Había una vez en un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, un joven llamado Víctor.
Este joven, hijo de una familia adinerada, estaba destinado a casarse con Victoria, la hija de otra familia respetada en la comunidad. Las dos familias, ansiosas por consolidar su posición social, veían en este matrimonio una oportunidad para fortalecer sus lazos y prosperar.
Sin embargo, Víctor era un alma inquieta. A pesar de las expectativas de su familia, no podía evitar sentirse atrapado en un destino que no había elegido. En un intento por liberar su mente y encontrar algo más en la vida, Víctor se aventuró solo al bosque un día antes de la boda.

En el bosque, la atmósfera era diferente. La neblina se arremolinaba entre los árboles altos y los rayos del sol apenas se filtraban a través de las densas hojas.
Víctor, perdido en sus pensamientos, llegó a un claro donde descubrió un extraño altar decorado con velas y flores marchitas. Sin darse cuenta, recitó unos votos matrimoniales que yacían en el altar, pensando que eran solo palabras sin importancia.
De repente, la tierra tembló bajo sus pies y una figura emergió de entre las sombras.
Era Emily, la novia cadáver. Sus ojos vacíos brillaban con una luz etérea y su vestido de novia estaba hecho harapos, mostrando su pálida piel azulada. Emily había sido una novia desdichada, asesinada en el día de su boda y condenada a la eternidad en el reino de los muertos.

La conexión entre Víctor y Emily no pasó desapercibida. Sus destinos se entrelazaron en ese momento mágico, sellados por los votos inadvertidos del joven. Emily, anhelando una experiencia que nunca pudo tener en vida, se sintió atraída por la vitalidad y la juventud de Víctor.
La joven, impulsada por una fuerza más allá de su comprensión, decidió que Víctor sería su esposo en el reino de los muertos.
Mientras tanto, en el pueblo, la noticia de la desaparición de Víctor se propagó rápidamente. Su familia y la familia de Victoria estaban angustiadas, temiendo lo peor. Sin embargo, Víctor estaba inmerso en un mundo entre la vida y la muerte, donde Emily le mostraba las maravillas y los horrores del reino de los muertos.
A medida que Víctor exploraba este nuevo y extraño dominio, se daba cuenta de que su destino estaba más allá de su control. Emily, a pesar de su apariencia cadavérica, irradiaba una belleza melancólica que cautivaba a Víctor. Compartieron risas y lágrimas mientras paseaban por campos de flores marchitas y bosques oscuros, experimentando la extraña dualidad entre la muerte y la vida.

De vuelta en el mundo de los vivos, las dos familias estaban devastadas por la pérdida de Víctor. La boda planeada con tanto esmero se convirtió en una sombra de lo que podría haber sido. Victoria, desconsolada, se retiró a su habitación, resignada a la idea de que su prometido no volvería.
Mientras tanto, Víctor y Emily vivían una extraña existencia en el reino de los muertos. Aunque Emily no podía sentir las emociones como lo hacía en vida, su conexión con Víctor le proporcionaba una extraña sensación de alegría y compañía.
Juntos, exploraban los rincones más oscuros y los lugares más brillantes de su nuevo hogar.
A medida que pasaba el tiempo, Víctor empezó a darse cuenta de que la línea entre la vida y la muerte no era tan clara como creía. Se encontraba atrapado entre dos mundos, luchando con sus sentimientos hacia Emily y la responsabilidad que dejó atrás en el mundo de los vivos.
La dualidad de su existencia comenzó a pesar en su corazón.

En el pueblo, Victoria, superando su dolor inicial, empezó a cuestionar la naturaleza de la desaparición de Víctor. En sus sueños, veía visiones de su prometido vagando por tierras desconocidas con una figura espectral a su lado. Incapaz de ignorar estas visiones, Victoria decidió emprender un viaje al bosque donde todo comenzó.
En el reino de los muertos, Víctor y Emily se enfrentaban a una decisión crucial. Emily, a pesar de su amor por Víctor, comprendía que él no pertenecía completamente a su mundo. En una conmovedora conversación, ambos llegaron a la conclusión de que Víctor debía regresar al mundo de los vivos. La dualidad que los unía era insostenible, y Víctor sentía que debía enfrentar las consecuencias de sus elecciones.
De vuelta en el bosque, Victoria, guiada por sus visiones, llegó al claro donde Víctor había desaparecido. Allí, de alguna manera, los límites entre los mundos se desvanecieron y Victoria se encontró cara a cara con Víctor y Emily. La travesía de Víctor entre la vida y la muerte había llegado a su punto culminante.

El reencuentro fue agridulce. Víctor, dividido entre dos mundos y dos amores, explicó su extraña existencia y la conexión con la otra joven. Victoria, aunque herida, comprendió la complejidad de la situación. Juntos, los tres protagonistas compartieron un último momento en el claro del bosque, donde los límites entre la vida y la muerte se volvieron difusos.
Con lágrimas en los ojos, Víctor tomó la mano de Victoria, despidiéndose de Emily con un nudo en la garganta. En un parpadeo, el claro se desvaneció y Víctor se encontró de nuevo en el mundo de los vivos, de vuelta en el bosque, solo.

Esta triste historia se basa en una serie de relatos que navegan entre la vida y la muerte, explorando las complejidades del amor, la dualidad y las elecciones inevitables que enfrentamos en nuestras vidas. Aunque la conexión entre Víctor y Emily trasciende la muerte, la realidad a menudo requiere que enfrentemos los desafíos y las responsabilidades de nuestro propio mundo. En última instancia, el relato de la joven es una reflexión sobre las decisiones difíciles y las dualidades de la existencia humana, con objeto de mostrar, asimismo, la predisposición del ser humano por controlar todo aquello que trasciende los límites de la propia razón, como sucede con el mundo de los muertos, en el que la lógica humana ya no tiene cabida.