Al referirme a la poética relacional1 manifiesta en el arte de Rebeca Segura (México 1977), pinturas sobre lienzo en grandes formatos, primero que todo debo afirmar que el origen ontológico de su obra se sostiene en el binomio Naturaleza/Cultura: lo que llamamos “entorno”.

Nuestro continente Abya Yalá (como fue llamado antes de la colonización europea) era, desde los orígenes, atravesado por migrantes de arriba a abajo, y por navegantes en sus abundantes océanos y mares.

Sus habitantes originarios, a la Madre dadora y parturienta de la Tierra le llamaron “Pachamama”, representándola con el símbolo de la espiral de paso continuo, abstracción que para aquellos ancestros se tradujo en una serpiente ensortijada en su propio trazo, presta a lanzar la estocada.

Esta creencia nos confirma que cuando al entorno se le agrede o contamina, como ocurre hoy, el planeta se calienta debido a los gases efecto invernadero de la benzina de los automotores e industrias, se talan árboles o se practica el desmedido extractivismo, este nos clava sus afilados colmillos: el calentamiento global, los ciclones, incendios forestales, desertificación y sequías, deslaves u otros desastres naturales.

Por lo tanto, el entorno es un paisaje, un cuadro, una pintura, un paisaje de vectores.

El extractivismo refiere a la explotación de enormes volúmenes de recursos naturales tendientes a la exportación: petróleos, minería, monocultivos (“economías de enclave”, o lo que los teóricos del comercio global denominan “commodities”2 ).

Todo este volumen de (in)formación devela que las nociones de existencia o contemporaneidad son un mapeo de tensiones, relaciones, implicaciones sociales, geopolíticas, macro económicas y realidades bioculturales con diversas capas de datos a elaborar, que (como el “microchip” de la tecnología actual) se leen en profundidad. Son un cúmulo de energías emergentes del planeta, cada una comprendida como una capa que, además, sustenta las manifestaciones creativas.

La pintura actual de Rebeca Segura

Afirmo todo esto pues, en la pintura de esta artista mexicana (y más ampliamente en el arte contemporáneo y la pintura actual), esa acción-repulsión manifiesta de la entraña de la Tierra es la pulsión interior que le activa, en tanto ella es una pintora que cultiva una abstracción que implica a todas las fuerzas vivas de la tierra desde la cueva donde nacen las aguas del río en el útero de la montaña, espacio que los espíritus de los pueblos del pasado estarán siempre dispuestos a vigilar y defender.

Esta pintura, cuyo origen está en la geometría sacra, proviene desde las manifestaciones originarias de este continente, tal y como refieren Vives Lorenzini3 y Solís.4

Trazos, gestos, tachones, empastes y flujos provienen de una entraña aún más marcada como son las fuerzas telúricas y las aguas de la cueva del mundo, de la caverna donde otrora se internaron los artistas a dejar su huella existencial en manifestaciones rupestres en las paredes de roca.

Pero también hay cartografías que asemejan los mapas situacionistas de los sesentas, cargados de signos, de datos e (in)formación, develando el origen de la urbe y su estructura social, además de todos esos abismos o despeñaderos existenciales que los habitantes llevamos a espaldas.

Ahora que refiero a las piedras, importa decir que estas, más que la tierra y el agua que nos provee el planeta, son el real material origen del universo.

Las piedras están en todos los planetas, en las lunas, en los asteroides y cometas, en esos enormes e inimaginables cuerpos que se transportan chocándose unos con otros en el espacio sideral, y, al desintegrase, son millones de rocas duras que provocan luces y sonoridades.

Si en algo me lleva a leer la pintura de Segura, es en esos matices viso-perceptivos que me comunican estas lecturas incidentales.

Todo ese material es tragado por los agujeros negros, fuerzas toroidales atrayentes que provocan actividad sígnica, la cual percibo con abundancia en las pinturas del presente análisis.

Esta razón es estudiada por la física cuántica, pues en esos choques se libera energía y calor, y se desencadenan signos que delatan el abordaje de esta mujer artista mexicana en su pintura, en concomitancia con los flujos de energía que mueven los mares y atmósferas del planeta, o de los enormes choques internos y quebraduras de las capas o estratificaciones que, al fragmentarse, liberan energía en forma de remezón terrestre que nos asusta, pues es cuando aquella guerrera ancestral, la Madre Natura, devuelve lo que le hacemos.

Se trata de la escaramuza o reyerta en el campo de batalla donde se combate permanente, simbolizada como dije por la serpiente presta a clavarnos su aguijón.

El origen del lenguaje de Segura

Algunas de las piezas de ese mundo interior que puebla al arte de esta mujer me parecen papeles escritos convertidos en bodoques.

Me anclan en las aguas de la interpretación, pues, aunque tengan raíces en la escritura, tal y como manifiesta Vives Lorenzini, son abstracciones de un lenguaje ideogramático.

Esos papeles a los que me refiero me evocan arquitecturas vivas, como las del famoso creador Frank Gehry, uno de los arquitectos más influyentes del mundo, célebre por su obra arquitectónica que incorpora una materialidad sensible con su entorno: el Museo Guggenheim Bilbao.

Gehry, antes de iniciar a proyectar esos hitos del arte contemporáneo, toma una hoja de papel y la comprime, generando masas que luego dibuja, presintiendo sus fuerzas estructurales internas. De ese lenguaje abstracto hace emerger la obra, el edificio, el espacio interior y exterior que siempre se muestran en (dis)tensión, pues se hacen uno al otro.

Motiva recordar la paradoja que trazó Escher de aquella mano que, al tiempo de dibujar, se dibuja a sí misma, evocando a la sociología de los sesentas y setentas del siglo anterior: aquello que hago, me hace5.

