Nieves Mingueza es una artista y fotógrafa nacida en España y radicada en Londres. Su trabajo lo realiza alterando fotografías propias y no propias, mediante collage o intervención de borrado, con la idea de mostrar temas como la memoria, la mujer, la individualidad, la colectividad, las discriminaciones, la inmigración, la salud mental y varios conflictos humanos. Ha expuesto sus obras en varias galerías de arte ubicadas en el Reino Unido, Francia, España, Escocia e Italia. En el 2019, IIKKI Books Editorial publica el libro All other voices gone, only yours remains ('Todas las demás voces han desaparecido, solo queda la tuya') acompañado de un vinilo/CD de la banda The Humble Bee y Offthesky en una conjunción ¡sublime!

Mi desconocimiento sobre la fotografía es mayor al conocimiento que pueda tener del tema; no obstante, no significa que esté fuera de mi espacio de reflexión, sobre todo cuando se está frente a una artista con una obra tan contundente.

La mayor parte de los proyectos fotográficos de la artista tienen una peculiaridad: una decisión deliberada de representar a las mujeres sin rostro o con rostros que no se perciben con claridad. Esta supresión la realiza mediante el collage, técnica que potencia la despersonalización. Combina fragmentos de imágenes y textos elaborando una narrativa que resignifica cada uno de los componentes, y la convierte en un discurso visual sofisticado; esta mezcla con otras historias y elementos visuales sugiere una invasión del poder que fragmenta la identidad de la(s) mujer(es) representada(s), la(s) convierte en incompleta(s).

La elección que realiza Mingueza está cargada de significado. En primer lugar, despojar a las figuras de la individualidad; también, la combinación de diferentes imágenes parece querer reflejar cómo las experiencias de las mujeres son moldeadas e influenciadas por fuerzas externas, como la opresión y la violencia. Así, las obras transmiten la idea de que la identidad femenina no es unitaria, sino que está compuesta por múltiples capas y voces que a menudo se superponen y chocan, creando una imagen más rica y detallada de la realidad.

La artista suele intervenir imágenes de fotografías casuales, y construye la narrativa tomando una serie de decisiones para lograr comunicar la obra en un lenguaje perfectamente entendible.

Pero Nieves Mingueza también le da voz a otros colectivos minoritarios, como los inmigrantes y los niños, mostrando la violencia social e institucional sobre estos. Su producción artística refleja la problemática de un consumismo y capitalismo desmedido; las consecuencias del dominio masculino por sobre las mujeres, hechos que a veces derivan en acciones criminales; la brutalidad del abandono de un lugar de origen en busca de mejores condiciones de vida y la deshumanización y maltrato que enfrentan en los nuevos entornos a los que llegan.

“La enfermedad de Suzanne”

Respecto a este proyecto, la artista lo relata en su web de qué manera nació. Tras mudarse a un antiguo edificio en el sur de Londres que había sido hospital psiquiátrico, una noche se sorprendió por un ruido que la llevó a descubrir un altillo oculto. Allí encontró una maleta llena de fotos, cartas y documentos que pertenecieron a una mujer llamada Suzanne, que resultó ser una maestra vietnamita que se trasladó a Londres en los años 70 siguiendo un amor. Con el tiempo enfermó, perdió el habla y sufrió de un profundo aislamiento.

La fotografía número uno es un collage de dos fotografías con un significado muy potente. En la imagen vemos el cuerpo de unas jóvenes adolescentes, todas vestidas con el mismo uniforme escolar. A estas figuras femeninas se les ve el torso y la parte inferior; la artista suprimió la cabeza de todas en un corte longitudinal. La otra mitad hacia arriba, un crucifijo ubicado en el centro de la foto, en una habitación oscura, paredes un poco derruidas, bastante deprimente.

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El crucifijo es otro de los símbolos poderosos; en este contexto, su presencia critica no solo la religión y su papel en la perpetuación del dominio y la violencia de género, sino también la forma en que la institución eclesiástica se erige como autoridad moral, dictando la mentalidad y la moral, sobre todo, de las mujeres.

Otro trabajo que atrajo mi atención es la fotografía número dos. Con la supresión de los rostros, los componentes objetivos de la imagen se resignifican y se convierten en otro mensaje. Las figuras femeninas son estudiantes que están distribuidas en filas. La figura central, que tiene un rostro visible, se destaca entre las demás. Este contraste de presencia y ausencia Mingueza nos permite sugerir un enfoque en la individualidad versus la masa.

