Es fin de semana y solamente quieres quedarte en el sofá viendo una peli. Pones la tele y navegas por numerosas cadenas, pero nada llama tu atención.
De pronto, el canal más aleatorio te atrapa. Créditos iniciales en cursiva, imágenes de gentes preparando adornos navideños, una ciudad cubierta de nieve y superpoblación de Santa Claus…
Pero eso no es lo que más te llama; es esa música extrañamente similar al manido villancico de siempre que, pasado un rato, empieza a acribillar tu nervio auditivo y parte del vestibular con sus insistentes campanas de fondo. Y entonces aparece nuestra protagonista del sábado: joven, trabajadora, inflexible, desafortunada en el amor, con trasfondo traumático y jefe/a tirano/a.
Seguramente se llama Kate, y luce rizos perfectos hechos con tenacillas. Porta un café entre sus enguantadas manos mientras se apresura a llegar a la oficina, donde el guion de la película que no sabe que protagoniza le aguarda una sorpresa navideña (es aquí cuando aparece una persona mayor que rompe la cuarta pared para guiñarte el ojo con encanto mágico-festivo)….
No nos sorprendemos demasiado cuando Kate recibe la noticia que marcará la trama nada predecible de su película: tiene que aceptar un proyecto repentino lejos de la ciudad… ¡que la obligará a trabajar durante las fastidiosas navidades!
La cuadriculada vida de Kate queda trastocada por la imagen del que será su nuevo destino navideño: un lugar que se encuentra en la otra punta del país y es frío, es frío y humilde o es frío pero con toques de inventada realeza europea.
Ya no hay escape posible. ¿Cómo vamos a dejar a Kate sola ante la adversidad? ¿Cómo va a sobrevivir una cosmopolita inflexible, marcada por las decepciones sentimentales y el rechazo a la Navidad, en ese nuevo destino agresivamente navideño? Pues… siguiendo el guion. Y para asegurarnos de que lo hace, decidimos dedicar nuestra próxima hora y media a acompañar a Kate, aunque sepamos de sobra cómo va a ir y a acabar su película.
Seguro que te has imaginado rápidamente a la protagonista, los créditos iniciales, la música, la trama… Porque probablemente hayas visto más de una (y de diez) películas que comienzan prácticamente de la misma forma.
Sí, ¡lo has adivinado! Hoy, aprovechando la resaca navideña, quiero hablar de esas películas que forman parte activa o pasiva de nuestra vida, convertidas en clásicos festivos para muchos y en un bien básico para la televisión: ¡las películas navideñas de bajo presupuesto!
Voy a hacer un breve viaje en trineo por algunas de las cintas que veo con ilusión cada año, por si acaso alguna no sabías que existía; así podrás usarla de reserva en las próximas fiestas, cuando te enfrentes al sempiterno conflicto del «¿y qué vemos ahora?».
Para cada cinta incluiré premisa, clichés cachés, clichés corsés y conclusión personal.
«¿Qué es eso de clichés cachés y clichés corsés?», te estarás preguntando. Pues son… conceptos que me acabo de inventar. Pero, espera, ¡que tienen sentido!
Algo caché es algo de calidad. Así, me referiré a los clichés romántico-navideños bien desarrollados y adaptados al guion como «cliché caché»: esos clichés que sabemos que lo son pero que nos encantan cuando están bien introducidos en la trama.
En cambio, los «clichés corsés» serán aquellos que aparecen en la cinta algo encorsetados, como si los hubieran metido a la fuerza porque tocaba, porque se estaban quedando sin metraje para elaborar más la trama, etc. ¿A que ahora tienen sentido?
Bueno, pues ya solo nos queda aplicar este esquema a las cuatro películas escogidas…
Jo, jo, jo, ¡vamos allá!
"Otro beso en Navidad" (A Christmas Kiss II. 2014)
Premisa: un donjuán encantador se topa en un ascensor con una pobre asistente que porta un favorecedor atuendo de Mamá Claus, por circunstancias de guion. El flechazo mutuo es instantáneo, pero las habilidades celestinescas del ascensor lo son aún más: ¡nuestros protagonistas se quedan atascados! ¡Con toda esa atracción en el aire! Y a ellos no se les ocurre otra cosa que besarse para enclaustrarse más. Al arreglarse por fin la avería, Mamá Claus descubre el casanovismo (esta palabra también me la he inventado) del protagonista, tornando así su romántico encuentro en animadversión. Entonces descubre que el desconocido con quien se ha dado al muérdago es el hermano de su jefa… ¿Qué podría salir mal?
