En un tiempo, antes de ser guitarra,
antes de que la madera fuera ahuecada,
la guitarra fue simplemente un trozo de árbol.

Y ese árbol no era solitario,
sino que formaba parte de una pequeña selva,
de eso que llamamos monte.

Ahí vivía la guitarra antes de ser guitarra.

Y ese pedazo de madera integrante de la selva
tiene que haber recibido un gorjeo de algún ave
al atardecer, o al amanecer, o al mediodía.

Toda la selva recibió el cántico de pájaros
a lo largo de los años, de pájaros que han cantado
con frío en invierno, con sol, con coraje
y en primavera con amor.

La guitarra, antes de ser guitarra
era simplemente un árbol,
pero su madera ya sabía de música
mucho antes de ser guitarra.

(Atahualpa Yupanqui)

Es en vano precisar el momento exacto de la historia de la humanidad donde aparecieron los primeros instrumentos musicales. Sin embargo, por los rastros de manifestaciones de arte prehistórico, sabemos que desde tiempos inmemorables el humano ha disfrutado de imitar los sonidos de la naturaleza.

Primero mediante el uso de su propia voz y posteriormente por la utilización de herramientas sencillas, como huesos, cuernos, caparazones, caracoles, conchas marinas, semillas y otros objetos de la naturaleza, el humano encontró, que al vibrar y controlar el flujo de la columna de aire dentro de estos artefactos, se producían sonidos que imitaban el canto de las aves, el sonido de las olas del mar o el rugido de las bestias.

A la par de la evolución de la arqueología, la lingüística y demás ciencias que acompañan el desarrollo del ser humano, los instrumentos musicales fueron haciéndose cada vez más complejos hasta generar tres grandes familias de instrumentos musicales: Los aerófonos, los membranófonos y los cordófonos.

En los primeros, el principio fundamental es el aire que fluye por su interior, el cual es controlado y modificado por los agujeros que existen a lo largo del instrumento. En un principio eran huesos, caracoles y conchas marinas con orificios agregados hasta evolucionar en instrumentos como la flauta, el clarinete o una trompeta.

La segunda familia de instrumentos son los que constan de una cavidad natural o que mediante un parche de piel o membrana tensada, se produce un cuerpo hueco para ser percutido y generar así pulsaciones rítmicas. Primeramente, eran cráneos, huesos y troncos, hasta evolucionar en todo tipo de tambores y láminas de distintos grosores y de distintos materiales, que al agitarlos, rasparlos o colisionarlos producen una vibración sonora en todo el cuerpo del propio instrumento.

En la última familia se encuentran los instrumentos que producen sonidos mediante vibraciones de una o más cuerdas atadas a dos puntos de una caja de resonancia. Estos instrumentos en principio estaban hechos igualmente de hueso, caparazones o de madera. Las cuerdas se hacen vibrar mediante frotaciones, percusiones o pulsaciones y la caja de resonancia amplifica esta vibración haciendo llegar el sonido hasta nuestros oídos.

La guitarra es un instrumento de cuerda pulsada que quizás sea el cordófono que más se ha extendido en el paso del tiempo y por las más diversas civilizaciones del mundo, debido en parte a que su origen ha servido ambiguamente a la música aristocrática así como a la música popular y al canto de los pueblos. Su historia es igual de extensa que su popularidad.

Ahora bien, historiadores y musicólogos no han logrado unificar una teoría sobre el origen y cuna del instrumento de las seis cuerdas.

Es común relacionar a la guitarra con su origen hispano, empero su nombre es mucho más antiguo. Se teoriza que pudiera provenir de una lengua indoeuropea llamada Hitita, la cual se hablaba en los territorios donde actualmente se ubica Turquía.

En esta hipótesis encontramos que la palabra guitarra proviene de los vocablos GIŠ, que significaba madera y TAR, que significaba cuerda.

Le sonará posiblemente algunos otros instrumentos emparentados: el sitar (India), el setar (Irán) y el tar (Persa). Todos estos contienen la terminación tar y en efecto, son instrumentos de cuerda.

Aun así, hay mucha opacidad para rastrear su origen, debido a la permeación de las culturas de Oriente Medio traídas a Europa a lo largo de muchos siglos de migraciones, guerras y fusiones culturales.

image host
Khithra.

