Él que vive metido en la música, tiene muy poco tiempo para pensar cosas malas, tiene muchas posibilidades de perdonar y dar mucho amor, él que ama la música, hasta las enfermedades se le desaparecen, porque la música es algo relajante y refrescante para el espíritu y el cuerpo.

(María Faustina Orobio Solís)

¿Quién es María Faustina Orobio Solís? Cantadora de Música Tradicional de la costa del Pacífico Sur colombiana. Una mujer llena de sabiduría, que nació hace casi setenta años en un pueblo del Pacífico llamado Limones, en Colombia.
Fue una niña como muchas otras, incluso más desafortunada que la mayoría, una niña que sin embargo ha respirado música desde pequeña y ha tejido su existencia en torno a la música. Texturas y notas, sonidos y palabras, ritmos y recuerdos. Una niña, una joven, una mujer, una madre y luego una abuela que siempre siguió su misión, la dirección que le había indicado su abuela. Aprendió la sabiduría de sus antepasados y a lo largo de su vida se comprometió a transmitirla a la posteridad, especialmente a los jovenes.

Hoy Faustina, sin alguna duda, es reconocida, por su gran trayectoria y por su vasto conocimiento en la música y tradición oral de su región, como una de las representantes y salvaguardas de la Música de Marimba y Cantos Tradicionales, declaradas por la UNESCO como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Lleva más de 49 años lidiando con las Tradiciones del Pacifico sur colombiano, aquella de los “Afro descendientes”, asociada a la marimba de chonta.

La Marimba es un instrumento musical de percusión de origen africano, que se compone de una serie de tablillas de madera dura (similares a las del xilófono), bajo las cuales se disponen a modo de resonadores grandes cañas de bambú. El sonido de la marimba se produce por percusión utilizando palos de fieltro o caucho sobre tablas de madera noble a juego. Las tablillas están dispuestas como teclas de piano, con los conjuntos de dos y tres alteraciones (las teclas negras) dispuestas horizontalmente sobre las tablillas de sonido natural.

El video documental que trata de la vida y obra de la maestra Faustina Orobio “Mi Santa Comadre”(Resistencia Music® Sello Independiente, Productor Fonográfico y Audiovisual), comienza con una frase del poeta, etnólogo y escritor Alfredo Vanín Romero que hace una pintura de nuestra cantadora:

Faustina Orobio desciende de esas mujeres que cantaban a la sombra de los músicos varones en las noches de currulao o de interminables arrullos. Pero su vocación era otra: cantar su propia música, estar alfrente con su voz templada en las mareas del Pacífico, tal como otras habían empezado a tocar la marimba, hasta hace poco un instrumento vedado a las mujeres. Guapireña, paciente y talentosa, descubrió que podía crear su mundo nuevo a partir de los ancestros, y empezó a componer sus propias tonadas que hablaban de la paz y de la guerra, de tiempos que se habían venido encima de las vidas que tradicionalmente no habían hecho nada más que vivir como aliados del mundo, con sus propias alegrías y conflictos.

(Alfredo Vanín Romero)

Para saber algo más de Doña Faustina les brindamos una entrevista:

Faustina, ¿Qué representó la música para los colombianos descendientes de negros africanos y sus mezclas y para tus antepasados que vinieron de África?

Para nosotros los negros colombianos, la música representa todo lo que es nuestra etnia, nuestras costumbres y todas las enseñanzas de nuestros antepasados, para no olvidarnos de dónde venimos, quienes somos, para tener siempre presente a quien pertenecemos y a que pertenecemos y por qué pertenecemos, para recordar siempre que somos negros. En general me hace recordar todo lo que me enseñó mi abuela.

A la marimba en general se asocian otros instrumentos de percusión: el bombo, los cununos, la voz solista, el coro. ¿Dónde nació esta costumbre y qué representan simbólicamente estas percusiones?

Para mí la costumbre de la marimba nació en África, los bombos, los cununos todos vienen prácticamente de ellos, aunque los indígenas también tenían una costumbre más o menos parecida, pero nosotros los negros, nuestros viejos, usaban mucho la marimba porque ellos mismos la construían, al igual que los bombos y los cununos, los hacían en el monte; y en los cantos se iba dando a entender lo que queríamos contar.

