Sentarme a escribir. Cerrar los ojos para concentrarme y me sale la lista de pendientes gritando: “yo primero” (los pagos), “es mi turno” (los chats que no he contestado), “cuándo voy a sacar tiempo para…” (hacer ejercicio, cocinar y comer comida saludable).

Siempre será más fácil evadirse y clavarse en lo que sea que saque el “feed” en las redes sociales. En el otro lado del cuadrilátero está la lista de pendientes, sonriendo, engordando.

Así, de manera breve, les comparto las maneras en que logro que haya paz: espacio para hacer, silencio, crear y por supuesto, escribir. Mi reto es reducir el infinito de posibilidades a una sola, estructurar, dejar salir todo lo que hay, buscar fuentes y editar. En este articulo no voy a citar ninguna fuente. Será mi propia experiencia para abrir la llave y dejar que las palabras formen el mensaje que se canaliza a través de mí. Así mismo, les cuento que estas técnicas las uso en las sesiones que acompaño, pues me han servido a mí y a mis consultantes a desbloquear emociones.

El campo: la contención

Antes de escribir es preciso establecer el campo: un espacio limpio y ordenado, con intimidad y silencioso, con buena vista, agradable, con buena temperatura, luminoso y acogedor. Porque con frío, hambre y poca luz es muy difícil escribir. Ese ideal es difícil de encontrar, en especial si se comparte sitio de trabajo en un cubículo o si se vive con alguien demandante o con una mascota que invita a jugar.

Los aliados y la música

Entonces vienen los aliados: los audífonos para aislar el sonido. Me ayuda escribir escuchando música sin letra. La que más promueve el flujo de mis palabras es la de Mozart. Cuando la escucho, siento que me da foco y me pone en movimiento. Cierra cualquier otra tarea y encuentro las palabras. Me da claridad sobre la estructura, puedo ver el principio y el fin. Me ayuda a sentirme libre de escribir todo, que todo vale y luego es trabajo de editar y organizar. También me ayuda editar, a desapegarme de lo que no corresponde en el flujo.

La web está llena de artículos que marcan los efectos de la música de Mozart, para estudiar, trabajar, aprender. En Spotify y YouTube hay varias “playlists”. Recomiendo una en Spotify que se llama “Mozart for the brain”.

Aceptar que escribo en colaboración con algo más grande

Con el espacio físico en disposición, hago espacio mental cantando un mantra o invocando “ayuda superior” para que lo que escribo esté libre de mi ego, de mis bloqueos e inseguridades y para no perder la fe cuando siento que no logro terminar o que ya está muy largo y no logro editar más. Es un momento también para aceptar que soy parte de algo más grande que escribe a través de mí.

Los pits y el método pomodoro

Con la solicitud de ayuda y la contención, me pongo límites con el método pomodoro. Establezco un periodo de trabajo de 50 minutos y descanso 10 minutos. En el tiempo de trabajo no hago más que escribir, o editar. En ese momento no hay nada más. En el espacio para descansar, voy al baño, tomo agua, como algo, hago movimientos de estiramiento, veo el chat y contesto si es urgente.

Esto es lo que permite el flujo ininterrumpido de escribir. El tema está inspirado, trabajado desde lo que nutre mi campo: las personas que frecuento, las conversaciones que tengo con ellas, lo que veo en televisión y cine, el contenido que veo en las redes sociales, lo que leo, la música que escucho, lo que sucede en mi medio ambiente, lo que medito, las emociones que me producen todo esto y las creencias que se ponen a prueba para descartar o afianzar según las acciones y las decisiones que tomo. El tema también se inspira en lo brota de mi “cita con el artista” semanal, sugerida por Julia Cameron en su método “El camino del artista”.

En esa inmensidad de lo que me pasa y como me siento podrían salir mares de palabras. Entonces lo que me ha ayudado a depurar lo que si corresponde escribir y lo que no ha sido, meditar y las páginas matutinas sugeridas en el método de Julia Cameron.

El camino del artista: las páginas matutinas y la cita con el artista

En su libro, Julia Cameron establece un método de doce semanas para desbloquear el flujo creativo. En esas semanas hay dos tareas constantes: escribir todos los días al despertarse tres páginas (páginas matutinas) y agendar una actividad para el gozo y el juego que Julia llama “cita con el artista”.

Esta cita es obligatoria y es la que me ha permitido cumplir con los anhelos que mueven mi corazón. Como es una cita para divertirse y es en solitario a veces es difícil agendarla y cumplirla. Primero, porque no se ocurren ideas de qué hacer y a veces da pereza hacerlas sin compañía. Sin embargo, una vez decidido qué hacer y ya metida en el vehículo que me lleva a esa cita solo queda divertirse.

Es parecido a la actividad de bañarse: me da pereza quitarme la ropa de dormir, me da frio estar desnuda, pero una vez adentro en la ducha, me cuesta salir del agua caliente. El ritual del baño para mi es otra de las actividades que me pone en flujo con las ideas, con las emociones, con las conversaciones que aún no he tenido en especial las de poner límites; cuando me llegan las ideas o las cosas cobran sentido. Salgo, “planchadita” y con claridad. Eso es lo que el agua me da, diría Florence and the Machine.

