Un reciente estudio de la Comisión Europea (The Future of Work. European Commission, 2019), alerta que Europa se está quedando atrás, y advierte que entre las nueve mayores empresas digitales del mundo no hay ninguna europea. América Latina está mucho más rezagada.
El mayor desafío económico-político de la democracia es crear una economía digital inclusiva. Para lograrlo necesitamos una educación digital inclusiva, y formar ciudadanos digitales del futuro. La Educación para la digitalización es clave (ver The Age of Digital Interdependence, High Level Panel on Digital Cooperation, UN, 2019).
Esta tarea se debe enfocar desde dos ángulos. El primero, qué contenidos curriculares incorporar para preparar a los jóvenes en los trabajos del futuro. El segundo, qué tecnología usar para elevar la calidad de los aprendizajes.
¿Qué contenidos enseñar?
A nivel escolar debe continuar fortaleciéndose la educación en matemáticas, lectura y humanidades, es decir, la formación de base, que dota de capacidades para un aprendizaje continuo. Y es indispensable agregar la propuesta europea de incorporar un curso de ciencias de la computación en educación secundaria, que prepare a los alumnos a programar, familiarizarse con algoritmos y abrirse a la inteligencia artificial. En 1990, cuando se recuperó la democracia en Chile, se anticipó que la brecha digital causaría mayor desigualdad, y se instaló el programa Enlaces, cuyo propósito era dotar a todas las escuelas de Chile de computadores, que permitiera a todos los niños, especialmente los de menores ingresos, acceder a ese nuevo mundo. Hoy, el equivalente al Enlaces de entonces es la ciencia de la computación. Urge partir formando a un número importante de profesores.
Enfrentamos en America Latina otro problema, del que se habla poco. En Chile, el 40% de los estudiantes de los dos últimos años de secundaria, 200.000 jóvenes, asiste a liceos técnico profesionales. Reciben una formación deficitaria en las áreas básicas, quedando en desventaja respecto a los estudiantes de liceos científico-humanista: menos oportunidades de empleo y de acceder a educación superior. ¿No es hora de reemplazar progresivamente estos liceos y darles una formación sólida en matemáticas, ciencia, lenguaje, artes liberales, que les habilite para seguir aprendiendo y evitar una obsolescencia prematura? ¿No es posible ofrecerles una formación técnica de mejor nivel, en dos años post secundarios gratuitos? Así estarán mejor preparados para la globalización digital.
En educación superior, todos los establecimientos de educación superior, en particular la Universidad de Chile, mi universidad, debieran constituir un equipo que revise los contenidos digitales del currículo de cada facultad y cada carrera, de modo de fijar normas generales y actualizar bases comunes. Eso hoy no existe. Yo mismo participo en dos consejos consultivos, uno de la Facultad de Economía y Negocios y otro de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile que analizan temas similares, y no existe contacto entre ellas. No se aprovecha la experiencia colectiva. No se trabaja en equipo.
La formación a lo largo de toda la vida es el tema más urgente que enfrentarán las personas que se hallen laborando en las distintas etapas de su vida. Nadie tendrá una sola carrera, sino muchas y con distintas habilidades. El alto impacto que tendrá la robotización y la Inteligencia Artificial en el empleo rutinario y de menor calificación exige diseñar programas masivos de alfabetización digital, desde ahora, especialmente entre trabajadores de menores habilidades e ingresos, que serán los más afectados.
El aumento de la desigualdad es uno de los mayores riesgos que enfrentan las sociedades por aceleración tecnológica. Para mitigarla es indispensable destinar recursos crecientes a la preparación de los trabajadores que desempeñan labores rutinarias y con menor nivel educacional, y al mismo tiempo crear nuevos sistemas de protección social para ellos y sus familias, y así facilitar la transición entre empleos. Otro aspecto central para la educación del futuro es corregir el sesgo masculino de los estudios de ingeniería computacional. La proporción de mujeres es baja. Esto comienza a cambiar y el ejemplo reciente de la premio Nobel de matemáticas es un estímulo para que más mujeres se formen en estos campos.
La formación matemática-científica-digital debe complementarse con las llamadas habilidades blandas, que poseen una importancia fundamental para la innovación. El trabajo en equipo, la colaboración, el respeto a la diversidad, las relaciones sociales y comunicacionales, la flexibilidad para trabajar con personas de otras disciplinas son habilidades esenciales para progresar en el mundo que viene.
¿Qué tecnologías usar para aprender?
Cuando me desempeñaba como ministro de Educación, creo que en 2005, me visitó el profesor Nicholas Negroponte del MIT para promover su programa un computador para cada niño. Entonces, una tableta simple costaba cerca de 1.000 dólares, y el objetivo de Negroponte era producirlo a 100 dólares. Pensaba que ese recurso por sí solo permitiría dar un salto. Era una gran iniciativa, y a muchos estimuló a ampliar la cobertura de computadores en las escuelas. Pero las experiencias han revelado que depende de formar profesores capaces de aplicar las tecnologías con nuevas prácticas de enseñanza.
El desarrollo de sistemas computacionales y plataformas digitales es un potente respaldo. Permitirán acceder a las clases dictadas por los mejores profesores. Ayudan a otorgar una educación personalizada, que detecte y saque ventaja de las distintas capacidades y formas de aprender de cada estudiante. Los MOOCs son de gran ayuda, y están expandiéndose para aprovechar estas tecnologías.
Las plataformas digitales crecen y Chile necesita mayor capacidad de transmisión de datos.
Es imprescindible disponer de una infraestructura de comunicaciones más potente que la actual, y expandir la fibra óptica, y llegar a lo que se denomina la última milla. Se deberá aprovechar mejor la capacidad de las redes de transmisión de banda ancha y alta velocidad que utilizan los observatorios astronómicos. Estas redes deben beneficiar el sistema educacional y a los centros de investigación científica tecnológica.
Ante la incertidumbre, los países de vanguardia priorizan dos frentes: la educación de base, en ciencias, lectura y digital y la a investigación científica-tecnológica e innovación.
En Chile y America Latina debemos hacer lo mismo, pues nuestro retraso respecto de los países de la OCDE es enorme y debemos acortar distancia. La cooperación es un requisito para progresar en una sociedad digitalizada y en cambio acelerado. Nuestra forma de ser es poco colaborativa e individualista, lo cual limita la innovación y la solución de problemas globales. Aprender a sumar esfuerzos y practicar el trabajo en equipo son dos pilares de la educación digital de futuro.