Las culturas Tolita, Jama Coaque y Bahía emergieron en la costa del Ecuador hacia 500 a.C., a partir del legado dejado por la cultura Chorrera. El arte cerámico de estas culturas es altamente figurativo y en conjunto, expresivo de la cultura e imaginación de sus creadores.
Sin embargo, la variedad de sus temas fue limitada a través del uso de moldes, tal vez en un esfuerzo por mantener las representaciones dentro de los límites de una estricta regla de expresión simbólica y cultural. Mientras las representaciones de divinidades evocan una ferocidad felina, las figuras humanas tienen gestos y movimientos carentes de esa agresividad.
Ni siquiera los guerreros Jama Coaque, modelados con sus propulsores y dardos, exhiben señas de ferocidad. Probablemente, es en esta regulada oposición entre divinidades y seres humanos donde se expresa el ideal de belleza de estas culturas y no en la realización de una pieza individual.