Cliché caché: El tipo encantador y casanova se enamora perdidamente de la mujer que menos interés muestra. Ella tiene claras sus prioridades (su trabajo), y no le puede importar menos la existencia de este señor. Resulta realista la dinámica que se establece entre ellos; sobre todo porque, aunque él haga un uso algo vergonzante de sus encantos para tratar de encandilar a Mamá Claus, ella sigue con su vida como si nada. Resulta cansino, pero la protagonista lo ignora sin problema alguno. Ella, ¡a lo suyo!
Cliché corsé: El protagonista experimenta una suerte de transformación emocional a raíz de un beso con una desconocida en un espacio claustrofóbico. De la noche a la mañana decide convertirse en un hombre, aunque ya ande por la treintena. El cambio de casanova ocioso a hombre serio y responsable es tan notable que hasta la hermana del transformado/jefa de Mamá Claus lo recalca en varias ocasiones. Ni que el beso hubiera sido un retiro en el Tíbet….
Cliché caché: Los vínculos que crean durante momentos ñoños en horas bajas, compartiendo sus respectivos traumas y tribulaciones. ¡Se entienden y aprenden a conocerse de verdad! Eso es bonito.
Cliché corsé: El final navideño apoteósico; esto es, la confesión final de amor eterno, que resulta algo extrema y surrealista en este caso. Pero casi que la evolución repentina de niño inmaduro a hombre entregado del protagonista es igual de difícil de creer. Si has llegado a este punto de la película… casi que aceptas pulpo como animal de compañía ya.
Conclusión
Aunque el protagonista pueda resultarte cansino y/o darte vergüenza ajena en ocasiones, la pareja termina resultando «cuqui» por esfuerzo del reparto, el guion y el espectador. Lo mejor es que esta es la segunda película de la saga, y la primera es aún más surrealista. Quizás porque el anterior protagonista mantiene cara de estreñimiento toda la película y, aun así, consigue enamorarse y enamorar. Eso sí: si hacen una tercera entrega, ruego que bajen la intensidad con los finales románticos de esta saga… Y que empiecen a arreglar los ascensores.
"Un príncipe para casarse" (Royal Matchmaker. 2018)
Premisa: Una reputada celestina profesional (no es broma), por supuesto llamada Kate, recibe el encargo de su vida: tiene un mes para encontrarle una esposa a un problemático príncipe a petición de su padre, el rey de Voldavia, un país frío con toques de inventada realeza europea. Nuestra celestina viaja hasta allí para conocer al príncipe y encontrar a su media naranja entre jóvenes de alta alcurnia. Él es frío por naturaleza y realeza; ella, por guion (les debió de faltar metraje para explicar su historial amoroso). Ella tiene éxito en el amor ajeno pero no en el propio; él lo tiene con las mujeres, pero su cinismo le impide enamorarse. ¿Conseguirá nuestra alcahueta que el príncipe siente la cabeza? ¿Quién será la futura esposa del atractivo príncipe?
Cliché caché: «Enamorarme se me da fatal. ¡Uy! ¡Me he enamorado de un príncipe en menos de un mes!». Como decía antes, este es el tipo de cliché que ya esperamos pero que nos encanta igualmente. Él al principio es algo insoportable, encantadoramente cínico y preguntón, pero luego resulta ser un alma cándida y caritativa. Prueba de ello es una foto no revelada a la prensa valdoviana (o como se llame) de él con unos niños en Brasil, que para nada es falsa. Por si esto te anima a ver la película, la foto sale lo suficiente en pantalla como para que termines desternillándote de la risa en mitad del momento de vulnerabilidad emocional del príncipe cuya cabeza han cortado y pegado. Momento de oro.
Cliché corsé: La enésima ambientación en un país inventado que termina por «-ovia» y que, pese a estar en algún lugar del continente europeo, presenta habitantes con un acento extrañamente británico. Por mucho que gusten los reinos inventados (y, créeme, a mí me encantan), creo que ya es hora de ir ampliando fronteras, situando estos reinos en otros continentes como Asia o África. ¡Uy! ¿Te imaginas un reino en la Antártida? Seguro que lo llamarían «Antartovia». Suena horroroso; pero yo, desde luego, vería la película.
