Pero lo importante es saber si esta afirmación es o no cierta. Descubre qué hay de verdad en los mitos sobre el sueño que todos conocemos.

No es de extrañar que existan multitud de ideas preconcebidas sobre el sueño que no son ciertas. Los estudios modernos sobre el sueño empezaron hace relativamente poco tiempo, concretamente en los años 50 en EEUU, cuando Nathaniel Kleitman y su discípulo Eugene Aserinsky descubrieron la fase REM del sueño. Hasta ese momento, el sueño era considerado como un acto pasivo y no se le prestaba demasiada atención desde el ámbito científico. Y aunque aún queda mucho por conocer sobre el mundo del sueño, la ciencia ha avanzado enormemente y hoy en día es posible desmentir creencias que provienen de la sabiduría popular o que simplemente, son mitos urbanos. Te contamos algunas.

Cuando dormimos no hacemos nada

Durante mucho tiempo el sueño fue considerado como un periodo de inactividad del cuerpo y de ausencia de conciencia. Hoy sabemos que el sueño es un estado fisiológico muy activo, durante el que tienen lugar numerosos mecanismos homeostáticos vitales.

El cerebro se mantiene activo procesando estímulos, se segregan importantes hormonas como la melatonina (la hormona del sueño) o la hormona del crecimiento, esencial para los niños y para llevar a cabo procesos de restauración de huesos y músculos. La capacidad de aprendizaje se desarrolla y el sistema inmunitario se fortalece.

Y no nos olvidemos de los sueños. Lejos de ser una vía de escape, los sueños son muy importantes para la consolidación de los recuerdos a largo plazo y la construcción de conexiones neuronales.

Las personas mayores necesitan dormir menos

Cuando envejecemos se produce un cambio en la macro y en la microestructura del sueño, de forma que hay una disminución de la cantidad de sueño NREM. Se produce un sueño más fragmentado, en el que las personas mayores tienden a despertarse más veces por la noche.

Pero su calidad de sueño es la misma, tan sólo se redistribuyen sus periodos a lo largo del día, por lo que es frecuente que hagan alguna que otra siesta.

La falta de sueño se recupera durmiendo un par de días

En el sueño es igual de importante la cantidad y la calidad, y no siempre podemos tomar como indicador de un sueño de calidad y reparador las horas que dormimos.

Lo que llamamos cansancio crónico no es producto de una sola noche sin dormir, sino que lo es de un hábito de dormir poco, entre semana por lo general. Puesto que durante el sueño el cuerpo lleva a cabo numerosos procesos de restauración y reajuste, el patrón de sueño diario es importante.

De la misma manera, si durante el fin de semana dormimos más horas pensando que así recuperaremos sueño, en realidad estaremos alterando nuestro reloj circadiano y reforzando nuestro patrón de falta de sueño crónico.

Así lo corrobora un estudio dirigido por la doctora Elizabeth Klerman, de la División de Medicina del Sueño del Hospital del Brigham and Women's, en Harvard. El estudio mostró que las personas que tienen la costumbre de perder horas de sueño de forma crónica, desarrollan la falsa sensación de que se recuperan durmiendo un poco más los fines de semana.

Dormir la siesta no es bueno

Hay numerosos estudios que demuestran que la siesta es una costumbre estupenda para mejorar nuestro rendimiento general, aumentar la capacidad de concentración y reforzar el estado de alerta. Siempre y cuando no sean superiores a la media hora, ya que dificultaría el sueño nocturno.

Por poner un ejemplo, un estudio de la Universidad de Berkeley asegura que dormir siesta nos hace rendir más por la tarde, así como aumentar nuestra capacidad de aprendizaje.

Algunos ilustres aficionados a la siesta fueron Albert Einstein, Thomas Edison, John F. Kennedy y Bill Clinton, entre otros. Además, son altamente recomendables en las personas que trabajan por turnos.

Roncar es molesto pero inofensivo

El 45 por ciento de la población española ronca y aunque en algunos casos puede deberse a una alergia estacional o una congestión nasal, en otros puede ser el síntoma de apnea del sueño.

La apnea es un trastorno que se caracteriza porque dejamos de respirar unos segundos cuando dormimos. Debe diagnosticarse porque conlleva serios riesgos para la salud. Si notamos que roncamos fuerte, a menudo, o nos sentimos cansados durante el día hay que consultar con el médico. La buena noticia es que puede tratarse.

Dormir con la tele puesta ayuda a conciliar el sueño

El nivel de luz que necesitamos para dormir es muy bajo, por lo que se recomienda hacerlo a oscuras.

Además, la pantalla de la televisión emite una luz azul (igual que la de los móviles o tabletas) que hace creer a nuestro cerebro que es de día, impidiendo que produzca melatonina. Esto hace que nos sintamos alerta y puede acarrear problemas para dormir a medio y largo plazo.

Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, en EEUU, sugiere que dormir con la televisión puesta puede alterar nuestro estado de ánimo y aumentar el riesgo de sufrir depresión.

Puedo funcionar con 4 horas de sueño al día

La ex primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, comentó en una entrevista que sólo necesitaba unas cuatro horas por noche de sueño para sentirse bien y trabajar durante el día.

Un estudio de la Academia Americana de Medicina del Sueño, concluyó que existe un gen que explica por qué algunas personas pueden ser funcionales con una cantidad tan pequeña de sueño. Se trata del gen BHLHE41 en la variante p.Tyr362His, y sólo el 2-3 por ciento de la población lo tiene. El resto de nosotros necesitamos una media de entre siete y ocho horas por noche para estar sanos y rendir durante el día.

Los terrores nocturnos son sólo pesadillas

Las pesadillas pertenecen al grupo de desórdenes del sueño denominado parasomnias, que incluyen una serie de acontecimiento que tienen lugar durante el sueño y no son preocupantes. Por ejemplo, el sonambulismo, el bruxismo o hablar en sueños también son parasomnias.

A menudo se confunden las pesadillas con los terrores nocturnos, que son también parasomnias pero no tienen mucho que ver. Los terrores nocturnos suelen ocurrir al comienzo de la noche y los enfermos no recuerdan nada por la mañana. Las pesadillas tienen lugar en el sueño REM y suelen recordarse.

Afortunadamente, las crisis son poco frecuentes y se pueden tratar fácilmente con medicación.

Sólo soñamos en la fase REM

El sueño REM (movimiento rápido de los ojos) es una de las cinco fases del sueño que tienen lugar cada noche. Fue descubierta en 1953 por Kleitman y Aserinsky, cuando llevaron a cabo un experimento que les permitió constatar que cuando los pacientes eran despertados en esta fase del sueño, recordaban lo que habían soñado claramente.

Desde ese momento, se ha asociado al sueño REM con el momento en que soñamos. Y aunque es cierto que durante esta fase los sueños más intensos y claros, se ha demostrado que también soñamos en otras fases. Algo completamente diferente es el llamado estado hipnagógico, un estado de somnolencia entre la vigilia y el sueño que puede incluir sonidos e imágenes que se suelen asociar con alucinaciones. Y es que, la mente es una auténtica caja de sorpresas por descubrir.

Contar ovejas para conciliar el sueño

Es una antigua creencia la que dice que si imaginamos ovejas y las vamos contando, nos ayudará a relajarnos y quedarnos dormidos.

Un grupo de científicos del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, hizo la prueba. Un grupo de voluntarios imaginaron ovejas y otro grupo imaginó escenarios relajantes, como un prado o una playa.

Los voluntarios que imaginaron ovejas tardaron unos veinte minutos más que el resto en conciliar el sueño.

La conclusión fue que el hecho de contar ovejas se convierte en algo aburrido y repetitivo y no ocupa suficiente espacio cognitivo en el cerebro, por lo que es fácil distraerse y por tanto la mente divaga y se tarda más en quedarse dormido.

Soñar no sirve para nada

Existen muchas teorías sobre la utilidad de los sueños. Las más destacadas los vinculan con la consolidación de la memoria y el proceso creativo en el ser humano.

Un artículo publicado en la revista científica PNAS mostró que durante los sueños se potencia la creatividad para resolver conflictos. También hay experimentos realizados con ratas a las que se les privó del sueño REM durante dos y tres semanas con resultados fatídicos. Murieron.

En humanos no hay estudios concluyentes sobre la verdadera importancia de los sueños, pero la comunidad científica admite que juegan un papel decisivo en nuestra vida.

Necesitamos dormir 8 horas

Cada persona es distinta y no todos necesitamos la misma cantidad de horas para estar bien a diario. En realidad, se trata de conseguir dormir un número de horas que nos brinde un sueño de calidad.

Además, nuestras necesidades también van variando a lo largo de la vida. Cuando somos bebés necesitamos dormir hasta 16 horas, mientras que en la adolescencia basta con un par de horas más que los adultos.

También existen estudios que vinculan la genética con el número de horas que cada persona necesita. De media, se dice que la mayoría de nosotros necesita entre 7 y 8 horas de sueño cada noche. Pero hay excepciones y entran dentro de lo normal.

Una copa antes de dormir

El alcohol produce somnolencia y puede parecer lógico que una copa de vino antes de ir a dormir nos ayuda a descansar bien. La realidad es que si bien puede ayudar a conciliar el sueño, lo vuelve más ligero y por lo tanto nada restaurador. Además, la probabilidad de despertar en mitad de la noche es muy alta.

Hay estudios que indican que el alcohol afecta al sueño de muchas formas, la más notable es que se reduce la cantidad de sueño en la fase REM. Por tanto, se priva al organismo de una importante cantidad de sueño profundo y reparador.