Una de las expresiones humanas más antiguas es el teatro, ya que, en sus inicios, las primeras sociedades desarrollaron con este arte escénico una vía para narrar historias relacionadas con su cotidianidad.
Los géneros de la comedia y la tragedia fueron presentados, inicialmente, en la Antigua Grecia – entre 550 a. C. y 220 a. C. –, donde reinaban un conjunto de creencias sobre la mitología griega y los dioses olímpicos, cuyos cultos y rezos acabaron desembocando en los festivales populares de la Antigua Grecia que rendían culto a Dioniso, el dios griego de la fertilidad, el vino y los placeres carnales. De hecho, Aristóteles analizó las primeras teorías sobre los orígenes de este arte en Grecia, indicando que eran canciones interpretadas por el pueblo a modo de alabanza hacia Dioniso y en pro de la catarsis y la limpieza de las pasiones personales, existiendo un grado de propaganda y de concienciación cívica.
Por su parte, en Roma el teatro tenía como finalidad la interpretación de obras dramáticas griegas y latinas, en las cuales se incluía textos, música, escenografía y vestuario para resaltar la importancia del entretenimiento por sí mismo, al contrario que los griegos, quienes apuntaban a la formación y la crítica social. Es por ello que existían circos — usados para carreras —, anfiteatros — donde se presentaban combates de gladiadores y juegos circenses — y, por último, teatros – empleados para realizar diferentes tipos de obras–.
Al adentrarse en el género de la comedia, vale resaltar que en Grecia obtuvo el reconocimiento del Estado después que las tragedias, incluso, habiendo sido puestas en escena previamente por los actores con sus propios medios para reflejar humorísticamente los vicios humanos mediante obscenidades, burlas y parodias. Contrapuestamente, en la tragedia griega, se narraban historias donde el héroe no podía huir de su destino de ningún modo, pues los dioses intervenían en las vidas de los hombres con frecuencia, provocando la caída de un protagonista.
En el territorio de Roma, la tragedia se vinculaba con la épica, relacionando los orígenes del lugar con la Guerra de Troya, enalteciendo los aspectos emocionales y tomando del repertorio griego ciertas obras que podían corresponder a las preocupaciones del pensamiento nacional romano.
Habiendo llegado a este punto, es importante resaltar los pormenores de la arquitectura en los teatros de Grecia y Roma, pues estas infraestructuras, con el paso de los siglos, evolucionaron en las que conocemos actualmente.
En Grecia, la construcción masiva de teatros se realizó desde el siglo V hasta el III a. C. El desarrollo del espectáculo se daba en un espacio amplio, semicircular y al aire libre, donde se ejecutaban una gran variedad de espectáculos artísticos – danzas, obras y piezas musicales – y eventos cívicos y religiosos en torno a un altar del dios en cuyo honor se reunía la población – e, incluso, a veces, con un templo junto a la construcción –.
Los teatros se construían en la ladera de una montaña para poder observar y escuchar la obra representada, a diferencia de los romanos, muchos de los cuales se levantaban en terreno llano y elevaban sus gradas por medio de bóvedas y arcos. Eran elaborados en gran escala para poder acomodar a un gran número de personas en la orquesta, así como a la mayor cantidad de espectadores – hasta 18.000 –.
Desde sus inicios, el vestuario ha jugado un rol fundamental en las representaciones teatrales. En Grecia, la indumentaria consistía en los siguientes elementos:
Máscaras: Los actores griegos utilizaban máscaras o, en su defecto, ocultaban su rostro con barro o azafrán. Más tarde, cuando el teatro fue teatro y no un acto religioso, la máscara transformaba al actor en personaje – había máscaras de ancianos, jóvenes, mujeres, etc. –. Además, el objeto poseía enormes dimensiones para que fuera mucho más visible al público, guardando proporción entre las diferentes filas de asientos, y servían de megáfonos que aumentaban el volumen de la voz del actor.
Coturnos: Especie de zapatos de madera con tacón que servían para dar altura al actor. Conseguían que los personajes nobles destacasen sobre el coro y daban la proporción al actor con la gran máscara.
Ropas: Los trajes usados eran túnicas, cortas o medias, y mantos. Según los colores, el personaje tenía más o menos importancia: los oscuros eran para los personajes tristes, los alegres funcionaban en los protagonistas, entre otros. Los actores usaban unas almohadillas para abultarse, de modo que se siguiese guardando la proporción con las máscaras y los coturnos.
En Roma, se continuó utilizando las máscaras, y los personajes eran siempre representados con la misma indumentaria, para que el público supiera de quién se trataba: el mensajero vestía sombrero y abrigo, el soldado llevaba una espada y una túnica corta, el villano tenía un abrigo de pieles, el sirviente portaba una túnica corta, etc. Cuando el teatro romano decayó por la vulgaridad de sus temas y desarrollo, el vestuario se hizo más vistoso y extravagante.
Entre los teatros griegos más relevantes, se encuentra el de Dioniso – mayor teatro de la Antigua Grecia –, dedicado, como indica su nombre, a Dioniso, dios de las viñas y el teatro. En su etapa final tenía capacidad para 15.000-17.000 espectadores.
Entre los teatros de estilo romano, resalta el de Mérida, levantado por la Antigua Roma en la colonia Augusta Emerita, actual Mérida – España –. Las excavaciones arqueológicas comenzaron en 1910 y su reconstrucción parcial fue a partir de 1962. Desde 1933, alberga la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Desde sus inicios hasta el presente, el teatro ha funcionado como herramienta humana para expresar ideas y sentimientos, creando una catarsis entre el espectador y el actor, representando una unión entre el mundo real y el literario, y sirviendo como un medio para construir crítica social. Por la vigencia de su enorme poder comunicacional y para tener la capacidad de innovar en el teatro actual, es necesario conocer las raíces y los orígenes que se remontan a la Antigua Grecia y Roma, donde la sociedad encontró en el teatro un espacio de entretenimiento y educación que se transformó y trascendió a lo largo de los siglos.