El arrullo es una de las más insustituibles experiencias de la primera infancia. Es necesario. No es solo plácido: puede ser angustiante cuando no da resultado, cuando hay un padecimiento, en fin...

Más allá del asunto del género, el arrullo es, sobre todo, materno. Cuando el padre se decide a practicarlo, lo primero que habrá de oír es un "¡así no!".

Veamos algunas canciones de cuna que, para algunos lectores, serán, más exactamente, otras canciones de cuna.

Nanas de la cebolla

El poeta español Miguel Hernández fue, como García Lorca, una de las víctimas del franquismo durante la Guerra Civil Española, si bien el primero murió por enfermedad (encarcelado) y no por descarga de fusilería.

En alguna de sus varias estancias en prisión, fue enterado por su esposa (quien criaba a un bebé de meses) de que ella sobrevivía solo con pan y cebolla. Como reacción, el escritor dedicó unas nanas a su hijo para acunarlo. Vamos a escuchar una versión que reúne las que Alberto Cortez y Joan Manuel Serrat hicieron de la obra, musicalizada por el primero de ellos (como bien lo aclara Joan Manuel en su disco correspondiente).

Aurtxoa Seaskan

Mi niño precioso sería en castellano el nombre de esta obra patrimonial del país vasco, Aurtxoa seaskan. Es una vieja canción cuyo origen más remoto no logro encontrar. Gabriel Olaizola la tomó de la tradición y la convirtió en aquella que más ha llegado a nosotros. La letra es de Claudio Sagarzazu, quien incluye onomatopeyas recordando lo frecuentes que son en el arrullo, como “a la ro, ro” y tantas otras.

Olaizola era cantante y director de coros, lo que se percibe en su versión. Siendo bajo él mismo, la parte de los coros parece que la pensó en su propia voz. En cuanto a la voz solista, las interpretaciones femeninas terminan ganando, quizá porque mamá es la arrulladora por excelencia.

Aunque no es una canción con el tema de la cuna (que en realidad no fue tal, por cierto), se llega a escuchar mencionar la sagrada cuna, relacionándola con la navidad.

Hace años vi en video a Pepita Embil cantarla junto a Plácido Domingo, en una sentida función de homenaje y adiós de la cantante. Desde entonces, sin saber nada de lo que aquí les he platicado, me conquistó para siempre. La Embil vio nacer Autxoa, ya que, mientras pertenecía al Orfeón Donostiarra, Olaizola (perteneciente asimismo al conjunto) la creó.

Elegí para que ustedes escuchen aquí la versión muy libre de la intérprete hispana María Ostiz. Por tanto, dejé de lado otras más fieles a la original que ojalá ustedes reproduzcan también, ya por su cuenta.

Duerme y no llores

Duerme y no llores forma parte del catálogo de los villancicos. La autoría es del divulgador de la fe católica, escritor y sacerdote José Guadalupe Treviño. Deduzco que él mismo compuso tanto música como letra.

La obra comienza con una cita bíblica del capítulo II de san Lucas, aquella donde proclama el ángel “un gozo inmenso” por el nacimiento del salvador.

La música está estructurada para el despliegue perfecto de las voces cantando diferente texto en forma paralela, una polifonía.

Escucharemos la interpretación del coro Gracias a la vida, del estado mexicano de Querétaro, dirigido por Héctor Larios. Me complace presentarla porque se trata de un conjunto formado por personas de la tercera edad que lleva su entusiasmo a feliz puerto, como está a la vista, dejando una lección a quien quiera tomarla.

Obituario: Silvia Pinal

México vio partir en el mes de noviembre de 2024 a la actriz Silvia Pinal.

Fue una personalidad singularísima. Estudió con varios de los intelectuales del influyente grupo Contemporáneos, no pudo hacer vida con el amor de su vida, sufrió la muerte accidental de una hija y de una nieta, y fue primera dama de un estado de la república.

El grueso del pueblo que la despidió la recuerda por sus apariciones en televisión que no fueron, precisamente, un legado de valía. Este se encuentra, en cambio, en lo que de ella recuerda un público menor, el que disfrutó su cine mexicano de la época de oro y sus papeles protagónicos dirigida por Luis Buñuel. Dentro de ellos está Viridiana, que ganó para México un temprano León de Oro en Cannes, aunque usted no debería dejar de ver Simón del desierto.

Muchos pintores, como Diego Rivera y Oswaldo Guayasamín, junto a otros más, buscaron captarla en sus lienzos, según recuerda Fernanda Ávila en su artículo al respecto.

Su mayor logro fue que, a diferencia de otras grandes bellezas del cine nacional como María Félix y Dolores del Río, generó una excelente conexión con sus seguidores gracias a su chispeante vitalidad, y, en general, a su sencillez mantenida durante una prolongada existencia.