Mi nombre es Paloma Rico Fernández. ¡Encantada de conocerte! Pasa y siéntate, que voy a cantarte la gesta de mi vida al estilo trovador -de un modo figurado-, por supuesto-
Yo nací antes de lo previsto, probablemente por entonces ya llevada por la inagotable curiosidad por el mundo que siempre me ha caracterizado. Nací justo al final del siglo pasado, en 1999. Quizá por ello siempre me ha atraído tanto lo nuevo como lo pasado. En cuanto me despegué de los brazos de mi madre comencé a cantar, bailar, gesticular exageradamente, involucrarme demasiado en películas y cuentos, actuar como si fuera una princesa Disney y, en general, a vivir intensamente en mi mundo de fantasía de color rosa (esto sí que es literal; el rosa siempre me ha definido). Con el paso de los años, ese mundo de fantasía se fue ampliando y transformando acorde a mis distintas etapas, pero sin perder jamás mi entusiasmo, curiosidad y espíritu soñador y apasionado.
Conocí la lectura como se conoce a un buen amigo: poco a poco, ganando confianza y estrechando lazos casi sin darse cuenta. De esa simbiosis tan especial con la lectura surgió en mí la necesidad imperiosa de contribuir a tan maravilloso mundo desde el otro lado de la página, escribiendo mis propias historias. Así, me convertí en soñadora a tiempo completo de mil historias que algún día pudieran ver la luz bajo el sello de mi pluma (rosa, por supuesto). Y, entonces, mi camino académico quedó irremediablemente trazado: no concebía mi inminente etapa universitaria sin estar estrechamente ligada a la palabra. De modo que, contra todo pronóstico y pese a las reservas de algunos, me matriculé en Estudios Ingleses e inicié mi empresa académica en la ciudad de Cervantes: Alcalá de Henares.
Sí, me especialicé en Humanidades, pero también me encantan las Ciencias. ¿Podría haber estudiado otra carrera un poco más, digamos, lucrativa? Pues a lo mejor (según dicen, trabajar de la literatura no es exactamente lo más beneficioso económicamente a no ser que seas como Allende o Murakami).
Aun así, ¿estoy convencida de que de haber tomado otro camino no habría sido tan feliz como lo fui estudiando en tierra cervantina? Pues sí; definitivamente, sí. Dedicar cuatro años a leer y analizar un sinfín de increíbles obras en lengua inglesa, al tiempo que mantienes estrecho contacto con tu lengua materna a través de la traducción y con el idioma francés que conociste en el colegio, resultó maravilloso.
Poder realizar uno de esos cuatro años en una universidad irlandesa donde aprender desde inglés antiguo hasta cómo tratar con duendes irlandeses fue un privilegio dentro del regalo que fue mi carrera. Por si alguien se lo pregunta: no, no llegué a conocer a ningún duende. El Covid-19 me mandó derechita a casa el mismo día de San Patricio. Y fíjate si me enamoré de Estudios Ingleses que acabé obteniendo el Premio Extraordinario de Fin de Carrera; aunque estoy bastante segura de que no premiaron mis notas, sino mi incansable entusiasmo, pero bueno.
Algo más tarde y antes de poder procesarlo, me vi en tierra de Austen y Shakespeare a punto de comenzar un máster en la famosa y longeva universidad de Cambridge (¡tan longeva que mi college es más antiguo que la imprenta!).
Durante nueve meses, estudié literaturas y culturas europeas y latinoamericanas, además de literaturas y culturas comparadas y un inesperado pero enriquecedor curso de Paleografía con una profesora que siempre traía su cajita de biscuits para compartirla con nuestro club de los cinco. Tan adorable como surrealista.
En realidad, la sensación de vivir en una realidad paralela no me abandonó en ningún momento. Estudiar con un ilustrísimo y experimentado profesorado que acostumbraba a recitar párrafos de obras en diversas lenguas como si tal cosa, asistir a eventos portando una pesada toga de hechicera, conocer al mismísimo Eduardo Mendoza… Estas son solo algunas de las muchísimas experiencias inolvidables que tuve la fortuna de vivir (si sigo enumerándolas, no paro). Y el caso es que, más allá del prestigio, el lujo de las cenas de gala o las charlas literarias frente a la chimenea del despacho de mi supervisor, me llevé algo infinitamente más valioso: un conocimiento y aprendizaje sin igual, tanto a nivel académico como personal.
Allí encontré a personas excelentes; no excelentes por sobrevivir a la omnipresente y omnipotente exigencia académica sino excelentes por su calidad humana, diversidad de ideas y pensamiento e inspiradoras historias de vida y de origen. Me siento muy afortunada de haber podido tener la oportunidad de estudiar y aprender donde y con quien lo hice.
Ese es, probablemente, uno de los motivos por los que tanto tú como yo hemos llegado hasta aquí. Y es que, esa necesidad imperiosa de compartir y aprender de otras personas a través de pasiones comunes que me llevé de Cambridge no me abandonó cuando cogí mi último avión de vuelta a Madrid. ¡Me encantaría poder compartir impresiones e ideas contigo! Me apasiona la literatura (prosa, poesía y teatro), el cine (soy esa persona que recuerda por algún motivo una cantidad imposible de nombres de actrices y actores y otros «datos de interés»), el teatro y el teatro musical, la música en todos sus géneros, la pintura y escultura, la danza, los videojuegos y, por supuesto, los idiomas.
Creo que no lo he mencionado antes, pero soy bilingüe de español e inglés y también hablo francés, italiano y coreano. Acabo de empezar un curso autodidacta de japonés y tengo pensado estudiar alemán y portugués… ¡y cualquier otro idioma que termine por fascinarme! Por otro lado, hace poco finalicé un curso en Gestión Cultural a través de IGECA en colaboración con EUNEIZ y FIBICC, estoy aprendiendo a tocar el piano y a practicar la (cansadísima) disciplina del yoguilates.
Pese a tener una mente siempre hambrienta de más conocimiento y estímulo, lo cierto es que suelo desaparecer del mundo exterior para conectar con mi inquieto, bullicioso y rico mundo interior. En ese tiempo leo libros, webcomics y manhwa, escribo poesía y ficción (¡y ahora artículos!), escucho música y canto sin parar (culpo al coro escolar), me involucro emocionalmente con películas y personajes y sufro/disfruto viendo doramas, me estreso/divierto viendo gameplays… O, simplemente, disfruto de todo lo que la naturaleza me ofrece con un paseo o un simple instante de silencio entre flores, árboles y cualquier animal que se preste a acompañarme (¡parezco una princesa Disney diciendo esto!). Lo cierto es que disfruto con cualquier actividad que enriquezca mi alma y mi mente.
Lo único que me queda por mencionar es que actualmente me encuentro buscando trabajo. Además de publicar un libro, mi mayor sueño es trabajar de editora, ayudando a personas que quieren alcanzar el mismo sueño que yo siempre he tenido. Aunque cualquier empleo me haría ilusión: asistente editorial, correctora y/o revisora de textos, lectora, traductora, escritora/adaptadora de guiones, lectora para audiolibros, dobladora… Cualquier ocupación que tenga que ver con la cultura y con hacer del mundo un lugar más rico, artístico y mejor.
Espero que mi sentimental soliloquio te haya ayudado a conocerme un poco más. También espero de corazón que mis escritos te gusten, inspiren o, como mínimo, te entretengan o ayuden a desconectar cuando más lo necesites.
Lo dicho: ¡encantada de conocerte! Que tengas un buen día :)