Amante de la historia, las lenguas y la cultura en general. Desde que tengo uso de razón, siempre he tenido un gran interés por lo desconocido, por muy lejos que se hallara el territorio en cuestión. Este hecho me ha llevado a desarrollar mi creatividad hasta límites insospechados que yo mismo desconocía y que no concebía en mi propio ser desde un principio. En todo este proceso, me ha servido sobremanera mi actitud abierta hacia la tolerancia y el respeto, los cuales se han ido abriendo paso a través de los numerosos viajes que he podido realizar desde mi más tierna infancia.
En este sentido, el conocimiento de otros lugares no solo me ha influido desde el punto de vista psicológico, sino también espiritual y social, ya que me ha permitido valorar más de cerca el entorno en el que vivo y me ha hecho ver lo afortunado que soy por vivir donde vivo y por nacer donde lo he hecho y en la época en que esto ha sucedido. Por otra parte, además de mis inquietudes intelectuales, siempre soñé con que llegara el día en el que fuera capaz de dejar a un lado las críticas destructivas hacia mi persona y pudiera realizarme como persona como un escritor de éxito, o al menos, ser capaz de escribir un libro que me permitiera volcar todo mi afán y mi posible talento, de modo que lo acaecido en el mismo pudiera ser tomado como modelo de enseñanza para las generaciones venideras.
No obstante, para llegar a este punto, se requiere una dedicación más exclusiva de la que puedo disponer. Ante ello, me veo en la necesidad de posponer mis anhelos por un tiempo, en pro de salvaguardar una motivación y un deseo por el que levantarse cada mañana. De igual modo, la labor de difusión al estilo periodístico no constituye un paso atrás en esa esperanza, sino mas bien un trampolín directo hacia la valía y la dignidad de una profesión. Se trata de velar por una verdad justa y necesaria, para ser capaz, en un futuro, de trasladar esa sensación de verosimilitud al plano novelístico.
Es por ello que considero que no hay escritor alguno que haya de avergonzarse por la especialidad de su obra, puesto que el equilibrio reside en la variedad de la misma y en la disposición del autor para poder adaptarse a la concepción de un tipo u otro.