No soy la primera en observar algunos problemas causados por trastornos globales contemporáneos que se propagan rápidamente y cuyo origen se deben a la tecnología moderna: el teléfono celular. A los usuarios, se nos advirtió que no debíamos conducir ni andar en las calles enviando mensajes de textos, conducta que ha provocado múltiples lesiones e incluso la muerte. Muchos nos quejamos de los amigos y de los familiares con los que cenamos y que se la pasan leyendo los mensajes en sus teléfonos, ignorando el resto de los cuerpos presentes. Lo que antes era inusual ahora es común: personas en restaurantes inmersas en sus pantallas, sin siquiera mirarse. Incluso tengo un conocido que, cuando lo visitaba, me hablaba muy poco pero cuando regresaba a mi casa, me inundaba con mensajes. Estos eran muy animados y entusiastas, totalmente opuestos a los incómodos silencios de nuestra interacción cara a cara.
Estas nuevas actitudes han sido la preocupación de muchos psicólogos, entre los que soy una de ellos y de los quiroprácticos. Ambos nos preguntamos qué pasará con la especie humana. Los quiroprácticos se interesan en los problemas causados en la columna por la tendencia a curvarse para leer el teléfono. ¿Volveremos pronto a caminar a cuatro patas? (por supuesto, usar las dos patas delanteras para manipular el teléfono sugiere un aterrizaje de tres patas, usando las garras y la nariz. Pero tal vez la tecnología avance lo suficiente y nos permita usar la nariz para escribir textos). Los psicólogos, por nuestra parte, nos preocupamos por la falta de conexión humana directa, en particular el contacto visual y el tacto para tocarnos o abrazarnos, ambos tan importantes para el bienestar psicológico.
Sin embargo, afirmaría que este problema está siendo resuelto actualmente en la sociedad contemporánea por otra invención del mercado. En el momento en que aparece una nueva creencia política e incluso personal en Internet, alguien se le ocurre, en menos de 24 horas, sacar una camiseta con la leyenda impresa. Conozco a los miembros de esta industria y sé que se quedan literalmente en vilo toda la noche para asegurarse de que sus diseños sean los primeros en salir a la mañana siguiente. Y es bueno que lo hagan porque la genética textil (también conocida coloquialmente como camisetología) es un nuevo campo de gran desarrollo.
Permítanme que me explique. La camisetología vuelve obsoleta la voz y la interacción humana. Lo que uno piensa, para ser visto por todos, está ahora escrito en el cuerpo. Y queridos lectores, no crean que se trata solo de un fenómeno occidental o urbano. He visto esta combinación de ideología y camisetas, donde actualmente vivo, en los rincones más rurales y empobrecidos de Centroamérica. Pura vida más teléfono. Equipo de fútbol más teléfono. Jesucristo te ama más teléfono. Protejo las iguanas más teléfono. Si no botas la basura en tu casa, ¿por qué lo haces en la playa? más teléfono. Che Guevara más teléfono. Traéme una cerveza mientras vas al baño más teléfono. Y para los más intelectuales, la foto de Einstein o Gertrude Stein, quizás hasta la fórmula: E=mc2.
¿Qué más podemos decirnos? ¿Qué más hablamos de todos modos?
¿No es así precisamente cómo funciona la evolución? Si no hay más necesidad de la voz o de mantenernos erectos, la próxima evolución nos hará con columnas del tipo vestigial. Y si no, quizás espinas bífidas para poder colocar el celular en nuestra espalda. O tal vez estaremos viendo la próxima especie humana, el t rex sapiens.
Es hora de dejar de quejarse de los usuarios de teléfonos con camisetas. Son el futuro de la humanidad y todos subiremos eventualmente, o nos quedaremos en el polvo de la historia, a bordo de esta nave.