En Sudamérica, se acerca el verano, la época de los días en la playa, los juegos en la plaza, y las acogedoras tardes para disfrutar del aire, la naturaleza, la piscina y el sol. Pero, ¿realmente es una época de disfrute? ¿O el sol también tiene su lado oscuro?

A pesar de la existencia de campañas de prevención, persiste una falta de conciencia generalizada sobre la importancia de la fotoprotección y la prevención de daños en la piel desde la infancia. Muchos padres, cuidadores y profesionales de la salud desconocen las prácticas adecuadas, lo que expone a los niños a un riesgo innecesario de daños a corto y largo plazo causados por la radiación ultravioleta.

Factores como la falta de acceso a productos de protección solar en comunidades desfavorecidas, creencias culturales erróneas sobre el bronceado y la falta de educación sobre los riesgos de la exposición solar, limitan la adopción de prácticas preventivas.

Es fundamental comprender que los efectos de la radiación ultravioleta se acumulan a lo largo de la vida, aumentando el riesgo de cáncer de piel y otros problemas de salud. Aprovechando la neuroplasticidad de la infancia, es crucial educar a los niños sobre la importancia de protegerse del sol. De esta manera, adoptarán hábitos saludables que perdurarán a lo largo de su vida y reducirán significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la exposición solar.

La adopción de estas conductas saludables durante la infancia es un proceso complejo y multidimensional. La interacción entre la familia, la escuela, los amigos, los medios de comunicación y el entorno social puede moldear las elecciones y comportamientos de salud de un niño. Al reconocer la importancia de estos factores y promover ciertos entornos, podemos sentar las bases para que los niños adopten hábitos saludables que perduren a lo largo de su vida como la fotoprotección.

Por esto nos parece de suma importancia la educación en la infancia y adolescencia como base de la prevención en la población.

La escuela también juega un papel importante en la promoción de buenas conductas. A través de programas educativos, actividades deportivas y opciones de comidas saludables en los comedores escolares, se puede fomentar un estilo de vida activo y una alimentación equilibrada desde temprana edad. Además, los compañeros de clase pueden influir en las elecciones de salud de un niño, ya sea de manera positiva al compartir intereses en actividades físicas o de manera negativa, al obstruir el interés por situaciones favorables para la salud.

Se debe hacer partícipe a los niños, desde muy temprana edad, en su autocuidado y en la importancia de protegerse frente al sol, tomando medidas preventivas que les sean fáciles de replicar los 365 días del año.

Debemos considerar que la adopción de estas pautas preventivas va de la mano con la observación e imitación de los niños a sus figuras de referencia, siendo fundamental el papel de los padres-madres-tutores en la incorporación de hábitos que puedan perdurar con mayor intensidad en el tiempo y que promuevan la prevención de patologías asociadas a la luz solar.

Para abordar esta problemática, se requiere una mayor difusión de información y educación dirigida a padres, cuidadores y profesionales de la salud. Además, es necesario promover políticas y programas que garanticen el acceso equitativo a medidas de prevención, como la distribución gratuita de protector solar en escuelas y centros de salud.

La fotoeducación es primordial en la primera infancia para promover la reflexión y actitudes de compromiso en niños y jóvenes en referencia a la promoción de la salud.

¡Es hora de actuar! Pongamos el tema en la mesa de las instituciones educativas y profesionales de la salud. Aunando esfuerzos para promover la fotoprotección y la prevención de heridas desde la infancia. Juntos podemos crear una sociedad más consciente y saludable.

Bibliografía

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