Estas percusiones representan también lo que éramos y lo que somos. Por ejemplo, los animales que ellos cazaban, les servía para su alimentación y las pieles las utilizaban para hacer sus instrumentos, bombos y cununos. Para hacer la parte del bombo que repica más duro usaban la piel de los Tatauros (una especie de jabalí) y la de los venados la usaban para la parte que suena más suave. En los cununos, el cununo macho va con piel de Tatauro y el cununo hembra va con piel de venado porque la piel del venado es más suave que la del Tatauro. Por otra parte, la palma de chonta les daba un fruto que se llama “Chontaduro”, ésta palma la cortaban, la dejaban secar y de ahí hacían las tablas de la marimba, eso es propio de nosotros los negros del Pacífico y nos recuerda que nosotros pertenecemos a la selva.

En la música, en la danza y en la tradición oral tienes tus mejores aliados, tanto que tomaste la iniciativa de comenzar a dictarles clases a tus hijos y a los hijos de tus vecinos; y viendo el potencial de los muchachos, les propusiste formar un grupo musical tradicional llamado: Los Curruleros de Guapi.

¿Por qué es muy importante transmitir tradiciones culturales y musicales a los jóvenes de tu pueblo?

Estas músicas son la tradición de nosotros, de nuestros ancestros, es la herencia que nos dejaron nuestros abuelos. A los niños y a los muchachos hay que contarles y no hay manera más hermosa que contarles el estilo de vida de sus antepasados, de donde vienen, a quien pertenecen, entonces la mejor manera que yo encontré para enseñarles esto fue con la música, haciendo letras que tuvieran que ver mucho con nuestros antepasados y con nuestras cosas vividas, para hacerles entender que nosotros no solamente somos salsa y otras músicas, que la música que nosotros debemos llevar en nuestra sangre se llama folclor del Pacifico, entonces para mí lo más hermoso que he hecho en mi vida es haber armado ese grupo llamado “Los Curruleros de Guapi”.

En los ensayos con este grupo, se acercaban muchos niños a vernos y a escucharnos y al ver el interés de estos niños por la música, fue que se me ocurrió armar mi escuela “Niños constructores por la Paz”. Porque desde ahí vi que enseñándoles la música a los niños, los podía sacar de muchos problemas, porque le digo con toda sinceridad que el músico es mejor persona y puede ser que de cien personas solo cambien cincuenta por amor a esa música y ahí queda esa satisfacción que al menos algunos cambiaron su mentalidad.

Con el grupo Los Curruleros, integrado por Yeiner Orobio (marimba), Ciro Silva y Jenner Ruiz (bombo), Heriberto Bonilla (cununos), Martha Cecilia Torres y Ledy Karola Mancilla Perlaza (coros), naciò el primero disco titulado “La belleza de mi pueblo”: ¿Cuál es su belleza? ¿Cuáles son los temas de estos cantos?

En “La belleza de mi pueblo” plasmé todo lo que a mi mente vino de lo que yo había vivido, no fueron cosas contadas, fueron cosas que yo viví y todas esas letras que están plasmadas las viví en Limones y en Guapi, por eso lleva ese nombre, “La Belleza de mi Pueblo”. Por ejemplo en “Campanero Repicá”, en este tema se me medió por cambiar todo lo que hacíamos en los arrullos viejos. Yo siempre compongo mis letras mientras estaba lavando, cocinando o planchando, un día estuve lavando en mi casa y sonaron las campanas a las 12 del día y mientras que yo cantaba me dicía “Bueno, sería bueno cambiar algo al estilo un poquito Nariño y al estilo Cauca”, por eso ‘Campanero Repicá’ suena de esa manera, porque tiene tres gritos como un Currulao y el respondido al estilo arrullo, entonces es un “arrullo prácticamente bambuquiado” y le juro que si yo antes componía, ese tema me dio más fuerza para seguir componiendo.

Pasando a otra canción por ejemplo está “Las Ostras”, bueno, imagínese yo una muchacha que se crió en Bogotá (rísas), llegué a Limones a “Pianguar, a cangrajear, a chorguiar, a almejear, a sangariar y a patiburrear” (recolección de diferentes especies de ostras), picada por el “jején” (especie de zancudo) entrando y saliendo del mar, porque Limones es el pueblo más hermoso y más cálido que hay porque es que Limones es de agua dulce y de agua salada, todo esto con mi abuela, mi mamá y mis tías, íbamos a sacar todas esas ostras para venderlas para nuestro sustento y para comer; los niños las comen pero no saben de dónde se sacan, entonces mi hija Rocío, cuando estaba en primaria, le pidieron de tarea, llevar una canción que tuviera algo que ver con su pueblo, entonces yo hice ese tema y se lo di y ella se ganó el primer puesto en su colegio y un día cuando ya cantaba con los Curruleros, Rocío me dice que cantara las Ostras porque era un tema bien representativo de Limones.

