No te tomes nunca demasiado en serio. Esta es una buena recomendación para ahuyentar la pesadumbre y las exigencias autoinflingidas. Tomarse la vida con ciertas dosis de humor es un regalo, raro pero precioso, que nos podemos hacer a nosotras y a nosotros mismos. Incluso el neurótico que aprende a reírse de sí mismo puede transitar por el camino de la autogestión y en el de la sanación.
El humor es una competencia de afrontamiento de enorme utilidad. En terapia, enseñar a los pacientes a afrontar determinadas experiencias vitales con un poco de humor, es de gran ayuda para aceptar y afrontar acontecimientos perturbadores. Esta estrategia, permite a la persona a considerarse algo más fuerte de lo que tal vez pensaba de sí misma. Y es que, donde hay humor, hay esperanza.
La relación entre la salud y el humor, sugiere que, el mejor humor en una persona la hace menos propensa a reaccionar con negatividad y disforia ante situaciones que generan estrés o disparan la ansiedad, que a las personas sin sentido del humor, que sufren más el malestar del impacto de las experiencias disruptivas. El humor es particularmente útil para poner en perspectiva los acontecimientos negativos. Con el humor, incluso, podemos abordar cierto manejo de los sentimientos de depresión o de angustia. No obstante esto, el humor no disminuye necesariamente la ansiedad que estas situaciones provocan, pero puede, bien enfocado en el marco de una intervención terapéutica adecuada, un método eficaz para afrontar las emociones que nos perturban.
El humor es una forma de acción y, hacer es la expresión terapéutica más sanadora que existe. Cuando realizamos acciones en el sentido de nuestros valores, de lo que es beneficioso para nuestra vida, despejamos nuestros temores y aprendemos a desenvolvernos adaptativa y adecuadamente frente a la adversidad. Por lo general, las personas que malviven con sus emociones encontradas y dolorosas, y permiten ser controladas por ellas, son más pasivas y tienen peor sentido del humor.
El sentido del humor hay que relacionarlo, también, con la buena salud física. Echarse unas carcajadas ejercita casi cuatrocientos músculos de nuestro cuerpo y estimula el funcionamiento óptimo de nuestro sistema inmunológico ante la enfermedad.
El humor, mejora la oxigenación del cerebro y del cuerpo en general. Regula el pulso cardíaco, relaja los músculos tensos y disminuye la presión arterial. Sirve para descargar tensiones. Alivia el insomnio al producir una leve fatiga que el sueño repara con facilidad.
Cuando estamos de buen humor, cuando reinos con ganas, nuestra mente es incapaz de pensar en nada más. Reírse, practicar el buen humor, es una medicina natural contra las preocupaciones. Se trata, claro está, de un humor propio a la persona, no de un comportamiento ficticio o postizo. Fíjate que, el tipo de humor que aparece como más saludable es una forma suave y autodirigida de broma. Es decir, tal y como empezamos este artículo, conviene no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Entenderás, con todo esto que te comento, que cada vez el humor, y la risa especialmente, sea utilizada como una herramienta terapéutica.
No obstante esto, se deben establecer algunas consideraciones con respecto al humor como valor para la psicoterapia.
El humor es paradójico, te puedes sentir realmente abrumado o sentirte compadecido de ti mismo, o de ti misma, y reírte a la vez de ti. Porque el humor, como señaló Viktor Frank en su conocida obra El hombre en busca de sentido: “el humor es otra de las armas con las que el alma lucha por su supervivencia”; resaltando así el carácter resiliente del humor. El humor, proporciona el distanciamiento necesario para sobreponerse a diversas situaciones penosas.
El humor es una buena herramienta para superar la literalidad de las palabras en los pensamientos rumiantes e intrusivos, y facilitar que podamos llegar a dejar de fusionar pensamiento y realidad como una unidad, como algo inequívoco. Por ejemplo, la naturaleza paradójica del humor lo convierte en un añadido de gran valor cuando aplicamos la desensibilización sistemática, una técnica pionera en la modificación de conducta, un proceso de extinción aplicable, particularmente, a las fobias.
Y es que, las propiedades generadoras de ansiedad, pavor o ira de un estímulo aversivo pueden verse disminuidas cuando somos capaces de asociarlas con pensamientos o imágenes que evocan humor. El humor, como cualidad específicamente humana con capacidad para proporcionar una sensación de decisión y control al permitir a las personas tomar distancia del dolor y del sufrimiento. La broma, el chiste, dirigido hacia una o uno mismo es una forma poderosa de autoafirmación. Es una buena forma de gustarnos y de aceptarnos.
En la alianza terapéutica, en la relación de un profesional de la psicoterapia y su paciente (o cliente, si lo prefieres por la connotación pasiva de la primera expresión), el humor compartido puede afianzar esta relación (sin duda, una de las partes más importantes de cualquier intervención terapéutica), al proporcionar bienestar y buena compañía. Los efectos sobre los cambios deseables que se buscan son muy útiles.
Un humor abierto, sincero favorece – ya lo he comentado, o me he aproximado a ello – el autoconcepto y la perspectiva personal de abordar constructivamente los eventos que nos suceden a diario. El humor, en sus diferentes variables y variedades es una fuente de energía, de entusiasmo, de armonía y de aceptación. El humor es una cualidad con la que nos resultará algo más sencillo expresar sentimientos y la liberación de tensiones en el contexto de una situación que queremos resolver.
Con humor, siempre es más fácil hablar de asuntos complejos o que orbitan en torno al problema principal vivido o percibido por alguien, como son la ansiedad, la depresión, las rupturas sentimentales, el sexo, los abusos, entre otros muchos.
Particularmente, aprendí mucho (hace ya tanto) del empleo terapéutico del humor llevado a cabo por Albert Ellis en sus procedimientos, con sus juegos de palabras, anécdotas y proposiciones y reacciones inesperadas, que facilitaban una disposición abierta a hablar de lo que evitamos, proporcionando una sensación de alivio.
Para finalizar, solo quiero comentarte, incluso recomendarte, que huyas de quien pretende analizar los chistes en lugar de reírse con ellos.