Mi nombre es Nadia Kesseler, 42 años, vivo en la Provincia de Entre Ríos Argentina, en las costas del majestuoso Río Paraná, en una pequeña ciudad llamada Diamante.
Aquí en la tranquilidad de los días vacíos de grandes ruidos o movimientos, desarrollo mis actividades diarias, que consisten básicamente en construir cotidianidad rodeada de buenas compañías, en un ámbito de tranquilidad, armonía, equilibrio, en la búsqueda permanente del bienestar.
Estudié la Licenciatura en Relaciones Internacionales, y actualmente trabajo como Interprete ingles español en simultaneo.
Me gusta escribir y relatar historias, también analizar la realidad. Acostumbrada a la vida en entornos multiculturales desde pequeña, veo y analizo el mundo como un todo, el mundo y sus contornos. Desde una pequeña ciudad del sur de Argentina, el Magdalena Medio en Colombia, México del Pacifico y hasta la Arabia Saudita musulmana, representan mi experiencia de vida. Los recuerdos advienen a mi permanentemente creando y deseando volver a los lugares transitados, queriendo relatarlos en su integridad.
Estudios superiores en la ciudad Rosario, Argentina me proporcionaron una visión internacionalista de las cosas, y me dieron un conocimiento profundo de las vinculaciones de entre las nacionales, los circuitos políticos económicos y culturales, además del conocimiento de las causas profundas de las guerras.
Me gusta ver el lado positivo de las cosas, el mejor lado de la humanidad, y con el poder de la palabra me gustaría poder derribar mitos, prácticas y costumbres arcaicas, me gustaría también retrotraerme en el tiempo y poder idear e imaginar el pensamiento pasado.
Actualmente vivo con mis tres hijos en la ciudad de Diamante, Entre Ríos Argentina, su nacimiento me introdujo al mundo de la maternidad, y verlos crecer es mi aliciente para seguir adelante. Creo que escribir es otra forma de vivir, nos trasladamos a lugar inhóspitos, a lugares lejanos.
A veces me pregunto cuál es la realidad, si la realidad es la cotidianeidad y lo que acontece durante el día, que es lo otro que experimento, esa especie de ensimismamiento, las experiencias extra sensoriales, las creaciones de mi mente, o simplemente otra forma de vivir la vida. Y cuando no hay nada de que agarrarse, nada a lo que aferrarse, yo trenzo, trenzo el aire mismo y el vacío lo lleno y lo contengo con palabras.
Las palabras se entrecruzan como si las estuviera trenzando, las entrecruzo una y otra vez, y creo las más bellas historias, y los más bellos relatos.