Sabemos que interpretas muchos ritmos como ‘currulao’, ‘arrullo’, ‘bunda juga’, ‘rumba’. ¿Cuál es tu ritmo favorito?

Mi tema favorito es el ‘currulao’ que lleva el nombre de mi abuela: “Rosa Elia” fue la mujer más noble que hubo en mi vida, la mujer que más me quiso, la mujer de la que aprendí más cosas bonitas, porque ella era maestra de literatura, de religión y de historia, ella todo lo decía con versos y nunca hacía un regaño, todo era muy emocionante y bonito. Ella se fue y me dejó todo lo que ella pudo dejarme en mi mente, yo no sé cómo demostrarle mi gratitud, sino escribiendo para ella.

Tu hijo Yeiner es constructor e interprete de marimba. ¿Cómo es el proceso de creación de este instrumento y la importancia cultural para la región de Cauca?

Yeiner es intérprete de ese instrumento y lo interpreta muy bien, pero no podemos olvidar de donde le nació a él la pasión para construir esa marimba, el aprendió a tocarla y a construirla gracias al maestro Silvino Mina. Yo le compré una marimba y cuando él llegaba, me escuchaba cantar y trataba de seguirme con la marimba, me pedía que le repitiera para que él pudiera encontrar el tono, claro está, siguiendo las enseñanzas del gran maestro Silvino, también le enseñó a hacerla. La importancia cultural para la región es que no se pierda ese relevo generacional para que esta tradición no se muera. Lo que tienen que hacer con la música de nosotros es ponerle mucho interés y aprovechar las enseñanzas de los que más saben, tienen que valorar lo que somos, tienen que aprender a fabricar sus propios instrumentos porque no todo el tiempo va a estar él que los hace.

Viviste en Bogotá durante tu niñez, ¿Debido a que te mudaste desde tu pueblo natal Limones?

Porque mi mama me regaló. Me regaló a una familia que ella ni siquiera conocía. Me entregó a una señora que se llamaba María Benítez y ella me llevó a Bogotá. Me acuerdo que me llevó en un barco que se llamaba “El Utría”, lo recuerdo porque escuchaba a la gente decir que así le decían. Me acuerdo que llegamos a Buenaventura y nos fuimos en tren hasta Bogotá, casi dos días de viaje. Imagínese, llegamos y yo, una “peladita” (niña) de tres años, muerta de frío, nos fueron a recibir los Sarria y me llevaron ruana, medias de lana, guantes y saco. Desde ese momento llegué donde los Sarria, quise mucho a esa familia, aunque me tocó vivir un año bastante triste, pero no con ellos, y por eso fui a pasar mi niñez a Bogotá, porque mi madre no quiso criarme a mí.

Resulta que la última hija de los Sarria se llama Magdalena, ella es mayor que yo cuatro o cinco años, entonces ella escuchaba la emisora. Allá donde los Sarria no se oía sino música zarzuela, opera, música de sala; pero Magdalena en su cuarto escuchaba “Radio 15” y yo me metía allá con ella a bailar, en ese tiempo estaba “La gallinita Josefina”, estaba “La despeinada” y esos temas así y yo escuchaba el tema y al otro día ya me lo aprendía.

Una vez la familia fue al “Estudio quince” porque querían hablar con el cantante Oscar Golden, entonces yo me escondí en el carro porque quería conocer esa emisora; cuando llegamos, yo me fui metiendo como “cucarachita” al estudio y en esas pusieron la canción “La despeinada” me puse a bailar. Los hijos del doctor Sarria se enojaron conmigo, me cogieron de un bracito y me llevaron para el carro, pero no me importó porque yo quería conocer la emisora que oía por la radio y la conocí.
Yo veía por televisión algunos programas como “Ponqué ramo”. Uno tenía que mandar las etiquetas con sus datos, yo me demoré metiéndolas en los buzones un año, hasta que un buen día, apareció entre los sietes niños ganadores. Me hicieron participar al final – era la única negra – y gane el primer premio en absoluto para todo el año, yo canté “La gallinita Josefina” y “La despeinada” pero la que más les impactó fue “La gallinita Josefina”.

¿Por qué luego elegiste vivir en Guapi?

