Un relato de este apellido original, personal, que viajó y terminó en paisajes variopintos. Una historia de algunas personas y personajes que lo llevan, de por qué parece que vivo en más de un lugar al mismo tiempo y me lo hacen saber con cartas, e- mails y facturas que llegan a mi buzón.
Acu, Acuñense, Acuñalogía ¿De dónde venimos?
Me paseo por las secciones de un supermercado francés en Madrid que vende productos del mundo a buenos precios y que visito frecuentemente. Entre latas de cochinita pibil, dulce de leche argentino y salsa korma de la India, me encuentro con un bote de mermelada de cereza, con un diseño y etiquetado artesanal muy cuidado que enseguida atrae mi atención.
Lo tomo y descubro que la mermelada está elaborada con cerezas de Serra da Estrela, en Portugal, en la zona central del país. Cunha Alta, en la región de Viseu, es un freguesía de esta zona y todo apunta a que de ese lugar salió el primer Acuña a recorrer los caminos del mundo.
Para resumir la genealogía debemos tomar en cuenta los dos posibles puntos de orígenes: el primer miembro documentado de este linaje es Gutierre Peláez, quien recibe tierras entre el Duero y el Miño. Su hijo, Paio Gutierre, recibe más tierras de su padre porque apoya la consolidación del reinado portugués. Uno de sus hijos, de los tres matrimonios que tuvo, Fernâo Pais, participa en la Toma de Lisboa, una de las tantas batallas de la Reconquista. A cambio, recibe la concesión del señorío de Cunha-Alta, en Viseu, a tres kilómetros de Serra da Estrela, de donde tomaron su apellido, pues desde el siglo XII se usaban ya los apellidos toponímicos.
Entre los siglos XV y XVI, se conoce por la historia de Portugal, país que más ha estudiado el origen del apellido, que varios Acuña partieron hacia el gran suceso que originó el descubrimiento o la colonización de América. Manuel José da Costa Felgueiras Gayo es autor del libro Nobiliário de Famílias de Portugal, compuesta por 33 volúmenes, por mencionar un ejemplo.
Del lado español de la Península Ibérica, el origen lo reclaman tanto la región de Tuy/Tui en Galicia y también de Teverga, en Asturias/Asturies. Los tratadistas que se han encargado de estudiar el apellido y la investigadora medieval Margarita Torre, coinciden en que el linaje viene de la Casa Real de León, del mismo Gutierre Peláez, que vino desde Tuy/Tui, cruzando Castilla y Portugal a lo largo del tiempo y desde ahí embarcándose a América. Cuentan que Pedro Toribio Vásquez de Acuña, es el primer Acuña en llegar a Lima, al entonces ya Virreinato del Perú y desde ahí sus descendientes suben hacia el norte, bajan hacia el sur.
Entonces recuerdo que a finales del siglo XX, poniéndome histórica e histérica por igual, a una parte de mi familia Acuña, unos 200, casi todos descendientes de algún Acuña fundador en Ecuador y de otro Acuña fundador en un pueblo llamado Ayabaca, en la zona noroccidental de los Andes en Perú, se les ocurrió realizar un reencuentro de Acuñas y me ofrecí a indagar sobre nuestros orígenes y, sobretodo, a saciar la curiosidad de los mayores de dar con nuestro escudo, bandera, estandarte o el símbolo que diera cuenta de nuestra “importancia”. Di con ella: impresión de camisetas y banderines por doquier.
Los García, Pérez y González nos sobrepasan en cantidad, de lejos, no hay quién lo ponga en duda. Pero para entonces yo ya sabía que los Acuña veníamos de una casa de linaje portuguesa (también creo que fuimos pastores pero no es tan chic contarlo así), que el apellido se castellaniza y que Cunha Alta había tenido alguna relevancia durante su época romana por su situación geográfica central y los caminos que la enlazaban con el resto de Lusitania.
En el pasillo de los productos lácteos dos sorpresas más: mantequilla de Serra de Estrela y Queijo da Serra, queso de la Sierra, con Denominación de Origen Protegido, uno de los quesos más producidos y consumidos de Portugal. En el pasillo de los chocolates, otra más: chocolate puro de Serra de Estrela en una caja metálica con la imagen de una mujer estilo años 60 con traje de ski.
