Cuenta la leyenda que el rey Minos de Creta encargo al inventor Dédalo un laberinto para capturar al minotauro. Para que nadie supiera salir de él, Minos encerró también a Dédalo y a su hijo Ícaro.
El trágico vuelo de Ícaro
Prisioneros de la isla, Dédalo construyo unas alas de plumas y cera para poder escapar volando advirtiéndole a su hijo que no volará demasiado alto porque sus alas se derretirían con el sol, pero Ícaro no quiso escuchar a su padre y desafiando a la naturaleza eufórico subió más y más hasta que sus alas ya derretidas lo hicieron caer al mar. Dédalo, envuelto en la más absoluta tristeza recogió el cuerpo de su hijo y lo enterró en la isla más próxima dándole el nombre de la isla Icaria.
La obra Ícaro de Raquel Forner
Les diré que mi obra se caracteriza por estar dividida en series, estas series tienen como punto de partida una vivencia extra plástica. Así, la serie El Drama que comenzó en 1938 y termino en 1945 fue inspirada en la guerra, para mi incomprensible. La guerra, la muerte organizada.
(Raquel Forner)
El entorno se presenta sombrío, convocando al dolor y la tragedia a través de la mirada magnética de una cabeza de mujer sin cuerpo, mutilado y estático, invadido por la naturaleza muerta de ramas angulosas que trepan y lastiman como un torrente sanguíneo o una corona de espinas. Forner nos retrata la muerte a través de un Ícaro que cae con su paracaídas, resultado de una guerra inútil e inhumana. La sensación de vacío, de un momento detenido en el tiempo, ya sin pasado ni futuro conmueve.
En un paisaje desolado entre las rocas, un océano sin vida y bajo un cielo gris, Forner utiliza la alegoría en niveles sublimes. ¿Es acaso Ícaro el hijo de la raza humana que se autodestruye en su afán ambicioso de volar con el utópico poder que le confieren sus alas? Unas alas construidas con un motivo que difiere a su trágico destino y que no pertenecen a nuestra naturaleza terrenal. La iconografía y el modo en que la artista plasma los males que atraviesa la humanidad en el siglo XX da cuenta de su sensibilidad y su compromiso social.
Tanto en la serie “El drama”, como en su serie antecesora “España” (que alude a la guerra civil española), la paleta cromática de Forner se siente quebrada y neutra. Su uso del color poco saturado nos envuelve en una atmosfera que conocemos ya que vivimos en un mundo de colores quebrados. El dolor, la desesperanza y la muerte son reales, no pertenecen a un universo fantástico, por el contrario, la crudeza y el drama están ocurriendo en este mundo, la tragedia es nuestra.
El uso de neutros hace de acompañamiento para que un color más puro pueda resaltar, el rojo es una constante en toda la primera etapa artística de Forner (mantos rojos, heridas y sangre) utilizado como un acento de color potente y cargado de simbolismo. Forner utiliza el recurso cromático y la composición con puntos de atención bien definidos construyendo el relato, expandiendo la carga expresiva y principalmente jugando con nuestra emoción.
Expresionismo simbólico
Abordar a Raquel Forner es un viaje intenso y revelador, son esas artistas que inevitablemente cambian la manera en la que experimentamos el arte y la forma en la que habitamos este mundo, su simbolismo es exquisito.
La obra de Forner nos invita a un viaje a través de los acontecimientos más impactantes que experimento la humanidad en el siglo XX, pero su recorrido se vuelve aún más indispensable porque es en su representación de lo femenino donde encuentro la fuerza y el enorme sentido ontológico de su obra.
Raquel Forner nació en Argentina el 22 de abril de 1902. A sus 12 años se muda a España con sus padres y será allí donde comenzaran sus primeros pasos en la pintura, para luego regresar a la Argentina y formarse en la Academia Nacional de Bellas Artes. Fue la única mujer que formo parte del grupo de Paris, un grupo de jóvenes artistas argentinos que llegaron en la década del 20, a un Paris de entre guerras volcándose a la nueva figuración y al movimiento llamado “pintura metafísica italiana” (movimiento que será clave influencia para el surrealismo de años venideros).
A lo largo de sus siete décadas de trayectoria artística, Raquel Forner expuso sus obras en las ciudades más importantes ganando un gran reconocimiento mundial, compartiéndonos su visión de un mundo azotado por las guerras y la tragedia y luego, cautivándonos con un universo desconocido y misterioso que invocaba los viajes al espacio y la masiva conexión con los medios de comunicación.
Tiempo de mutantes
La resurrección vuelve a la obra de Raquel Forner a través de rojos, azules y amarillos. Los colores primarios invaden los lienzos de una nueva etapa. En los años 50 los viajes espaciales captan la atención de una sociedad que comienza a surfear los tiempos de posguerra. Es en su serie “Piscis” donde encontramos la obra “Fin-Principio” fechada en 1957, y en la cual se vislumbra un nuevo interés por la artista, los astros y satélites transformados en texturas y abstracciones, el origen del mundo está frente a nosotros.
Aquí se encuentra una de las obras que más ha resonado en mí, y que probablemente fue la puerta al universo Forner, y es Luna (1960) de su serie “Las Lunas”. Hay algo de lo desconocido que nos convoca a todos por igual ya que experimentamos nuestras vidas bajo un mismo cielo, iluminados en la noche bajo la misma luna. Así, de aquella desesperanza e incomprensión sobre las acciones de la humanidad, Forner concentra su mirada hacia un posible mundo mejor: el futuro.
Astronautas, astroseres e imágenes satelitales se transforman en las nuevas musas de esta enorme artista, es el espacio lo que la convoca a la explosión del color en sus lienzos, desarrollando su propia mitología cósmica.
Esta es una invitación a descubrir la magnífica y extensa obra de una de las grandes artistas argentinas, la fantástica Raquel Forner.
Mi lenguaje es el arte, pero mi corazón es el de la vida…si es así, si el artista parte de un punto de vista cualquiera, con más razón puede partir de lo humano.
(Raquel Forner)