Hubo una desechada teoría que apuntaba a que el origen de la palabra guitarra podría provenir del griego kithara. No obstante que fonéticamente las palabras resultan similares, el kithara griego resulta ser un instrumento distinto, sí de cuerda pulsada, pero más parecido al arpa, a la lira o al kinnor hebreo.

La teoría del kithara como origen de la guitarra moderna se desmorona al carecer de pruebas escritas, arqueológicas o pictóricas respecto a la construcción de un instrumento de un solo brazo. En las pinturas y bajorrelieves griegos se encuentran comúnmente imágenes de instrumentos de doble brazo con forma de arco semejantes a la lira, o con un mástil cerrando el arco, como lo encontramos en un arpa.

La guitarra en toda su evolución ha modificado su tamaño, el número de sus cuerdas, su afinación y otras de sus características, pero su organología siempre ha sido disponer de sus cuerdas en un plano paralelo a la caja de resonancia con un agujero acústico en el centro de la tapa. Las cuerdas se atan en un extremo al puente sobre la caja y corren a lo largo de un único mástil saliente, sobre el que va adosado el diapasón.

Las continuas guerras, fusiones y migraciones de las civilizaciones que sucedieron a la caída del Imperio Romano de Occidente, llevaron instrumentos como el laúd a establecerse dentro del territorio hispano, primero durante el asentamiento del Reino Visigodo y posteriormente inundada con instrumentos árabes como el oud y el barbat persa traídos durante la conquista islámica de los musulmanes que duró hasta finales del siglo XV d.C.

Por si fuera poco, la invasión y los constantes saqueos perpetrados a América por parte del imperio español a partir del siglo XVI, reunieron los toques finales para que, pocos años después, naciera la guitarra moderna. Estos saqueos, además de oro, llevaban consigo a Europa un nuevo mundo de posibilidades de cómo entender la vida, la música, así como toda una nueva gama de instrumentos musicales.

En resumen, la historia de la guitarra necesitó de 3.000 años de evolución para que todas esas herencias del Oriente Próximo y Oriente Medio convergieran en la Península Ibérica con tradiciones hispanas, latinas, bizantinas, grecorromanas y que finalmente se moldearan con el pensamiento renacentista para que naciera la guitarra moderna, muchas veces llamada—un tanto simplista— guitarra española.

En el siglo XIX —hace menos de 200 años— nace ya una guitarra con la forma y proporciones que le conocemos hoy día; con su caja de madera en forma de ocho asimétrico y de cintura pronunciada, con su roseta elegantemente adornando su boca, mezclando maderas de todos los bosques del mundo, que van desde abeto, cedro, pino, sicómoro, caoba, palisandro, arce, buruta, nogal, ébano y palo de rosa, y coronada en su clavijero con una maquinaria finamente elaborada que le da la afinación a cada una de sus seis cuerdas.

La primera guitarra documentada con estas características y que aún se conserva, fue la construida por Antonio de Torres Jurado, en Almería, España, en 1852. Dicho instrumento se conoce como la “guitarra cero” y se encuentra en la actualidad en el museo de la música de París. Esta no es la única guitarra Torres que se preserva, pero sí la primera. De las guitarras construidas por Antonio Torres aún es posible escuchar en concierto a la legendaria guitarra llamada Leona y otra, llamada la invencible.

Antes de las Torres hubo muchas otras guitarras, como las construidas por Antonio Stradivarius —sí, el archi famoso constructor de violines—, pero a Torres se le atribuye el modelo estándar de las guitarras como las conocemos hoy.

En estricto sentido, todas las guitarras clásicas y no clásicas que existen en la actualidad son réplicas del modelo que Torres diseñó en 1852.

Una de las innovaciones más importantes propuestas por Torres fue la modificación del puente donde se atan las cuerdas. Este cambió para que la cuerda se atara sobre la misma línea horizontal de la tapa, contrario a lo que se hacía en las guitarras anteriores, donde la cuerda se pasaba por dentro de la boca y se anudaba por debajo del puente. Existen actualmente algunos instrumentos folclóricos que siguen teniendo la construcción de puentes con nudo por debajo de la tapa, como es el caso de la jarana mexicana.

El nudo en una posición horizontal modifica el vector de la fuerza ejercida por la tensión de la cuerda y redistribuye la presión sobre la tapa de resonancia, aumentando su capacidad de vibración e irradiando sonoridad tanto a la tapa frontal como a la tapa trasera del instrumento. Esto necesitó de ajustes importantes al varetaje interno de la guitarra y sus proporciones, pero permitió aplicar mayor tensión y estabilidad en las cuerdas, resultando en un instrumento de mayores dimensiones y mejor sonoridad.

