En los últimos años, se ha podido ver un renacimiento del cine feminista, trayendo a la mesa temas que eran normalmente ignorados, gracias a diferentes directoras, guionistas, y otras personas del espectáculo.
El término male gaze, o la mirada masculina, es “el acto de representar a las mujeres y al mundo en las artes visuales y en la literatura desde una perspectiva masculina y heterosexual que muestra a las mujeres como objetos sexuales para el placer del hombre heterosexual como espectador”. El concepto de la mirada fue propuesto por primera vez por el crítico inglés John Berger en su ensayo de 1972 llamado Ways of Seeing. En este, el crítico presenta un análisis de las representaciones de las mujeres como objetos pasivos utilizados en las publicidades y en el arte europeo.
Más adelante, en 1975, este término fue desarrollado como uno cinematográfico en el ensayo Placer visual y cine narrativo, publicado en 1975 por la crítica británica Laura Mulvey, en donde expresa que la desigualdad de género ejerce una influencia significativa en la manera en que se retrata a las personas, moldeando estas representaciones a través de las lentes ideológicas del patriarcado. Este fenómeno está vinculado a comportamientos como el voyerismo (disfrute sexual al observar), la escopofilia (placer en mirar) y el narcisismo (placer en contemplarse a uno mismo). Asimismo, este tiene tres perspectivas: (i) aquella del hombre detrás de la cámara, (ii) aquella de los personajes masculinos dentro del mundo cinematográfico, y (iii) aquella del espectador mirando la imagen.
Un ejemplo muy común de la mirada masculina es cuando en alguna película, comercial o video juego, la cámara hace una toma larga sobre el cuerpo de una mujer que, en estos casos, estaría usando algo ajustado y revelador para el placer del hombre. Esto puede verse con muchos personajes de la cultura pop de los últimos años, como Lara Croft, Harley Quinn y Black Widow. Incluso puede verse en las películas de acción o superhéroes al mostrar el cuerpo musculoso del héroe, además de su valentía y grandeza, lo que se espera de un hombre.
El male gaze no solo es sobre objetivación de las mujeres, sino que también afecta nuestra percepción de la sociedad y del mundo. Sabiendo todo esto, ¿qué sería la mirada femenina? ¿Es todo lo contrario? ¿Los hombres son sexualizados? La respuesta sería que no. El female gaze es un término feminista que representa la mirada de la cineasta y la espectadora. Fue creada como una respuesta a la teoría de Mulvey, refiriéndose a la perspectiva femenina que traería una directora, que sería completamente diferente a la de un hombre.
En 2016, el creador de Transparent y I Love Dick Joey Soloway habló en el Festival Internacional de Cine de Toronto sobre la dificultad que existe para definir este concepto. Ellx argumenta que el female gaze realmente se trata de utilizar la presencia de una mirada femenina en la pantalla para así poder enfatizar sobre las emociones de la historia y los personajes. Soloway comenta:
Creo que la mirada femenina es una manera de ‘sentirse mirada’. Puede ser pensado como una cámara subjetiva que trata de entrar en la mente del protagonista, especialmente cuando este no es un hombre hetero-cis. Utiliza los marcos para poder compartir y provocar un sentimiento en otro, en vez de solo ver a los personajes. Agarro mi cámara y digo ‘Ey, audiencia, no solo estoy mostrando esto, sino que quiero que lo sientan conmigo’.
Soloway también agrega que el female gaze quiere que la gente sienta que es el objeto de esta mirada; quiere que sientas cómo es ser observado. Por último, también expresa que “el female gaze te reta a devolver esa mirada [...] está diciendo ‘te vemos, observándonos’. Dice ‘no quiero ser el objeto, quiero ser el sujeto, y con esa subjetividad puedo nombrarte como el objeto”.
Una película que funciona como un gran ejemplo de esta teoría es Retrato de una mujer en llamas de Céline Sciamma, lanzada en 2019. Este filme, por el que Sciamma ganó Mejor Guión en la edición de dicho año del Festival de Cine de Cannes, transcurre en el siglo 18 en Francia, donde una pintora es la encargada de pintar a una aristócrata que está por casarse. El problema es que esta última se niega a posar y a casarse. Marianne, la protagonista, debe observar en secreto a Héloïse, la aristócrata, y mirar sus movimientos y gestos para poder hacer el cuadro. La observa con paciencia y de una manera detallada pero no de una manera sexual o dominante; viene de un lugar de generosidad y compasión. Más adelante, ambas se convierten en amantes, y podemos ver cómo esta intimidad crece a través de las pinturas de Marianne. La película muestra cómo la mirada puede ser mutua y empoderada, en vez de tener la mirada de uno dominando al otro.
Ya en la mitad de la historia, Héloïse decide posar para el cuadro, confirmando su colaboración y confianza entre ellas; ambas se observan y se entienden. La directora de la película dijo que el filme es un “manifiesto sobre el female gaze”, ya que subvierte la perspectiva masculina en favor de formas femeninas de mirar.
Hoy en día, el female gaze es algo que está tomando más y más atención por parte de los críticos y el público cinéfilo. Era algo que muy pocos notamos en las películas pero no podíamos decir cuál era el problema. Por ejemplo, al ver la película Transformers, sabíamos que el personaje de Megan Fox estaba siendo sexualizado para el placer del director y la audiencia masculina. Al entender el concepto del male gaze, todo esto (más otros ejemplos similares) tenía sentido. Al encontrar el female gaze, podíamos comprender porque funcionaba; porque más mujeres podrían sentirse identificadas o sentían que podían comprender más al personaje que se veía en la pantalla grande.
Esto es una manera humana de poder comprendernos, de entender nuestras experiencias y compartir nuestros sentimientos a través del arte. Al ver más producciones dirigidas por mujeres, o que cuenten historias importantes universales, vamos a encontrar una comprensión entre todos. Todavía falta mucho por hacer, pero esto es solo el comienzo.
It does feel both like a desire and a responsibility because we obviously need more representation of the female gaze even though I don’t really think that’s a category, but just a more diverse experience behind the stories that the world is exposed to.
(Natalie Portman)