Según algunos libros consultados que hablan de las genealogías y castas europeas para la formación de alianzas, el Acunha y D’Acunha en portugués devino en Acuña y de Acuña, en su forma castellana, y Gascuña, según otros, oriundo de la región francesa de Gasconne, casi sin registros que lo avalen. Así, estas son las variantes asociadas más conocidas.
Como les pasará a muchos, o quizá sólo a las que somos análogas, con el diccionario y con la RAE una tiende a tener una relación contradictoria. A mí me pasa a menudo y, así, rescato del verbo acuñar el significado que me parece más acertado con nosotros y nostras: “Dar forma a expresiones o conceptos, especialmente cuando logran difusión o permanencia.”
Permanecer. Vaya si hemos permanecido tanto Acuña regado por el mundo. En la actualidad, es en Latinoamérica donde más presencia tenemos y la descendencia viene más de la rama gallega o asturiana o castellano-leonés que antes les contaba. Yo provengo de la rama portuguesa que nombraban algunos de mis tíos, refiriéndose a Serra de Estrela, incluso algún Acunha de Castelo Branco, también muy cerca de la zona original.
Mi querida Argentina es el país con mayor cantidad de personas que llevan este apellido. He intentado buscar en su censo más reciente la cantidad exacta, sin éxito. Pero el futbolista argentino Marcos Acuña, parte de la selección argentina que ganó la Copa del Mundo 2022 en Qatar, me hizo “agrandarme” entre mis amigos argentinos y hasta llorar.
Amiga argentina durante el partido, cada una conectada en su lado del Atlántico. Ella: “¿Podría ser primo tuyo?” Yo, descarada: Si, es primo lejano por parte de padre” Amiga de nuevo: “¿Posta? (“¿de verdad?”). Después aclararada la broma entre risas.
Mi vecino desconocido, Chile, es pródigo y fecundo de Acuñas. Aquí saben que el primer Acuña en Chile data de 1863. El origen de todos ellos es español, según las páginas web que encontré de algunas familias ahí. Se reúnen, faltaría más, y a lo mejor hasta hacen asados. Me dieron ganas de enviarles un email, decirles que soy una oveja Acuña extraviada y que necesito un asado para curarme la nostalgia de vivir a 10 mil km del continente. Es curiosa la relación con mi vecino y sus Acuña.
Cuando aún vivía en Lima, descubrí las empanadas de pino y el pebre, en el único lugar donde las hacían en Lima, La Casa de las Empanadas - cerró hace unos años, en mi barrio Jesús María- y una señora chilena en el local me preguntó si lo era, a lo que respondí que no, hipnotizada por ese delicioso relleno que no me dejaba hablar. Luego me preguntó por mi nombre a lo que respondí segurísima “Claudia Acuña”. Se me quedó mirando con suspicacia y me preguntó sí sabía que en Chile había una cantante con mi nombre. Le dije que nanay* - del quechua, es una negación más amorosa- y me fui a casa a buscarla en Internet. La Claudia Acuña chilena es una fantástica cantante de jazz que os recomiendo escuchar si no la conocen.
También hay otra Claudia Acuña chilena, de la que me llegan facturas que van directo a la papelera de mi correo electrónico. No obstante, recibo sus multas de tráfico o la activación del Via T de su coche por la autopista Vespucio de Santiago. Firme defensora de la GDPR no mencionaré sus recorridos. Pero la curiosidad mató al gato. Por eso, a ella mi agradecimiento por hacerme circular por esa autopista y otras calles de Santiago sin nunca haber estado ahí, al mismo tiempo que trabajo en Madrid.
Pienso: si voy a Chile algún día, ¿sería confundida con ella o con otra Claudia Acuña?¿me preguntarían si tengo claro los límites de velocidad?. Tendría que mostrar este artículo y sus infracciones (lo siento tocaya), explicarle al oficial de inmigración que somos muchos Acuña y que las empanadas no pueden esperar. Y me dejaría entrar al país, casi segura.
De la verde Colombia, que ocupa el tercer lugar por el número de Acuñas, sólo tengo un “primo” Carlos, al que le pido, si acaso leyera este artículo, que escriba bien su correo y que sus estados de cuenta los tenga al día. También a la papelera. Encontré Acuñas en Tolima, Cundinamarca, Santa Marta, Pasto, en prácticamente cada uno de los departamentos colombianos. Tampoco pude acceder a ninguna base de datos oficial con el número exacto. Compartimos en Latinoamérica, el gusto por las reuniones.
