Dentro del género del terror, Hellraiser significó un hito en la historia del cine. Marcó un antes y un después. No es casualidad que el gran maestro del terror, Stephen King, luego de leer Books of Blood, dijera: “He visto el futuro del horror, y su nombre es Clive Barker”. La película, dirigida justamente por Clive Barker, brindó a los espectadores una nueva forma de horror, que se terminaría convirtiendo en cine de culto, que lleva ya una saga de 11 ediciones. Si bien este artículo está centrado en la primera película, también veremos detalles de Hellraiser II, dirigida por Tony Randel (1988).

El cineasta inglés introdujo elementos que nunca antes habían sido abordados. El terror no pasaba por el mismo lado de Martes 13, tampoco de apariciones vampíricas a lo Drácula, ni de muertos vivientes como Creepshow, entre otros terrores. Los elementos que Clive Barker introdujo fueron frenéticos deseos sexuales, sadomasoquismo, punks, temas religiosos, obsesión por conocer lo oscuro del humano… Es que el hombre tuvo sus pasos por clubes sadomasoquistas en Nueva York y Ámsterdam, y todo lo que presenció fue clave para dar vida a esta película.

¿Cuál es tu placer?

Pregunta un mercader que vende un objeto que recuerda a un puzzle, “La caja de Lemarchand”. El sitio parece ser un mercado callejero, ubicado en Marruecos. Quien compra este cubo de los placeres es Frank Cotton, un hombre que ha roto toda barrera en la búsqueda de experiencias más allá del placer.

En medio del hastío que sufre el matrimonio de Julia y Larry Cotton, hermano de Frank, el esposo, en un intento por salvar su matrimonio, propone una mudanza a la antigua casa familiar. Julia es una mujer hermosa y sensual que guarda un oscuro secreto: fue amante de su cuñado, cuya repentina desaparición estuvo ligada al enigmático cubo. Su atracción hacia él era profunda y obsesiva, marcada por un deseo incontrolable.

A pesar de su reticencia inicial a habitar la casa en un estado de abandono que respiraba un aire de siniestra decadencia, descubre en el ático objetos y fotografías pertenecientes a Frank. Los recuerdos de los encuentros apasionados con su pervertido cuñado resurgen con fuerza, y decide aceptar la mudanza.

Mientras intentan subir unos muebles por las escaleras, Larry se lastima la mano con un clavo, sube para que su mujer cure la herida; ella se encontraba en una habitación que, lejos de ser un dormitorio habitable, solo tiene ratas, mugre y una oscuridad aterradora, pero algo la conectaba con ese horrible lugar. La sangre que cae de la mano se filtra por los tablones del suelo, convirtiéndose en el néctar que necesitan los despojos cadavéricos de Frank, que se había escapado del infierno de los Cenobitas, quedando en un plano más cercano a la vida. Solo necesitaba sangre para volver.

Así Julia tuvo su primer encuentro con Frank, un esqueleto descarnado cubierto con una sustancia gelatinosa y sangrante.

Frank le hace saber que con cada gota de sangre que tome podía volver a formar su carne, y que en poco tiempo podían continuar disfrutando de sus placeres. Julia se convierte, día tras día, en una asesina que le provee una víctima, y Frank va adquiriendo humanidad.

De esta manera, se van desarrollando los entresijos de la narrativa.

La Caja de Lemarchand que configura los lamentos

La manipulación de este “dado del dolor y los placeres” abre el portal a una dimensión más allá de la comprensión humana. Era un cubo con seis figuras con superficies afiladas y un intrincado mecanismo que abre la puerta a los Cenobitas, seres que se deleitan en el dolor y el placer en sus formas más extremas, convirtiéndola en un objeto de fascinación y terror a partes iguales. Es un símbolo de la obsesión, la transgresión y la búsqueda de sensaciones extremas, de experiencias más allá de los límites de la moral y la realidad, de los deseos más oscuros de los hombres. Belleza y horror coexisten, se alimentan y se fusionan.

Los Cenobitas

En el universo de Hellraiser, se conoce a los cenobitas como la Orden de las Incisiones. Aquí se reflejan los elementos religiosos que Clive Barker introduce en la narrativa de la película, ya que establece un paralelismo con la orden religiosa Cenobita, que son comunidades monásticas que viven bajo un conjunto de reglas.

Esta orden religiosa tiene raíces históricas en el cristianismo, y se caracteriza por la vida en común, la búsqueda espiritual y la práctica de la disciplina. Los miembros de estas comunidades se dedican a la oración, la meditación y el trabajo, buscando una conexión más profunda con lo divino.