Cliché caché: Pese al histerismo de ella por no poder hacer su trabajo y el continuo esfuerzo de él por precisamente impedírselo, acaban teniendo sus momentos de intimidad y sinceridad. Se cuentan los traumas y tribulaciones en horas bajas y… Esto me suena haberlo dicho ya. ¡Ah, sí! Es que las escenas de apertura de corazón son marca registrada de estas películas. Pero encajan bien en esta cinta, porque hablan en lugar de discutir o mirarse con tirria y anhelo; así, el romance es más creíble. Dentro de lo creíble que puede ser un romance forjado en menos de un mes entre un príncipe y una casamentera que se le pega a la espalda todo ese tiempo por temas laborales, claro.
Cliché corsé: Él no abría su corazón, pero ella le ha enseñado a hacerlo… con otra chica. Esta artimaña es muy típica para crear el drama final de la película y conseguir así la manida escena de la protagonista marchándose el mismo día del evento en torno al que gira la trama, aguardando su medio de transporte con dolor de amores. ¿Era realmente necesario añadir a una pobre muchacha (muy compatible con el príncipe) para que los protagonistas se den cuenta de algo? ¿De veras tenía que aguantar tener que decirle al príncipe que se marcha al final porque él está disperso por su casamentera? Vaya tela….
Conclusión
Pese a la inolvidable foto, el uso de una chica decente como recurso para generar drama entre los protagonistas y una escena en la que el propio rey termina por hacerle de casamentero a la casamentera para lograr que se case con su hijo (yendo hasta a buscar a la plebeya a la estación de tren), esta es una película que veo todos los años. Ella es muy expresiva, él es un dramático y juntos son un cuadro… Pero, al final, el cuadro resulta bonito entre príncipes profundos de monarquías inventadas, vestidos con brillibrilli, celestinas con pedigrí que nunca se enamoran pero de repente lo hacen y mariposas en el estómago (¡esto no lo digo yo; es un tema recurrente en la película!).
"Navidad en la plaza" (Christmas on the Square. 2020)
Premisa: Una inflexible y huraña urbanita (¡qué inesperado!) regresa a su liliputiense pueblo (solo tiene tres calles y cuatro locales), con la intención de venderlo entero (por lo visto puedes vender pueblos). Contra esta noticia, los ciudadanos de la villa Playmobil tratan de hacer que se retracte de todas las formas posibles y, de paso, inician una revuelta con el pastor local guiando al pueblo.
Cliché caché: Ver a Christine Baranski recibir lecciones en forma de canción de una niña pequeña. Siempre son los niños quienes ablandan el corazón del villano, pero, en este caso, la niña tiene carácter, madurez y talento musical suficientes para convencer hasta al espectador de su visión de la vida. Además, no es la típica niña dulce a lo «Annie» en su nueva vida… Es más bien como Annie cuando canta enfadada (y con razón) porque tiene que trabajar.
Cliché corsé: La típica historia de amor fallido entre Christine y el anticuario local no tiene ni pies ni cabeza. Los guionistas intentan aportar algún sentido y mucho drama, pero al final el número musical sobre su historia resulta irrisorio. Y la reconciliación exprés porque se acaba la película y porque toca… Me creo antes que una sola persona pueda vender un pueblo entero, fíjate.
Cliché caché: La diversidad del reparto, sin caer en clichés rancios. Mujeres con cuerpos no normativos casadas con hombres de belleza normativa, niños que no caen en cursilería navideña, Dolly Parton haciendo de ángel flotante superconvincente, personajes que lidian con enfermedades serias que por una vez no arrebatan existencias… ¡Hay de todo y para todos!
Cliché corsé: El paso de arisca villana a implicada pueblerina. La película tiene metraje suficiente para desarrollarlo, pero su redención ocurre más rápido que los cambios de vestuario de Dolly. A lo mejor es porque le acaban haciendo una lobotomía los de la villa Playmobil para que deje de incordiar… Uno nunca sabe.
Conclusión
Números musicales longevos, canciones diversas sobre la dificultad de quedarse embarazada o la importancia de ser valientes en un pueblo que nadie conoce, giros nada esperados de trama, reminiscencias de Navidades más felices, accidentes trágicos resueltos antes de que parpadees, Dolly mendigando a tiempo parcial y evangelizando a tiempo completo… De la mano de Dolly Parton, ¡hasta las tramas más surrealistas terminan por convencerte y entretenerte!
