Este título se me viene a la cabeza al escuchar, y leer, a tantos artistas llorando por lo escuálido del presupuesto para cultura entregado por el estado. Naturalmente, no lloran por ver a múltiples centros culturales de provincia que no pueden realizar todas las actividades culturales necesarias por falta de financiamiento. Tampoco lloran porque hace muchos años retiraron ramos artísticos de la educación. Esta triste realidad es gracias a nuestros demagogos políticos. Construyen centros culturales a lo largo del país sin asegurarles financieramente la posibilidad de cumplir el rol para el que fueron creados. Convirtiéndose, como muchos otros proyectos, en elefantes blancos. Elefantes, que terminan dando pena. Y así vamos botando dinero, el cual, por último, podría haber resuelto, en parte, un tema más urgente para los más desposeídos.
Para muestra un botón, y este, es el que normalmente recibe más dinero del estado. Ese botón suele pasearse por alfombras rojas de festivales europeos y óscares, a costa del Estado, o sea, de todos nosotros, estoy hablando de nuestro cine. Este cine, que no alcanza a representar el 1% del total de público que asiste a las salas para disfrutar de esa entretención. Los cerebros que trabajan en cultura, lograron convencer a los demagogos políticos, para crear lo que llaman industrias culturales. Artistas, que, de ser personas naturales, han debido convertirse en personas jurídicas.
Supongo que los Fondart se crearon para apoyar a creadores, artistas, y no para obligar a estos, a convertirse en empresas, en pymes. Para mí, ahí está la madre del cordero.
Pero la pregunta de cajón que uno se hace es: ¿Tiene el Estado el deber de financiar una industria deficitaria que solo da pérdidas? Según los cineastas, ese apoyo se justifica por el fortalecimiento de la imagen país que nuestro cine produciría en el exterior. Resultados nunca demostrados fehacientemente. Todos sabemos que nuestro cine solo se ve en festivales, y muy pocos llegan a salas comerciales.
Tiene sentido entonces sostener esta llamada industria que solo alimenta el ego de sus creadores, cuyo producto, no llega al consumidor. Tengo entendido que, para el apoyo a las industrias, a las pymes, existe el Banco Estado. Suelo pensar, pero tal vez estoy equivocado. Creo entender que los aportes del estado tienen como objetivo principal apoyar el desarrollo de nuestros ciudadanos. Y esto está muy lejos de suceder. El ejemplo más flagrante, de la incapacidad de nuestros políticos, es no ser capaces de resolver el tema de Televisión Nacional, como televisión pública. ¿No sería una buena idea que los llorones fueran al parlamento a exigir que TVN, finalmente, sea un verdadero canal público, con todas las de la ley? Y así TVN pudiera cumplir finalmente el rol para el cual se creó. El permanente déficit financiero de TVN se asemeja a la realidad que sufren los centros culturales.
Entonces, ¿qué se puede hacer con la cinematografía nacional para que logre sobrevivir y no morir en el intento?
Si somos honestos, la realidad indica que al gran público no le interesa nuestro cine. Para la gran mayoría de la gente no es tema nuestro cine. Hollywood les garantiza la entretención que buscan. Algo similar sucede con el tema de los libros. La mayoría de la gente lee textos extranjeros.
Entonces, debo entender que el problema es de una elite, que busca que su creación sea financiada por el Estado, sin tener como objetivo, prioridad, que su creación llegue a puerto, a la gente. Todo está distorsionado en relación al uso correcto de los dineros públicos para la cultura. No hablaremos de las corporaciones culturales creadas por los diversos municipios a lo largo del país que están en tela de juicio. Hoy existen innumerables empresas de cineastas, gestores culturales y productores que ofrecen sus servicios para llenar los formularios de postulaciones a los fondos culturales que entrega el estado. He visto su publicidad en las redes sociales, donde, sin timidez, mencionan como carnada, haber ganado una veintena de proyectos. Entonces, ¿dónde queda la posibilidad para el verdadero creador, ese artista que nació con vocación, con pasión, que lucha por salir adelante? Vocación que no compro en las fábricas de chorizo universitario. Artistas, que no se ha convertido en persona jurídica, ¿pero sigue creando como simple mortal?