Desde entonces la guitarra ha sufrido pocos cambios significativos. Posiblemente la única innovación importante del siglo XX fue el uso de la electricidad en la guitarra eléctrica. Aunque en principio el instrumento es el mismo (mismo número de cuerdas, misma afinación, mismo diapasón), la utilización de aparatos eléctricos y digitales permite modificar la intensidad del sonido, su timbre e incluso moldearlo con toda clase de efectos.

¿Qué tan popular es la guitarra hoy en día?

Cada año se venden 1,5 millones de guitarras en Estados Unidos y más en el resto del mundo. En el 2020 se estimó que sólo en Estados Unidos existían entre 15 y 20 millones de guitarras en sus cinco estilos diferentes: clásica, flamenco, folk, jazz y eléctrica.

Aun así, en 2017, el diario The Washington Post había publicado un artículo titulado Why my guitar gently weeps. The slow, secret death of the six-string electric guitar (Por qué mi guitarra llora suavemente. La muerte lenta y secreta de la guitarra eléctrica de seis cuerdas), donde se afirmaba que la industria de la guitarra estaba en quiebra y las nuevas generaciones ya no estaban interesadas en tocar la guitarra.

No obstante, después de la pandemia de Covid-19, la gente comenzó nuevamente a comprar guitarras como un apoyo psicológico y como un compañero en tiempos de aislamiento. “Ahora vendemos mil guitarras cada día y tenemos por primera vez ingresos de más de mil millones de dólares anuales”, afirmó el CEO de Sweetwater Chuck Surak, en una entrevista para la revista Rolling Stone, en 2021.

Las guitarras clásicas siguen siendo construidas en talleres artesanales y no se fabrican por procesos industriales; cada una de las piezas es tallada a mano y montada por un artista de la madera llamado laudero o luthier. Existen variaciones en la construcción y elección de maderas por lo tanto en el sonido que producen, por lo que evidentemente cada guitarrista tendrá sus favoritas, pero sin lugar a dudas, de los constructores más influyentes de la historia, junto a Antonio de Torres, están Hermann Hauser, Gabriele Lodi, Masaru Kohno y Robert Bouchet y Antonio Marín.

En la construcción de guitarras eléctricas hay cuatro gigantes indiscutibles: Fender, Gibson, Martin y Taylor.

No se puede hablar de la guitarra sin mencionar a los compositores e intérpretes, que, sin ser constructores, mucho aportaron al desarrollo del instrumento: Luis de Milán, Alonso Mudarra, John Dowland, Francisco Tárrega, Fernando Sor, Mateo Carcassi, Napoleón Coste, Mauro Giuliani, Anton Diabelli, Andrés Segovia y Paco de Lucía.

Grandes guitarristas del siglo XX

image host
Paco de Lucia in Arles, Francia, 1982

Seguramente no exista —en el pasado, presente y tal vez tampoco en el futuro— otro guitarrista igual de potente, virtuoso y vibrante como lo fue Paco de Lucía.

Nacido en diciembre de 1947 en la provincia de Cádiz, Paco fue el menor de los 5 hijos de Antonio Sanchez y Lucía Gomes. La familia, de muy escasos recursos, compaginaba sus ingresos de vendedores de fruta con algunas actuaciones en tablaos y fiestas locales.

Desde muy joven, Paco bebió de las fuentes de la música flamenca y aprendió de su padre a tocar la guitarra. Sus primeros acordes sonaron junto a sus hermanos, quienes desde pronto tomaron el nombre de su madre y con su talento hicieron de la guitarra su mejor antídoto contra la pobreza.

La fabulosa guitarra de Paco de Lucía y Fantasía Flamenca, fueron algunas de las obras que llevaron a de Lucía a su consagración internacional definitiva.

Paco falleció en México un triste 25 de febrero de 2014 y sus Entre Dos Aguas no sonaron más; pero todo cuanto pudo expresarse con las seis cuerdas de la guitarra estuvo en manos de Paco.

image host
Jimi Hendrix en el parque de atracciones Gröna Lund en Estocolmo, Suecia, 24 de mayo de 1967.