"Atrapado en la Navidad" (The Spirit of Christmas. 2015)
Premisa: Kate (sí, otra vez) es obligada por su jefe (¡vaya!) a pasar las navidades en una propiedad cuya compra quiere negociar (¡La propiedad es fría! ¡Y remota!). Nuestra Kate prototípica, una cosmopolita que odia la navidad, termina por alojarse unos días en la propiedad. Lo que empieza por creer que se trata de una casa paranormal resulta ser la vivienda de un convenientemente atractivo y huraño fantasma vintage que solo se aparece durante navidad y que se niega a vender la casa. Kate termina por ayudar al insoportable fantasma a resolver su asunto pendiente: la desconocida causa de su muerte. ¿Conseguirán Kate y el fantasma convivir? ¿Lograrán resolver el misterio para que él pueda irse, o cambiarán sus deseos navideños?
Cliché caché: ¡Lo que me gusta a mí un enemies-to-lovers (enemigos-a-amantes)! Es una temática hilarante que funciona en esta trama. Además, esta película se lleva al premio a la convicción. Como tienen que convivir no les queda otra que tratarse de forma decente, lo que les lleva a desarrollar una suerte de relación de compañeros de piso/co-detectives/amigos. Ella jamás se enamora; él se enamoró en vida y ahora ha hecho del cinismo y el mal humor su personalidad (esto también me suena)… Pero con tanta convivencia, magia navideña y conversación sobre la vida de él buscando la verdad, y sobre la de ella buscando entretenimiento, ¡el romance resulta plausible y bonito al final!
Cliché corsé: Puede resultar un tanto incoherente con lo anterior, pero, el manido cliché de la mujer que jamás se enamora y de pronto lo hace en cinco minutos sigue sin convencerme del todo. Puede enamorarse del fantasma; pero de ahí a tratarlo como si fuera el amor de su vida a quien está dispuesta a esperar cada año para pasar con él doce días… Si fuera el fantasma, yo lo vería sospechoso. O Kate cambia más de opinión que de ropa de leñador navideña o tiene una extraña obsesión por un ser incorpóreo que solo deja de serlo doce días al año. No sé yo…
Cliché caché: Una vez más, nos encontramos con personajes que verdaderamente dialogan, escuchan al otro y comparten sus intimidades. Y la película demuestra lo equivocados que pueden ser los prejuicios. Ella parece una mujer inflexible y poco empática y él, un hombre amargado con el que es imposible convivir. Sin embargo, ella muestra gran empatía al ofrecerse a ayudarlo, y él demuestra ser un buen compañero de piso al montar guardia en el cuarto de ella por si aparece algún ente oscuro (¡tiene toques de terror y todo!). ¡Míralos, qué majos los dos!
Cliché corsé: Similar al caso de la Kate anterior, esta película hace uso del amor en vida del fantasma como recurso dramático para que la trama resulte aún más intensa en su etapa final. A esta pobre muchacha se la retrata como un ente oscuro (el mencionado anteriormente), una posible villana y, ya al final, como la causa del dolor de Kate. Hablando del final, eso sí que es algo que definitivamente metieron con calzador, porque no tiene ningún sentido. Y tampoco es que se molesten los guionistas por dárselo; simplemente esperan que celebres el final y no te lo preguntes…
Conclusión
Soy el tipo de persona por la que los guionistas no se molestaron en explicar el final porque, cada vez que lo veo, yo lo acepto sin más llevada por las albricias navideñas. Al final te encariñas con todos los personajes (menos con el jefe tirano), te involucras en el misterio no tan misterioso y te alegras por los protagonistas como si fueran amigos tuyos. ¿Qué más se le puede pedir a una película navideña de bajo presupuesto?
Si ves suficientes películas de este tipo, acabarás viendo a los mismos actores enamorándose una y otra vez de distintas personas, con distintas tramas y clichés navideños. Una vez que te enganchas y les coges cariño, ver estas películas en época festiva es como volver a casa. Algunos de los actores se repiten tanto en los papeles principales que uno comienza a preguntarse si es porque obtuvieron un Doctorado en Estudios de Cine de Bajo Presupuesto en la universidad de Hallmark, o porque se han hecho con el monopolio del protagonismo en estas producciones (porque, además, de ahí no salen, la mayoría).
Pero lo bonito de esta industria es precisamente que, gracias a la cerrada rotación actoral, todo queda en casa: puedes ver a tus actores preferidos como miembros de la realeza, miembros de la plebe, donjuanes reformados, trabajadores autoexigentes, fantasmas encantadores, celestinas profesionales… ¡Como una pequeña gran familia de infinitas posibilidades! Una auténtica maravilla navideña (es aquí cuando aparezco para romper la cuarta pared y guiñarte el ojo con encanto mágico-festivo).
Continuará…