Volvemos a la pregunta del millón. ¿Es obligación del Estado financiar algo que no se ve, que no cumple sus expectativas? Naturalmente que no, ante esta realidad, yo como cineasta, y muchos ciudadanos comunes, pensamos que, en ese caso, es más importante resolver temas básicos aún no resueltos en nuestra sociedad. Como, por ejemplo, se calcula que hay más de 500.000 familias que no tienen un techo digno. A propósito, la mayor preocupación ciudadana, del presente, es el tema de la seguridad, que tanto nos afecta. No hay que olvidar, que mientras no resolvamos, al menos, las necesidades básicas de nuestros ciudadanos más desposeídos, no existirá tranquilidad, no existirá paz social, y el tema de seguridad, que todos reclamamos, no terminará de desaparecer.
En relación a lo escrito en el párrafo anterior. En un pequeño video, tipo roadmovie, que realicé en 2022, titulado Ruta Chaskel 68, con el maestro Pedro Chaskel, el mismo cineasta que filmó los aviones rumbo a bombardear la casa de gobierno, La Moneda, en 1973. Grabé una conversación mientras viajábamos a Valparaíso para exhibir alguno de nuestros filmes en el Parque Cultural de Valparaíso.
A mi pregunta si creía correcto que el Estado regalara cada año más o menos 170 millones de pesos a cuatro o cinco proyectos cinematográficos ganadores del Fondart, cuando ese mismo Estado subvencionaba a la gente más pobre con solo 500 UF para sus casas básicas. Le hice las cuentas y expliqué, que, con 170 millones, se podrían construir diez de esas casas.
Chaskel me respondió que él pensaba que había cosas más importantes para el Estado que financiar cine. Me comentó que estaba realizando pequeños filmes que él mismo financiaba, y producía con sus amigos. Aprovechando la tecnología digital, su portabilidad, y en conjunto con sus amigos, estaba realizando videos experimentales, o sea, volviendo a sus inicios del cine arte. A su vocación, a la pasión. Yo también pienso que ahí está la clave.
Frente a esta realidad, y teniendo en cuenta que estamos viviendo lo que llaman tiempos líquidos, o sea, que todo es posible de cambiar, cuestionar, modificar. Si a esto sumamos el deseo que tiene todo artista de que su obra sea vista, que ojalá cumpla un rol en la sociedad, como suelen predicar la mayoría, es que planteo lo siguiente.
Pero antes, debo decir que debemos reconocer, que toda obra, es un producto, con el cual buscamos conseguir un rédito económico.
Por tanto, debemos enfrentar ese tema como un emprendimiento, tal como lo es cualquier negocio que deseemos emprender. También, estudiar una determinada carrera y no otra, la decisión la tomamos en base a cuál de ellas ofrece mayor proyección personal, profesional, pero, el aspecto hoy más importante, es cual garantiza mayor perspectiva económica.
Ser escritor, cineasta, pintor, o artista en general, es una decisión personal que debemos enfrentar profesionalmente tomando todos los aspectos antes enunciados. Entonces, pretender que el Estado nos financie nuestra apuesta, es algo que no debemos exigir. Deberá ser nuestra trayectoria, y la calidad de nuestra obra, la que logre captar el interés del público. Son ellos los que finalmente definen nuestra continuidad como artista. Este es el desafío. Más hoy, cuando sabemos que las nuevas generaciones, prefieren cosas más sintéticas, y diversas, con lenguajes más dinámicos, menos denso, más fácil de comprender, más visuales, etc. Es nuestra tarea ir aprendiendo, y desarrollando nuestra fórmula de crear, transmitir, y de ofrecer nuestro trabajo. Solo evolucionando, acompañando los tiempos podremos mantenernos vigentes.
Los artistas, y principalmente, la gente de izquierda, desde donde escribo, tienen que dejar la demagogia, y finalmente, tener como objetivo principal, ser un aporte para el ciudadano común, solo así estaremos contribuyendo al desarrollo del país. El verdadero artista, aquel que nació con vocación, y que, a pesar de todas las dificultades, sigue luchando, creando, por lo general, complementa su sobrevivencia con otra actividad. Así ha sido históricamente, con la excepción de los que tuvieron la suerte de nacer en cuna de oro. Hoy estamos llenos de artistas salidos de las fábricas de chorizo universitarias, las que forman profesionales, sin tomar en cuenta las necesidades que ofrece el mercado laboral. Mercado desregulado y sin control suficiente. Pareciera que producimos tantos artistas como cobre.