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Pienso si tal vez no sea Suzanne la distinta, la que se enamoró del inglés y se atrevió a ir por su sueño, rompiendo con el mandato social de su entorno. Me transmite nostalgia; la joven soñadora nunca debió haber imaginado que su memoria se iba a perder por su enfermedad.

“Una de cada tres mujeres”

En este proyecto "Una de cada tres mujeres", la artista Mingueza aborda la violencia de género; en su sitio menciona datos oficiales de la ONU: 1 de cada 3 mujeres lo sufre. Enfatiza cómo la ocurrencia en privado dificulta su visibilidad. Utiliza diversas imágenes, como collages familiares y escenas de crímenes, para resaltar el problema de la invisibilidad del abuso.

La fotografía número tres, con el trabajo de alteración de rostros que realizó la artista, es una de las que más impresiona por su contundencia. La imagen tiene una estructura de cuadrícula, donde la disposición en filas y columnas crea un orden visual. La alteración de los rostros genera un sentido de silenciamiento total. No hay un solo rostro visible. La artista menciona en la descripción de esta obra que el color rojo indica un desenlace dramático de las víctimas, sea fatal o no.

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La foto tiene añadido un texto: "one in three women globally are subjected to violence" ('una de cada tres mujeres en el mundo es sometida a violencia'). Esta frase no solo proporciona información, parece una advertencia o un llamado a reflexionar sobre la gravedad del problema. Al presentar simetría y repetición de imágenes, genera un efecto acumulativo que puede hacer que el espectador de la imagen sienta el peso de la estadística presentada.

Otra imagen cruda y muy potente de la misma obra es la fotografía número cuatro, también del mismo proyecto. Mujeres que parecen pertenecer a distintas capas sociales: diferentes edades, intelectuales, amas de casa, deportistas y profesionales. Todas con un elemento común: en la fotografía, sin rostro; en la vida real, con violencias ejercidas sobre ellas.

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“La sala de espera”

La fotografía número cinco es una de las imágenes que, además del dramatismo que sugiere retratar a la mujer sin rostro, evoca ese mundo tan íntimo donde solo uno habita; no hay lugar para más, es el yo que no se puede callar, ni tampoco acallar. Una mujer y, arriba de su cabeza, las vías de un tren. En este proyecto, la artista quiso mostrar las complejas realidades que viven las mujeres con su salud mental. Especialmente tuvo el objetivo de rendir homenaje a su madre, afectada por el síndrome del nido vacío por la mudanza de sus hijas cuando adultas, hecho que la hizo entrar en una difícil depresión. En palabras de la artista, en este álbum quiso retratar la soledad, el insomnio, el alcoholismo, la depresión, la gentrificación, el aislamiento, la ansiedad y el estrés. Su objetivo era mostrar un espacio donde otras mujeres pueden verse reflejadas y la sociedad tenga una mejor comprensión sobre la problemática del desequilibrio emocional.

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Por último, en el mismo proyecto tenemos la imagen número seis. Imagen donde hay una dualidad muy potente. Mingueza quiso retratar el problema del alcohol que enfrentan muchas mujeres. Por un lado, observamos la celebración y el consumo social, simbolizado por las copas, y por otro, una realidad más íntima y a menudo oculta de la lucha que puede surgir de esta relación con el alcohol. Una composición fotográfica que invita a reflexionar sobre esta problemática en la vida de las mujeres, que además tiene un rechazo social más contundente que el mismo problema en los hombres.

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El trabajo artístico de Mingueza se conecta con la historia del arte y la representación femenina. Al despojar a las mujeres de sus rostros, sus obras son un viaje a las narrativas históricas que han rodeado a la figura femenina y cómo estas representaciones han influido en la percepción que la sociedad tiene de ellas.

La carga emocional de las obras no se puede ignorar. Susan Sontag decía que la fotografía no es un medio pasivo; exige una reflexión crítica sobre lo que vemos y cómo lo entendemos. La composición que la artista hace es deliberada; con su arte provoca una respuesta emocional en el espectador, y nos desafía a cuestionar las injusticias que a menudo permanecen invisibles.

Todas las imágenes son creaciones de la artista Nieves Mingueza y fueron extraídas del sitio web de la autora.