De Perú, el país de los amores y dolores por igual, tenemos más claro, por parte de mi familia, comparando los relatos de los más viejos, el origen portugués. Un día se me ocurrió indagar sobre si algún tío bisabuelo podría tener documentos que acrediten ese origen. Todos categóricos, yo ya vivía en Europa, me contestaron: tienes que ir a Serra da Estrela, a ti que te queda cerca y hablar en la municipalidad o en la iglesia.
Me tiento. Dudo, reculo y calculo: vivo a 4h de Cunha Alta si voy en coche, a 10h si tomo el autobús y el tren, a un día completo si me da por ir en bicicleta. Planeo un viaje a Cunha Alta este próximo invierno europeo.
En Perú, los Acuñas se asentaron mayormente en la zona norte del país. Me he cruzado con Acuñas de Cajamarca, que tiene sentido por el devenir de la historia de la Conquista Española, ya saben, la historia de Atahualpa y el cuarto lleno de oro, pero que nada sabían de los Acuñas del norte, más cerca de Ecuador, razón por la que, hasta hace unos años, nos reunimos las familias a los dos lados de la frontera.
Dos historias definen la relación con mi apellido. La primera: un político Acuña, de dudosa reputación, se presentó a las elecciones de 2016, lo que provocó tener que aclarar durante un tiempo, entre mis conocidos, que yo nada tenía que ver con él. Este candidato me hizo rabiar durante aquella campaña. Fiel a mi misma, no iba a dejar las cosas así, sin aclarar.
Como en cada elección presidencial, las campañas de los candidatos inundan los barrios de los expatriados-inmigrantes-desarraigados, léase todo junto, que vivimos en distintos barrios de Madrid. Un día volviendo del trabajo, me encuentro empapelada la estación cerca de mi casa con la cara de este señor. Pues bien, me dediqué a despegar los afiches y ya de paso le hacía un favor ciudadano a algún compatriota desinformado que pasara por ahí.
La segunda anécdota es todo lo contrario. Me da orgullo porque compartimos apellido y porque es una mujer que vale oro, ese mismo oro que las codiciosas mineras quisieron extraer cerca de su tierra, tratando de tergiversar los registros de propiedad, destruyendo su casa, hostigando a su familia, con complicidad de la policía y el gobierno.
La historia de Máxima Acuña que se enfrentó a dos mineras estadounidense y peruana en Cajamarca se hizo eco en varios medios nacionales e internacionales por el ataque indiscriminado hacia ella y los agricultores que apoyaron su lucha. Amnistía Internacional intervino pidiendo protección para ella, la CIDH no dio respuesta ni la defendió. Con el apoyo de sus abogados, Máxima demostró que las tierras eran suyas. En 2016, recibió el premio Goldman por su defensa del medio ambiente.
En Paraguay, Costa Rica, Venezuela, Nicaragua también un nutrido grupo de Acuñas viven ahí. Encontré una web que menciona un número aproximado en cada país. No puedo precisar el año en el que se hace ese conteo. En México, lindo y querido, encontré una ciudad, Ciudad Acuña, ¿mi ciudad?, nombrada así por el escritor méxicano Manuel Acuña. Es una ciudad fronteriza del Estado de Coahuila en el estado de Texas.
Ningún rincón del mundo se nos escapa. Descubro que la isla de Tristán de Acuña, llamada así por el navegante portugués, es la isla más remota del planeta, territorio británico de ultramar (¿de quién sino sería? Es una ironía, de las mías, pero al fin verdad, continúo), en el Atlántico, sin aeropuerto y a 3360 km de Suramérica. Para llegar, según el artículo de la BBC en español, se toma un vuelo a Ciudad del Cabo, Sudáfrica y buscas a algún pirado con velero que quiera llevarte navegando por 18 horas, casi rezando por tu vida en medio de las aguas bravas. Con suerte, empapada pero viva, llegas a su capital Edimburgo de los Siete Mares.