Entonces, desde esta implicación epistemológica, la pintura que crea Segura la hace a ella misma, la somete a sus fuerzas tectónicas interiores, la (des)fragmenta en un juego simbólico en la reyerta cotidiana entre el ser humano y la madre parturienta que nos parió a todos sin excepción y, por lo tanto, nos debemos al mismo origen.

Dinámica intertextual y sinestesias perceptivas

Esa expresión de las colisiones de grandes masas corpóreas de la cual está conformado el universo me evocan el poder de los vectores energéticos que producen luminosidad y sonidos, musicalidad del espacio sideral.

Son sinestesias que encuentran su par en el color, la apariencia de la materia o forma con el sonido. me evoca la Sinfonía de los Planetas de Gustav Holst, estrenada en 1918.

Orígenes de la abstracción

En el arte, las manifestaciones creativas encuentran símiles o procesos paralelos en la naturaleza y la cultura, un talento o destreza natural como cantar, danzar o declamar, entre otras habilidades del ser creativo.

Trasciende sobre la escritura o trazo ideogramático de los Códices de México originario, trazados en papel amate o pieles animales, que a quienes los hacían se les llamaba “tlacuilos”, y, al trazarlos, cantaban. O quizás el canto atraía o potenciaba el talento de manifestarlos.

En las culturas orientales, en los mismos siglos en que se desarrolló este arte en Mesoamérica, los escribientes de aquellos trazos en suma abstractos trazados en papel natural hecho de fibras eran calígrafos que danzaban.

En otro aspecto de la naturaleza del arte, la abstracción ya se encontraba en los textiles mayas y mesoamericanos.

En la arquitectura vernácula originaria se identifica la noción del cuadrado, la circunferencia, y el triángulo, componentes liminares de aquel lenguaje.

El maestro curador mexicano Miguel Ángel Vives Lorenzini, en un texto sobre la artista Rebeca Segura, aduce:

Si nos remontamos en el tiempo, podemos encontrar ejemplos tan antiguos como las representaciones esquemáticas y los patrones geométricos presentes en pinturas rupestres y petroglifos de lugares como Val Camónica en Italia, Cundinamarca en Colombia, Valle del Encanto en Chile o Boca de Potrerillos en Nuevo León, México, entre otras partes del mundo. Otro ejemplo de abstracción que persiste desde la prehistoria hasta nuestros días son los complejos motivos geométricos presentes tanto en la cerámica como en los textiles de diversas culturas alrededor del mundo, lo que nos permite reflexionar sobre el arte y su función para expresar conceptos. Cabe destacar que el arte y la escritura tienen un origen común que los identifica y vincula, de manera similar a la conexión entre la génesis de la música y el lenguaje (Vives 2024).

Aprovecho esta cita de Miguel para comentar que la rosa cruceta que aparece en las manifestaciones rupestres de la Val Camónica (que algunos aducen sea una nave extraterrestre, cosa que fustigo en tanto resta al enorme talento demostrado por la criatura humana desde tiempos inmemoriales) aparece en varias pinturas rupestres y petrograbados en la roca de este continente americano.

En la revista Meer Internacional, noviembre 2021, se publicó un texto del maestro José Pablo Solís titulado Abstracción: Materia Ancestral. En él dice, refiriéndose a la abstracción de los textiles en este continente:

Generan una nueva sensibilidad a partir de principios de la abstracción universal, en conceptos como ausencia de representación de la realidad, la comprensión que la abstracción era una tendencia de las artes decorativas de todas las épocas, que inician una reflexión de la pintura occidental moderna (Solís 2021).

Para concluir con este abordaje a la pintura mexicana contemporánea de Rebeca Segura, repaso a la labor de Berny Siles, un compositor musical costarricense que refuerza la importancia de insistir con el abordaje a la Tierra, como lo hizo con su “Sinfonía de los elementos” (2012).

Dije:

Pues mientras el mundo se anonadaba por la finalización del calendario maya en 2012 y la incertidumbre ante el abismo final, como había sido mal interpretado inicialmente el paso del bactún maya, este autor, con un guiño de ojo en la mirada le decía al planeta cuán grande y bello es. Se trata de dar un valor holístico que transmite a la Madre Tierra la pócima de gratitud por el aire, fuego, agua, tierra, maderas, piedras, luz, dones y talentos que nos abundan en grado de totalidad o complejidad al expresar lo que nos fue donado”.6

Para la lectura final que me ocupa acerca de la obra de Rebeca Segura, doy todo este giro intertextual para sustentar que la abstracción no se inició en Europa con la corriente de la escultura abstracta rusa, ni constructivista, o lo que denominamos abstracción pura, sino que ya era parte de la práctica artística de nuestros pueblos originarios mesoamericanos y del altiplano andino.

A partir de este fundamento se deduce que en el arte abstracto que se cultiva en la actualidad son evidentes las fuerzas originarias terrestres, del sistema planetario o universo, tanto como los estratos internos de la superficie, la actividad de las urbes, y nuestro mismo cuerpo humano. Son una sinfonía de los elementos: Fuego, agua, aire y tierra, en una acción germinal manifiesta desde tiempos inmemoriales.

Bibliografía y referencias

1 Glissant, Eduard. Poética de la Relación. 2018.
2 Wagner, Lucrecia. Extractivismo. 2025.
3 Vives, Miguel Ángel. En Aztlán Contemporánea No.3, P.25.
4 Solís, José Pablo. Meer. 2021.
5 Mischerlich, Alexander. El Fetice Urbano. 1968. Bologna, Enaudi.
6 Quirós, Luis F. Paraíso con Voz, Columna dominical de arte.