Les cuento una experiencia propia de una cita con el artista. El año pasado una de mis citas fue ir a una conferencia en el marco del festival de “Rock al Parque”. Era una tarde de charlas para artistas y agrupaciones musicales. Yo no toco ningún instrumento con maestría, pero siempre me ha gustado el rock. Haber ido a esas conferencias me puso en frecuencia con esa parte negada de mí que siempre ha querido hacer música. Esa intención fue tomando fuerza y apareció en mi campo la posibilidad de tomar clases de técnica vocal y de hip hop en el Instituto municipal de cultura donde vivo. La experiencia de esas clases ha dado profundidad y estructura a mi rango vocal y abrió la puerta para que escribiera letra e hiciera música en computador (beats).

La puerta creativa se abrió y estaba a una conferencia de distancia. Ya estoy inscrita para el segundo semestre. A las puertas de cantar “scat” y música andina para ampliar mi rango de voz. No importa si no es rock, estoy aprendiendo y dejándome mover por todo lo que sucede en el Instituto (conciertos y festivales) y el movimiento de hip hop que tiene varias expresiones creativas y de improvisación (grafitti, breaking, rapear y mezclar música). La mejor practica de eso que en terapia Gestalt se llama estar en presencia y en el presente.

Quiero hablar también de las páginas matutinas. En esas tres páginas se escribe sin censura. Así que sale todo “lo bueno, lo malo y lo feo”. En especial lo feo, lo que no comprendo, me frustra, me da rabia, lo injusto. No tiene que satisfacer a nadie. Ahí me puedo quejar, ser inmadura, ser insegura, maldecir. Nadie las ve, solo yo. Puedo escoger no volverlas a ver. La podredumbre sale, tiene vida, toma aire y se extingue. Como dice Shrek, “es mejor afuera que adentro”.

Al aceptar que también soy eso, como en el mito del origen de la diosa Lakshmi, queda espacio para la belleza, la abundancia, lo brillante, atractivo. Así, han fluido canciones, poemas, agradecimientos, cierres, claridad. Sí, porque todo termina, lo bello y lo putrefacto.

En estas páginas se va cerniendo día a día lo que corresponde dejar ir y lo que está al servicio y es nutritivo. “Todo me sirve, nada se pierde, yo lo transformo” dice Gustavo Cerati en la canción Magia y me anima a sacar belleza de este caos, pues eso es virtud (Deja vu). Yo los animo no solo a seguir sino a que compartan lo que producen. Eso me viene de Austin Kleon. Ahí les queda la tarea.

El bloqueo, la sin salida, la redundancia: Siesta, meditar, “go”

Con frecuencia no se cuál es el siguiente paso o me siento repitiendo y dándole vueltas a algo o simplemente ya no hay energía para seguir. Es momento de parar. Me ayuda meditar y hacer siesta. 20 minuticos son suficientes para el “reseteo”. Lo acabo de hacer. Me desperté con la cabeza clara. Creo que debería instituirse el derecho humano a la siesta.

Para los que están en la oficina y dormir no está bien visto, o para los que les cuesta levantarse luego de dormir, también pueden hacer una pausa activa y meditar. Una terapeuta que tuve me motivaba a meditar diciendo que la mente es como una pecera agitada y que meditar permite que el contenido de la pecera se asiente. Pasar del agua turbia a clara que deja ver qué es qué en ese espacio. Así, centrada en la respiración, no hay nada más. La meditación la hago con o sin intención. Cuando intenciono pido para que se aclare algo. Cuando la hago libre, permito que la información llegue. El truco está en la respiración que modula el ritmo cardiaco.

Caminar o conducir un carro sola, jeringonza

Si hay tiempo, también me ayuda dar una “vueltica” (como decimos en Colombia) caminando o manejando carro, sola. La vueltica, el movimiento, el motor me ponen en frecuencia de flujo. La jeringonza pone en corriente las emociones bloqueadas. A veces lo que se quiere expresar no tiene forma de palabras, es un gruñido, un grito, un suspiro, una risa.

Incentivo a mis consultantes a que usen la jeringonza en las sesiones en las que los acompaño. Al principio se siente ridículo y una vez pasada la vergüenza, es empoderador soltar, expresar, eso que no fue seguro decir y reprimimos. Quien sabe cuanta “basurita” sigue guardada para más tarde. Y como Shrek, mejor afuera que adentro. Como dice el aviso de Johnny Walker, “si no eres tu quien y si no es ahora cuándo”.

El sí y el no

Lo que mas me cuesta, el cierre, terminar. En eso de jugar me parece placentero quedarme investigando y embelleciendo el artículo. Hay que entregar. Entonces mi método para saber que si va en lo que escribo y que no está basado en la respuesta sensorial de mi cuerpo. El sí, es expansivo, agradable, concreto, calientico, me saca una sonrisa. El no para mi es difuso, complejo, apretado, frío, incómodo.

En eso que me gusta quedarme flotando en la inmensidad del mar, para terminar y cerrar le pregunto a mi cuerpo lo que sí corresponde y lo que no a partir de las sensaciones que me produce. Para esto es necesario adquirir una práctica diaria de introspección, de conciencia corporal. En este artículo he nombrado varias, meditar, concentrarse en la respiración, también hay técnicas de relajación.

Entonces la pregunta ya para finalizar es: ¿Cuerpo, corresponde agregarle algo más a este artículo? La respuesta fue no. Continúo con la siguiente: ¿Cuerpo, está listo este artículo para publicar? La respuesta fue sí.