En España, donde vivo, sólo sé de un pueblo, Acuña de Pontevedra, también en Galicia, que desconocía. Una amiga gallega me la mencionó y yo, descreída, tuve que confirmarlo en Google Maps. ¿Encuentros de Acuña en este lado del mundo? Ninguno. Aquí la Acuña más cercana con la que me encontré fue una chica de Zamora que trabajaba de cajera en un Carrefour y que se sorprendió cuando le dije que yo tenía el mismo apellido. “Somos pocos, eres la primera que conozco” -me dijo-.
Y así, investigando estos cruces históricos leo sobre Pedro de Acuña, que fue gobernador de Filipinas, caballero de la Orden de San Juan, en el siglo XVI. Tengo amigas filipinas a las que tendré que preguntar con sutileza. Yo les preguntaré en inglés, ellas debatirán en tagalo sobre qué decirme y las heridas históricas seguirán abiertas y vigentes en español, en portugués, en inglés.
La redención Acuña o el karma nos lo cobrará
Preparando este artículo en la biblioteca de mi barrio encuentro el libro “¿Heredar la historia familiar?: lo que la ciencia nos revela sobre la psicogenealogía” de Bárbara Couvert, donde se menciona que “Recientes descubrimientos científicos (...) describen procesos fisiológicos que nos permiten comprender cómo la historia de un ancestro puede alcanzarnos y marcarnos incluso antes de nuestra concepción. También muestran que podemos transformar ese legado y cómo hacerlo.”
El otro libro que reviso se titula “¡Ay mis ancestros!: Vínculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, de transmisión de traumatismos y práctica del genosociograma” de Anne Ancelin Schuetzenberger y en una de sus páginas se lee: “Una especie de lealtad invisible nos impulsa a repetir, queramos o no, situaciones agradables o acontecimientos dolorosos y muchas veces debemos pagar las deudas contraídas en el pasado por nuestros ancestros”.
Entonces me olvido de los aventureros, nobles, conquistadores, inquisidores, gobernadores y toda clase de sátrapas de la historia pasada y me redimo leyendo sobre, por ejemplo, Rosario de Acuña (Madrid, 1 de noviembre de 1850- Gijón, 5 de mayo de 1923) escritora, pensadora y periodista española que fue considerada en su época como una de las más avanzadas vanguardistas en el proceso español de igualdad social de la mujer y el hombre. En 1876 se introdujo en la dramaturgia con su primera obra de teatro, Rienzi el tribuno, un alegato contra la tiranía.
Rosario de Acuña Villanueva de la Iglesia. Grabado publicado en La Ilustración de la Mujer, 8-6-1884.
Con apenas 16 años, visitó la Exposición Universal de París de 1867 lo que da cuenta del valor de la libertad y la educación que tenía de sus padres pero también fue objetivo de las iras de los sectores más conservadores de la España de su época.
Se ganó el reconocimiento de los sectores sociales y culturales afines al libre pensamiento, vinculados en ocasiones con agrupaciones republicanas. En abril de 1891, Rosario de Acuña estrenó su drama más valiente y desde luego el más famoso por atrevido y escandaloso, Obra anticlerical por antonomasia, acusando a la Iglesia católica de institución "manipuladora y moldeadora de conciencias".
Se trata, al fin y al cabo, de saber un poco de dónde viene una, qué tenemos en común los que compartimos este singular apellido, qué pasaría si dos Acuñas se cruzan por la calle, más allá de fronteras o países. ¿Nos reconoceríamos? ¿Nos daríamos un abrazo? Claro que sí, sin dudarlo, por supuesto.
Fuentes
Bárbara Couvet, “¿Heredar la historia familiar?: lo que la ciencia nos revela sobre la psicogenealogía”. Barcelona, Ediciones Obelisco, 2022. Anne Ancelin Schuetzenberger, “¡Ay mis ancestros!: Vínculos transgeneracionales, secretos de familia, síndrome de aniversario, de transmisión de traumatismos y práctica del genosociograma”. Ediciones Taurus, 2024.
¿De dónde provienen los Acuñas?
Tristán de Acuña: cómo es vivir en la isla habitada más remota del mundo, en BBC.
Carta de Acuña sobre su viaje y gobierno, en pares.
Pedro de Acuña, en dbe.rah.es.
Acuña Definición de Apellido, en forebears.
Familia Acuña en Chile, en myheritage.
Origen y significado del apellido Acuña, en heraldicadeapellidos.