensamientos está muy de moda, pero nadie nos enseña la verdad detrás de quienes lo han logrado.

Llegué al mundo de la manifestación y la espiritualidad de la manera como (creo) llegan la mayoría de mortales: después de habernos dado un buen revolcón de problemas, tristezas, decepciones y ya no sabemos de dónde agarrarnos. Así que lo mejor que podemos hacer es tirar las cartas y apostar por un mundo desconocido en el que desde el día uno nos invitan a confiar sin ver cuando somos los seres más escépticos del mundo, pero ya nada importa porque tenemos que intentar solucionar nuestra vida de una vez por todas, debemos encontrar la salida confiando en algo que resulta fantasmal e irreal. Necesitamos volver a creer.

Mi primer acercamiento con el universo provino de un libro que titula Visualización creativa en donde la gran Shakti Gawain nos regala muchas meditaciones para resolver todo tipo de problemas solo cerrando los ojos y dejando la mente en blanco (qué cosa más difícil). No puedo negar que practiqué la mayoría de ellas y Shakti me convenció, me dio el caramelo que necesitaba y estaba tan dulce que me empalagó en el terreno de la espiritualidad, pero ese fue solo el inicio. Después llegó a mi vida el maestro Joe Dispenza con una mirada un poco más disruptiva, pero más convincente y después he leído todos los libros que en la tapa tienen palabras como: universo, fe, magia, visualización, manifestación, sueños, crea, piensa, etc., pero hay uno que estoy por terminar y me ha dejado con los pensamientos revueltos, y no necesariamente porque diga cosas distintas a los libros anteriores sino porque me ayudó a cumplir un sueño en menos de cinco días. Sí, sí, sí, es posible que esto suceda y si no me crees, déjame contarte.

El libro se llama Potencia tu energía de Pam Grout. Pam cuenta página tras página cómo nuestros pensamientos cambian nuestra realidad, pero lo más interesante es que no solo te cuenta y pone ejemplos sino que te da experimentos fáciles para que mandes a tu escepticismo a rodar y de una vez por todas creas que hay una fuerza más grande que tú que te escucha y está a tu merced esperando que la llames. Como el hada madrina de la Cenicienta, una cosa increíble.

Como buena estudiante yo he hecho la mayoría de los experimentos, pero te voy a contar la historia del que cambió mi realidad en horas. La autora nos pide que hagamos algo sencillo, pedirle al universo que nos mande algo único e increíble en las próximas 48 horas y que para estar seguros de que el más allá no nos haga trampa, nos invita a apuntar cuándo están empezando y cuándo terminan esas 48 horas mágicas. La idea de esto es que tú también pongas de tu parte y prestes atención a lo que pasa enseguida, que mires los detalles, que estés presente y no dejes escapar las señales que te manda el de arriba.

Antes de hacer este experimento yo había escrito en mi diario mis 3 metas más grandes antes de terminar el año y una de ellas decía “ser profesora de Indoor Cycling”, lo hice porque quería tener claro qué había dentro de mi corazón antes de culminar el 2024 y quería ser honesta conmigo y no mentirme ni un segundo más. Fui honesta y me dije: si amo tanto este deporte ¿porqué no voy a poder enseñarlo? Un punto importante en esto es que esa meta no surgió así porque sí, yo he hecho ese deporte durante 8 años de mi vida y cada vez que me subía a una bicicleta y empezaba a pedalear me imaginaba que yo dictaba la clase, realmente algo se apoderaba de mí y sentía con todo el corazón y con cada fibra de mi ser que yo estaba en un estudio de spinning animando a mis alumnos a no soltar el pedal, pero en realidad estaba en el jardín de mi casa o en algún gimnasio. Lo que nunca imaginé es que me estaba preparando para que esto sucediera en el mundo real.

Entonces, después de leer el experimento de Pam y escribir esa gran meta, un día mi mamá me dijo que llamara a una amiga suya que tiene un gimnasio (en el que yo había pedaleado a mis 15 años y en donde el spinning y yo nos dijimos nuestro primer hola) y le preguntara si quizás ella podría ayudarme con ese sueño. Hice la llamada, me aventé. Lo que recibí del otro lado del teléfono fue un “anda al gimnasio para que converses con la dueña”. Y así lo hice. Tres días después, hablé con ella por 20 minutos y en ese tiempo yo había conseguido trabajo como instructora de spinning. Ella me regaló su libro de estudio para aprenderme todas las técnicas del deporte y me dijo que me esperaba el martes para que dicte mi primera clase. Salí feliz.

Yo pensé que todo esto era una clase de broma hasta que llegó el martes y mi sueño se volvió realidad. Pasó lo que le pedí al universo, me mandó algo único e increíble en 48 horas. Hizo que me montara en una bicicleta y dicte una clase con alumnos de verdad, en un estudio de verdad, con música de verdad. Ya no estaba en el jardín de mi casa, estaba delante de lo que había soñado por años. Al final de ese día, me acosté con el corazón completamente agradecido, miré el techo y supe que alguien estaba del otro lado aplaudiendo porque yo decidí aventarme y él abrió los brazos para sostenerme. Dios me escuchó porque yo lo llamé.

Quizás este tema de Dios Todopoderoso resuene contigo y no te gusta cómo suena, pero ¿sabes? Si tienes una vida que no te place o solo hay cosas que quieres cambiar de tu realidad y ya no sabes de dónde agarrarte, agárrate de él, toma su mano tan fuerte como puedas y no te rindas ni por un segundo. Así como esta historia tengo mil más por contarte si no he logrado convencerte, solo que ésta es la última y por eso decidí escribir sobre ella, pero Dios me ha mostrado su presencia infinidad de veces y en este mundo tan trillado, rápido y frívolo necesitamos poder mirar hacia el cielo y encontrar entre ese celeste claro la luz para seguir alumbrando nuestro camino.