Por eso es necesario que estemos dispuestos a realizar un gran cambio en cómo usar los recursos del Estado para la cultura.
El mudo actual, gracias a la tecnología que abarca todo nuestro quehacer nos obliga a formatear, y luego setear nuestro disco duro, para que de manera más efectiva logremos enfrentar las exigencias que nos plantea el presente y futuro.
Lo más fácil es criticar, pero presentar ideas factibles, al alcance de los recursos existentes, no es fácil. Yo me atrevo a plantear una idea que simplemente obliga a re direccionar los dineros ya existentes, y a los involucrados, solo les exige, que sean consecuentes con su discurso o predica que suelen rezar.
Pero antes, quisiera compartir un detalle del nuevo sistema educacional que se está implementando en Japón. Podríamos desarrollar nuestra propia versión. Aquí un detalle de lo que se espera provocar con ese proyecto:
Un cambio conceptual. Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales. El programa de 12 años, está basado en los conceptos:
Cero materias de relleno.
Cero tareas.
Solo tiene 5 materias, que son:
Aritmética de Negocios: Las operaciones básicas y uso de calculadoras financieras.
Lectura: Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja y terminan leyendo un libro por semana.
Civismo: Entendiendo éste, como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, y a la tolerancia, el altruismo y el respeto a la ecología y medio ambiente.
Computación: Office, internet, redes sociales y negocios on-line.
Idiomas. 4 o 5 Alfabetos, Culturas, Religiones, entre japonesa, latina, inglesa, alemana, china, árabe; con visitas socializadoras de intercambio a familias de cada país durante el verano.
¿Cuál será la resultante de este programa? Jóvenes que a los 18 años hablan 4 idiomas, conocen 4 culturas, 4 alfabetos.
Son expertos en uso de sus computadoras y celulares como herramientas de trabajo.
Leen 52 libros cada año.
Respetan la ley, la ecología y la convivencia.
Manejan la aritmética de negocios y finanzas al dedillo.
Mi idea es que el ministerio de educación y de cultura, deberían coordinarse para sacarle mayor provecho a los dineros del Fondart. Esto significa que los proyectos financiados con el Fondart tengan como objetivo principal ser material de apoyo complementario en la educación en las diversas materias, y niveles de formación, incluso universitaria.
Por ejemplo, que se pudieran realizar audiovisuales sobre nuestros destacados escritores, pintores, cineastas, poetas, músicos. Sobre las obras de teatro, ballet, ópera, entre otras expresiones artísticas. Sobre temas como el calentamiento global, recursos naturales, sobre educación cívica, sobre nuestros héroes. En fin, sobre todos los temas que sean necesarios.
Esta fórmula no coarta la libertad de creación de los artistas. Todo lo contrario, resulta ser un gran desafío creativo poder abarcar personajes y temas desde diferentes visiones y recreándolos en el tiempo.
Eso permitirá que los estudiantes, recibirían una formación con lenguajes y temas más acordes con el presente. También permitiría que esos jóvenes sean más reflexivos, más respetuosos de las diferencias, y de paso que conozcan a los creadores de esas obras artísticas, y con el tiempo transformarse en seguidores de su trayectoria, y posibles consumidores de su arte.
Con el dinero que hoy se gasta en enviar delegaciones para supuestamente potenciar nuestra imagen país, sería más útil y beneficioso, usarla para permitir que nuestros artistas puedan hacer giras por nuestro país realizando presentaciones en los centros culturales, y universidades.
Mejoremos primero la formación educacional para descubrir quienes somos, como somos. Aprendamos a respetarnos en nuestras diferencias, especialmente de pensamiento. Conozcámonos, aprendamos a convivir en nuestra rica diversidad.
¿Cómo vamos a mostrar una imagen país, si no sabemos quiénes somos?
Debemos ser capaces de cambiar, de innovar nuestro actuar. Solo así el arte y sus creadores podrán contribuir a crear nuestro imaginario colectivo. Algo tan necesario en un mundo globalizado, donde es fundamental saber quiénes somos, de esta manera poder comprender mejor la multiculturalidad que nos ofrece nuestro fantástico planeta.