Hacia los 13 años, los humanos dejamos atrás nuestra infancia, aunque no existe consenso que determine el inicio biológico de la adolescencia. De cualquier manera, la infancia y la adolescencia son etapas cruciales en el desarrollo evolutivo de cualquier persona.
Sin embargo, son numerosos los niños y adolescentes que dejan de serlo antes de tiempo, pierden su infancia o gran parte de ella cuando se ven obligados a asumir roles de adultos. Generalmente, en los países occidentales, esto sucede cuando tienen que asumir la responsabilidad de tener que cuidar de hermanos menores de forma habitual y sistemática.
Las responsabilidades propias de madres y padres, trasladadas a las hermanas o los hermanos mayores en una familia con dos o más hijos, como la de convertirlos en “niñeras” de los hijos más pequeños, hace que la infancia o la adolescencia de los primeros salte por los aires en mil pedazos.
Se trata de una experiencia que puede y suele convertirse en un lastre que se arrastrará el resto de la vida, especialmente cuando la diferencia de edad entre los hermanos es de unos pocos años. En estos casos, el niño o adolescente cuidador antepone la seguridad y las necesidades del menor a las suyas propias, experimentando un nivel de estrés continuado muy superior al que es capaz de gestionar. La aparición de estados de angustia y trastornos de la ansiedad también son bastante recurrentes en estas situaciones.
Utilizar niños como niñeras no es una práctica infrecuente, aunque afortunadamente haya disminuido notablemente gracias a las mejoras sociales, con mayor implantación de guarderías o mejoras en la conciliación familiar. Sin embargo, todavía existen familias donde cuidar a los hermanos menores es un “mandato”, una obligación, y no se plantean otras posibilidades.
Lo que en la realidad ocurre, cuando obligamos a estos menores a ejercer una responsabilidad no propia de su edad, es que, tanto para el niño o adolescente que queda como responsable, como para aquel que es cuidado por su hermana o hermano mayor, la situación dista mucho de ser la ideal. De hecho, tanto el que es cuidado como el cuidador experimentan sentimientos poco saludables.
El mayor que cuida al menor padece –ya lo he comentado– una alta carga de estrés por tener que realizar una función para la que no está preparado y pierde muchas oportunidades para procesar conocimientos y adquirir experiencias propias y necesarias para su edad. Por su parte, en niño cuidado experimenta inseguridad, ya que, por parte de su hermano mayor es muy difícil que reciba los vínculos afectivos que necesita.
Aunque a un niño o adolescente le pueda parecer natural la opción de cuidar de sus hermanas o hermanos menores cuando los progenitores necesitan un descanso o en un momento muy puntual, forzarlos a desempeñar esta responsabilidad es siempre una muy mala opción. Si me lo permites, a continuación de voy a enumerar algunas razones más por las cuales los niños y las niñas, o los adolescentes, no deben convertirse en niñeras de sus hermanos menores.
Los “niños cuidadores de hermanos” viven en un estado de alerta e hipervigilancia que les suele generar angustia y trastornos de ansiedad. Este estado de hipervigilancia se debe al temor que experimentan a que los pequeños a su cuidado les puedan suceder cualquier cosa por su falta de atención. Pero, por otro lado, también viven el miedo de que si falta al cuidado le castiguen o dejen de halagar su madurez, pierdan la confianza en sus cualidades y, finalmente, dejen de amarle.
Estos niños y adolescentes viven esta experiencia de “cuidador” como injusta, como una situación que no les corresponde y que no deberían cargar con una responsabilidad tan abrumadora. Esto les lleva a una situación de insatisfacción y presión que puede manifestarse a través de conductas disruptivas en relación con el hermano menor (les pegan, les odian) o conductas de riesgo hacia sí mismos.
Estas conductas suelen aparecer cuando el niño cuidador deja de estar atentos a sus propias necesidades, se ve obligado a madurar con demasiada rapidez y su infancia o adolescencia deja de ser normal. Los niños que cuidan no juegan, no disfrutan del tiempo como otros niños u otras niñas de su misma edad.
Para finalizar con el artículo de este mes, voy a referirte algunas recomendaciones que, como madre o padre, o adultos al cuidado de menores, deberías tener en cuenta antes de poner a un menor al cuidado de otro.
1. La edad y la madurez son importantes
Algunos lugares tienen requisitos de edad mínima para dejar a tu hijo en casa desatendido. En los lugares que no tienen requisitos de edad, la evaluación del nivel de madurez es aún más importante. Incluso si tu hijo tiene la edad suficiente para quedarse solo con los hermanos menores, asegúrate de que estén lo suficientemente maduros y estén lo suficientemente preparados para manejarlo, especialmente si ocurre un accidente.
2. Tu hijo o hija no debe actuar como otro padre
Pedir a tu hija o hijo mayor que ayude en la casa o ayude a sus hermanos menores, es perfectamente normal. Pero hay una línea. Tu hijo no debe estar ayudando tanto que esté actuando como otro padre. Si estás dejando a sus hermanos menores al cuidado de tu mayor varias veces a la semana, podrías estar poniendo demasiada presión sobre él o ella.
3. Demasiada responsabilidad
Existe tal cosa como demasiada responsabilidad. Todos los padres pueden estar de acuerdo en que, es importante enseñarle a su hijo a ser responsable. Pero si constantemente lo obligas a mirar o cuidar a sus hermanos menores, estás haciendo que pierdan algo que es extremadamente importante: ser un niño. Forzar a tu hijo a ver por sus hermanos de manera regular, puede terminar causando resentimiento, especialmente si están perdiendo un tiempo divertido con amigos debido a ello.
4. Necesitan saber que su opinión importa
Si tu hija de 14 años es una cuidadora natural y le encanta cuidar a sus hermanos menores, probablemente no le importe mucho cuando necesites una noche de descanso. Sin embargo, obligarla a cuidar niños puede causar varios problemas. Tu hijo o hija debe saber que su opinión es importante. Pregúntale cómo se siente cuidando a sus hermanos menores. Pregúntale si se siente preparada o preparado para manejar cualquier situación que pueda ocurrir. Dales una opción en el asunto en lugar de forzar la responsabilidad sobre ellos.
5. Es en última instancia tu responsabilidad
Es importante recordar que tus hijos mayores no tienen la culpa de por qué decidieron sus padres tener más hijos. Los hermanos mayores pueden ayudar, y deberían, pero en última instancia, la responsabilidad recae en ustedes como padres. Tus hijos mayores no son responsables de ninguna manera por tus hijos más pequeños. No olvides que los hermanos mayores todavía necesitan amor y atención, incluso después de que el bebé de la familia viene. Tus hijos sólo tienen poco tiempo para ser niños. Asegúrate de que les estás permitiendo disfrutar de su infancia.