Pero, a diferencia de la búsqueda espiritual de la orden monástica, los cenobitas de Hellraiser tienen una posición radicalmente diferente. Su nombre, Orden de las Incisiones, se debe a su visión del dolor y la mutilación como formas de experiencia trascendental; su filosofía es que el sufrimiento y el placer son aspectos inseparables de la existencia, pero sobre todo, el énfasis está en que no se puede escapar de las consecuencias de las decisiones que se toman. Las incisiones simbolizan tanto el sufrimiento físico como la búsqueda de conocimiento y poder a través de la transformación del cuerpo y el alma.

El aspecto más importante es que tienen que ser invocados. Una escena en la segunda película: la joven Tiffany, internada con trastornos mentales, es usada por el cirujano, Dr. Channard, para abrir los portales y acceder a Leviatán y obtener poder y conocimiento; en su aparición, Pinhead dice: “¡Espera! No… no… no son manos las que nos llaman, es el deseo”.

Pinhead, el Sacerdote Cenobita

Interpretado por Doug Bradley, es uno de los personajes más icónicos de la película. Con su piel pálida y rostro cubierto de clavos incrustados en un patrón ordenado, simboliza la mezcla de dolor y placer.

Pinhead se presenta como una figura calma que contrasta con el horror que inflige. Su figura es la de un sacerdote, y su filosofía del sufrimiento nos muestra que su misión va más allá de la mera maldad; es un juez de las decisiones de los hombres, de aquellos que han accedido a abrir los portales del Infierno Cenobita. Digamos que quien deseaba experiencias desconocidas y extremas, él se asegura de que sean trascendentales por la crueldad. Es implacable.

Se lo presenta como “la voz cantante”, el de las decisiones, el guardián de la Lámpara de Lemarchand.

Es curioso lo que sucedió con este personaje, porque en su primera aparición tuvo una actuación que solo duró 8 minutos; sin embargo, es el que ha dejado su marca en la cultura popular, siendo el símbolo del horror moderno que encarna la dualidad del deseo humano: la búsqueda de placer y la inevitable confrontación con el dolor. Pinhead no es un simple torturador, es una cruel figura moral.

La simbología de su apariencia la podemos identificar por los clavos que representan la tortura física, mientras que su calma y control pueden sugerir una profunda comprensión del sufrimiento humano, lo que lo convierte en aterrador.

El gran interrogante que nos hacemos sobre estos seres del más allá es: ¿qué son? Ángeles caídos, demonios, seres celestiales. ¿Son buenos, malos, crueles, justos?

Algunas respuestas las brinda Hellraiser II, que, de la saga, es la más interesante.

Una de ellas es cómo nace Pinhead; hay una escena, al comienzo de la película, que dilucida este interrogante.

Un hombre que manipula el cubo que configura los lamentos, para tener experiencias que van más allá de todo entendimiento. Este hombre es el capitán británico Elliot Spencer, que tras la I Guerra Mundial, traumatizado por los horrores vividos, busca nuevas experiencias para explorar y que le den sentido a su vida, y lo encuentra en el ocultismo. El estrés postraumático que sufre lo lleva a resolver un antiguo rompecabezas; así, accede a Oblivion, un plano donde el dolor y el placer se fusionan. En su viaje, su alma se une a Xipe Totec, el Pontífice Oscuro del Dolor, una deidad de origen mexicano que lo convirtió en el líder de los Cenobitas.

¿Quién era Pinhead?

Kirsty Cotton, la hija de Larry, viene escapando de los Cenobitas y hace un pacto con Pinhead entregando a su tío Frank, pero aun con pacto, estos moralistas del inframundo no tienen pensado perdonarle el infierno, y seguirá siendo perseguida por haber manipulado el Cubo de la Configuración de los Lamentos.

La joven descubre una fotografía que revela la verdadera identidad del líder de la Orden: Elliot Spencer, el capitán británico traumatizado por la Primera Guerra Mundial. Pinhead, al ver la fotografía, reconoce su pasado humano, pero este recuerdo no lo transforma ni disminuye su crueldad; contrariamente, lo llena de ira.

Hellraiser, la icónica obra maestra de Clive Barker, ha trascendido como un fenómeno de culto, desafiando la moralidad, con el sadomasoquismo y su mezcla de placer y dolor. La creación de los Cenobitas, liderados por Pinhead, representa la dualidad dolor y deseo. Esta personificación ha fascinado a generaciones, y ubicó a Hellraiser como un ícono indiscutible del terror moderno.

Además, la influencia de Pinhead también se ubicó en el ambiente musical. Numerosas bandas de rock como Slipknot o Cradle of Filth, entre otras, han adoptado estéticas que nos recuerdan a los miembros de la Orden de las Incisiones. Influencia cúlmine en un crossover musical memorable de Motörhead y el mismo Clive Barker, en un video dirigido por este último, donde Lemmy Kilmister (vocalista de la banda) y Pinhead se enfrentan en una partida de cartas, escena que recuerda a la película de Ingmar Bergman, El Séptimo Sello, todo un guiño a la iconografía cinematográfica, que quedó grabado en la memoria de los amantes del arte oscuro.