Hay algo tan temible como viajar hacia sí mismos y no gustarnos el camino. O no ver un propósito que nos sostenga la mano en los momentos difíciles. La angustia existencial es un fenómeno psicológico y filosófico que ha capturado la atención de pensadores a lo largo de la historia. Trata de la profunda sensación de inquietud y desasosiego que surge ante la búsqueda de sentido en la vida y la confrontación con la propia existencia.
Viajemos hacia las raíces de la angustia existencial, sus manifestaciones y su relevancia en la vida contemporánea.
La angustia existencial tiene sus raíces en la filosofía existencialista, un movimiento que emergió en el siglo XX con figuras como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Albert Camus. Estos pensadores argumentaron que, en un mundo sin un sentido inherente, el individuo debe enfrentar la libertad de crear su propio significado. El empoderamiento de dicha libertad puede resultar angustiosa y espeluznante, generando sentimientos desbordados de soledad.
Enfrentarse con la muerte es otro factor central en el ansia existencial. La finitud de la vida plantea preguntas profundas sobre el propósito y el valor de la existencia. La conciencia de la muerte puede llevar a una reflexión intensa sobre nuestras elecciones, nuestras relaciones y, en última instancia, nuestra identidad.
La angustia existencial se manifiesta de diversas formas. Puede presentarse como ansiedad, depresión, o incluso crisis de identidad. Muchas personas experimentan un vacío existencial, una sensación de desconexión con el mundo y consigo mismas. Es como ser abstraídos por los agujeros negros y nunca llegar al fin. Con esa densidad.
Todo ello, puede ser el resultado de una existencia vivida sin propósito o del detrimento de valores que antes proporcionaban un sentido de dirección. La pérdida de la espiritualidad, no contando con definiciones religiosas, sino con ese gozo de que no estamos solos y que existe un ser superior o inteligencia que nos acoge, incluso acuna.
Además, puede surgir en momentos de transición o crisis, como la pérdida de un ser querido, un cambio significativo en la vida, o la percatación de que las expectativas sociales no se alinean con la realidad personal.
Estas usanzas pueden llevar a una reevaluación de la vida y una búsqueda de significado en un contexto que parece caótico e incierto. ¿Tiene nuestra vida sentido? Una pregunta que puede generarse como una pregunta y no como una afirmación. Sí, mi vida tiene sentido. Y así, replantearse qué es lo que nos hace sentirnos útiles, si el éxito o el dinero es una percepción que nos angustia. Si solo existir ya es una razón para la gratuidad y valorar cada exhalación del instante consciente.
Actualmente, la angustia existencial se ha vuelto particularmente relevante en un mundo caracterizado por la inestabilidad, la incertidumbre y la aceleración del cambio. La globalización, el avance tecnológico y las crisis sociales han contribuido a un sentimiento generalizado de desasosiego.
Las redes sociales, aunque conectan a las personas, también pueden intensificar la comparación y la insatisfacción personal, exacerbando la angustia existencial. Sin embargo, la angustia existencial también puede ser vista como una oportunidad para el crecimiento personal.
¿Qué se puede hacer?
La terapia, la filosofía y la práctica de la atención plena (mindfulness) son herramientas que muchas personas utilizan para navegar por estas aguas turbulentas. Cada uno debe encontrar su propia paz en medio del mundo externo que nos quiere aprisionar. No existen reglas ni remedios, más allá de los que cada uno puede replantearse para sí mismos.
Caminar por la playa, ver un atardecer, ir tomados de la mano, percibir olores nuevos y sabores intensos, recibir como regalo el sol en nuestra cara, ayudar a alguien, amarse a sí mismos, sin restar nuestras debilidades. Tantos actos que pueden llenar ese vacío y que mientras llueve dentro de nosotros, podamos sentir el arcoíris que le regalamos a los demás, y al universo.
La angustia existencial es una experiencia humana universal que invita a la reflexión profunda sobre el sentido de la vida. Aunque puede ser dolorosa y desestabilizadora, también ofrece la posibilidad de crecimiento y transformación.
En un mundo que a menudo parece carecer de sentido, la confrontación con nuestra propia existencia puede llevarnos a una vida más auténtica y significativa. Al final, la angustia existencial no solo es un desafío, sino también una invitación a explorar las profundidades de lo que significa ser humano.