Casi a la par, pero por el lado de la guitarra eléctrica, Jimi Hendrix hacía historia como uno de los más grandes guitarristas de rock. Se cuenta entre las muchas leyendas —las que usualmente acompañan a los personajes misteriosos de la historia—, que Hendrix iba a su escuela primaria con un palo de escoba emulando el tocar de la guitarra y que con solo la mímica fue como aprendió a tocarla. Otra leyenda cuenta que su primer instrumento fue un ukulele encontrado en la basura con una sola cuerda y que ahí empezó la historia del más grande guitarrista eléctrico. Todas estas historias son muy atractivas para una biografía, pero difícilmente constatables.

Lo que sí sabemos es que Hendrix es el guitarrista de rock que encabeza todas las listas de popularidad y que lo posicionan como el guitarrista más influyente del rock, a pesar de que su carrera profesional solo duró cuatro años. Su sonido se caracterizó por utilizar amplificadores con distorsión a un alto volumen y ganancia. Fue además uno de los pioneros en utilizar efectos de sonido como el wah-wah y el phaser estereofónico. Los guitarristas eléctricos anteriores habían experimentado con distorsión, pero Hendrix:

convirtió esos y otros efectos en un vocabulario controlado y fluido, igual de personal que el blues con el que había comenzado.

(George Warren, Revista Rolling Stone).

La guitarra en el siglo de la post-posmodernidad

Lastimosamente, la flecha del desarrollo musical y del arte en general no ha seguido la misma tendencia que las demás ciencias del pensamiento humano, es decir, que la música no se ha hecho cada vez mejor y de la cual sabemos más que antes, como si lo ha sido, por ejemplo, en áreas como la física, la medicina, etcétera. Por el contrario, en la música se ve una tendencia involutiva.

Desde finales del lejano periodo barroco, allá por el siglo XVIII, la música empezó simplificando y sintetizando elementos para ser cada vez más fácil de comprender y también de interpretar. Aunque no por esto es que llegara a ser una ciencia sencilla, pero sí, por decirlo de algún modo: un tanto menos compleja.

De hecho, en el siglo XIX ser intérprete o compositor de música requería de un trabajo disciplinado y dominio de ciencia que muy pocos lograban alcanzar. Hoy en día casi que cualquier cosa que emita sonidos puede considerarse música.

“En mis tiempos la música era mejor” dicen siempre las personas mayores. Y en este caso sí puede que tengan razón. Cada generación que pasa percibe cómo la música nueva está cada vez más en pauperización. Así ha sido desde hace muchas décadas y al llegar el siglo XXI, la tendencia artística del post-posmodernismo ha llevado a la música a un “todo se vale”, incluso el ruido desacompasado.

Como ejemplo de esta simplificación musical tenemos que hoy existe un único género musical: la canción. Es decir, la gran mayoría de la música que se compone hoy son canciones, cuando antes teníamos un número mayor de posibilidades musicales: sonatas, cantatas, tangos, valses, réquiems, fugas, milongas, chotis, sones, preludios, marchas, huapangos, mazurkas, romanzas y una larga lista de géneros que hoy se redujeron sólo en canción.

Cada año, la plataforma Spotify publica su lista Wrapped, la cual es un resumen de los artistas y canciones más escuchadas en la App de trasmisión con más presencia a nivel global.

En el 2023, el Wrapped de Spotify posicionaba en el top 5 de los más escuchados a nivel mundial a Taylor Swift, Bad Bunny y Peso Pluma.

En gustos se rompen géneros, y a pesar de todo, tanto Taylor Swift como Peso Pluma utilizan en sus canciones más escuchadas una guitarra de 12 cuerdas, llamadas docerolas (en realidad son guitarras de seis cuerdas dobles, afinadas igual que una guitarra).

Aunque virtuosos y muy buenos solos de guitarra, las canciones de los dos anteriores tal vez no sean de la talla de Paco de Lucía y Jimi Hendrix, no obstante, sigue siendo la guitarra uno de los instrumentos favoritos de los artistas actuales y ésta sigue siendo parte de la estética del sonido del top 5 mundial.

Así, desde hace cientos años, la peregrina y romántica guitarra está en todas partes... a veces en chozas o palacios, a veces en salas de concierto y muchas otras veces en la taberna, a lado de la navaja, del vaso de vino y de la copa de aguardiente, sirviendo de placer a los borrachos, manoseada por todos y con manchas de sangre de uva, que a veces se convierte en manchas de sangre humana; allí se encuentra la guitarra, de humilde y vulgarísima existencia, resguardando su tesoro incalculable, su fascinante mundo sonoro.