En los Andes, los tejidos alcanzaron gran relevancia estética y técnica. Sus orígenes pueden encontrarse hace 10 milenios, en la colonización inicial de estos territorios por grupos de pescadores y de cazadores-recolectores, que mostraban especial preocupación por el manejo de las fibras vegetales, llegando a domesticar el algodón antes que muchas plantas alimenticias. La llama y la alpaca ofrecieron también su lana para el desarrollo de los textiles y hay quienes piensan que esto fue un incentivo para su domesticación.
El arte del tejido es una cadena de pasos y decisiones técnicas, cargadas de intenciones culturales específicas de cada sociedad, que transforman a una materia prima en un artefacto textil, desde la obtención de la fibra, su hilado y tinción hasta el tejido en el telar y su posterior pintado o bordado. Podría decirse que los pueblos andinos prehispánicos fueron “civilizaciones del tejido”; e incluso hasta hoy en día la habilidad de sus tejedores tradicionales va aparejada con una forma de pensar, un universo de símbolos y ciertas relaciones sociales. Al igual que en muchas otras sociedades, con los textiles se comunica la identidad étnica y el rol social y político de sus portadores, se relaciona la vida con la muerte y la realidad cotidiana con el mundo sagrado de los espíritus.
El Museo Chileno de Arte Precolombino tiene el privilegio de contar con una valiosa colección de textiles precolombinos, la mayoría procedentes de las áridas costas de Perú y Chile. Las extraordinarias condiciones de sequedad y de oscuridad de las tumbas, entre otros factores, permitieron la preservación de estas manifestaciones culturales y artísticas que el Museo se propone cautelar para las futuras generaciones.