El camino hacia la civilización en los valles del altiplano central de México empieza con la aparición de las primeras aldeas, cuyos habitantes enterraban a sus muertos con figuras, vasijas y máscaras de arcilla. Entre las máximas manifestaciones de este arte temprano están las figurillas femeninas de la cultura Tlatilco (1200 – 900 a.C.). Con el paso de los siglos, el mundo aldeano experimenta importantes cambios: poco a poco se fundan los primeros centros urbanos con templos piramidales, sedes de incipientes grupos de individuos connotados.
El proceso cultural alcanza uno de sus puntos cúlmines con la emergencia de Teotihuacán en el valle de México, que es la primera gran ciudad americana. Después de su explosivo crecimiento en el siglo I d.C., Teotihuacán se convierte en la capital de un poderoso estado. De la anarquía que sigue al colapso de Teotihuacán, hacia el siglo VIII, surge el estado Tolteca en el altiplano central, que entre los siglos X y XII tuvo su centro en Tula. Este estado se caracteriza por un arte vigoroso y marcial.
Con posterioridad, los Mixtecas usan las ruinas de la ciudad de Tula para enterrar a sus muertos. Herederos de Tula y los Toltecas fueron los Aztecas (1200-1521 d.C.), fundadores del último imperio de Mesoamérica.