Porque a mi mamá le mandaron las fotos de mi primera comunión que la hice a los 10 años en la iglesia del Divino Salvador, a ella le mandaban cada seis meses plata y remesas de ropa y de comida, entonces cuando me vio en las fotos, ella quería verme, así que me mandaron de paseo después que cumplí los once años, iba de vacaciones, pero doña María Benítez, que era la señora que me había llevado y la que entregaba todo a mi mamá, cometió el error más grande de su vida al darle a mi mamá toda la plata que habían mandado, y ella hizo y deshizo lo que quiso con esa plata entonces yo me quedé sin pasajes para devolverme. Yo lloraba mucho porque me quería devolver, porque ese fue el compromiso, porque los Sarria me esperaban de nuevo.

Este pequeño pueblo del Pacífico está lleno de recursos naturales y culturales: lindísimas playas con aguas cristalinas, la caminada por el río, cascadas, islas, lagunas, reservas naturales, etc. ¿Qué le dirías al viajero que quiere visitar tu país?

Bueno, les diría a los viajeros, prepárense a conocer y a disfrutar todas las bellezas de mi Pacífico, tanto en el Nariño como en el Cauca. Hay cosas hermosas, muy interesantes, que las disfruten y gocen de ellas con toda honestidad y también acordándose que todas esas cosas nos pertenecen y que debemos cuidarlas y respetarlas. Ese concejo se los doy a todos los visitantes. Se van a encontrar con la música, una música que es muy levantadora de ánimo, con la gastronomía que es muy deliciosa, un ambiente muy cultural y todavía sano, porque a pesar de todo, todavía hay partes sanas. Yo no conocí muchas quebradas, las únicas que conocí fueron: la quebrada de Limones, la de Currupí, la de la Trina y la quebrada de Guayacán, todas esas son quebradas muy bonitas; hay un lugar que se llama la “Cueva Anbua” donde pueden ver animales, agua pura y cristalina. En las playas están los esteros, los bajos, los manglares y los raizales.

Con tu nuevo grupo musical “Minga Pacifica” compuesto por Jayer Torres Alomía (voz principal, marimba, cununos macho y hembra, bombo arrullador, guasá y coros), Kizu (voz principal y marimba, bombo golpeador), Katherine Quiñones (voz principal, Coros), Zoraya Caicedo (voz principal, Coros), Paul Ospina (guitarra acústica) has publicado “Verseando con los abuelos”, un disco producido por Resistencia Music S.A.S.: ¿Cómo nació este trabajo? ¿De qué habla?

Este trabajo está hecho con el alma, con toda mi alma y mi corazón sincero. Esos temas los compuse, los monté un año antes de grabarlos con otro grupo pero me dejaron tirada, entonces le agradezco a mi productor Luis Carlos Osorio Páez que me consiguió los músicos para yo poder hacer mi trabajo. En “Verseando con los Abuelos” casi todas las letras están pensadas en esos abuelos, todas tienen algo de las frases que le escuché a mi abuela y a los viejos de Limones. Minga Pacífica quiere decir que en Limones, cuando vamos a coger arroz, o vamos a hacer algunos trabajos, la gente se ayuda, unos vecinos con los otros, entonces se reúnen y, los dueños del trabajo, lo único que tienen que poner es la comida, los demás ayudan con lo que pueden, entonces eso se llama “vamos a hacer la Minga” y eso pasó con este disco, porque yo al único que conocía era a Hayer y los otros, tan pronto Luis Carlos les dijo, sin conocerme a mí, aceptaron la propuesta de colaborarme para hacer este trabajo, por eso yo les agradezco siempre por lo que hicieron por mí. Todos ellos son del Pacífico, cada uno de diferente territorio, por eso se llama ‘Minga Pacífica’. Con ellos ensayamos solamente seis horas, así que fue una minga elegante, gratificante, ¡les agradezco por siempre! Todas las canciones son bien tradicionales, hasta la del coronavirus (risas).

Podemos concluir esta entrevista relatando un hecho ocurrido hace unos años: en noviembre del 2015, desafortunadamente por descuido de unos vecinos de la maestra Faustina, se incendian varias casas, entre esas la casa de ella, que era el lugar donde además dictaba sus clases, en este lamentable hecho también se quemaron todos los instrumentos que tenía ahí. Desde entonces, la maestra Faustina viene luchando para poder conseguir el apoyo de entidades y/o personas que le puedan ayudar a rehacer este sueño llamado Escuela de músicas tradicionales: “Niños constructores por la Paz”. Podemos ayudarla en este proyecto con un regalo, con la difusión de su trabajo, con la búsqueda de patrocinadores, con Le Minga...