Es delito ser mujer. Es un delito aún mayor ser mujer y tener talento.

(María Izquierdo)

Sobre la resistencia y el arte

¿Que hace resistente a una obra artística? En el libro Feminismo y arte latinoamericano de la investigadora y escritora Andrea Giunta (lo recomiendo con fervor), la autora invita a la reflexión sobre las distintas miradas que hacen que una obra sea reconocida como resistente.

Por un lado, oponerse a un opresor puede contemplar la resistencia desde el hecho artístico resguardándose a través de las formas del meta mensaje, protegiéndose del opresor en la dificultad de éste por identificar los códigos que subyacen (accionar desde el bajo perfil), otra mirada promueve el acto colectivo, visible y tangible en post de movilizar los actos y cambios sociales con el entendimiento de aquellos responsables u opresores.

Creo que ambas miradas conviven como caminos de múltiples vías. En mi opinión, para que exista un hecho artístico de resistencia los códigos culturales necesitan compartirse, el contexto toma un protagonismo primordial y la construcción de sentido se expande dentro de la obra que resiste debido a que tiene la intensión de concebirse así y porque la construcción social (el público) así lo determina.

El mural que finalmente es

En 1902 nació María Cenobia Izquierdo Gutiérrez en Jalisco, México. Su vida artística está marcada por su provocadora visión y su honesta búsqueda en la representación de la cultura mexicana y de su perspectiva personal del mundo, pero también por una lucha tediosa de menosprecio por su género, demasiado talento dentro de un cuerpo de mujer acobarda hasta al más diestro.

En 1928, debido a la repercusión que tuvo su participación en una exposición colectiva en su tierra, María se transforma en la primera mujer mexicana en exponer en la meca del Arts Center de Nueva York. Pero demasiado reconocimiento hace ruido y batallando a lo largo de su carrera artística contra los egos de sus “colegas”, éstos lograron ponerla en las sombras.

En el año 2021 en Oaxaca más de 100 artistas mujeres se reunieron para pintar el mural que debió poder pintar María en 1945, y que la hubiera trasformado en la primera mujer en poder pintar un mural en un espacio perteneciente al estado gubernamental.

La historia de este mural es un hito que trasciende los tiempos, y que lamentablemente se repite una y otra vez cualquiera sea el contexto.

En 1945 María Izquierdo es “contratada” para realizar un mural en el Palacio de Gobierno de la ciudad de México. La temática a retratar era “El progreso en la ciudad de México”. María finaliza los bocetos, pero nunca logra pintarlo, porque le cancelan el proyecto repentinamente sin explicaciones. Cuentan que la descalificación del monopolio artístico encabezado por Diego Rivera y José Orozco determinan que sus bocetos no están a la altura, o que las dimensiones son demasiado grandes para que lo realice una mujer, y que es preferible que lo pinte en un mercado.

En fin, demasiado talento en un cuerpo de mujer.

El boceto de María Izquierdo fue rescatado de la historia sabiamente. Su reconstrucción llamada El mural que debió ser mantuvo el espíritu plasmado por María, reemplazando las imágenes de los hombres por niñes y mujeres.

A través de esta historia de redención, es que la obra de María Izquierdo se me presentó imponente y viva (y a su vez tan actual). Sus mujeres equilibristas tan fuertes sobre caballos circenses, su amor por el valor de su cultura, el uso de colores primarios quebrados sobre tierras, sus atmosferas desoladas, la representación de los cuerpos femeninos y de las infancias, tan reales, tan nosotras.

Ser una más, dando una pisca de luz a esta impresionante artista se transforma en una forma de resistencia.

Es resistir a una más de las violencias de genero que se perpetúan aún en nuestros días: la invisibilización histórica.

Esta es una invitación a sumergirse en la obra artística de María Izquierdo, descubrir su alegría, su pena, su manera de mirar y vivir el mundo. Así, disfrutando de su arte la volvemos eterna.