Hay una relación simbiótica entre los críticos de arte y los productores de bienes intelectuales y artísticos cuando se trata de reconocer la calidad de sus contribuciones en un período de tiempo determinado.

He venido señalando, con la trazabilidad que permiten los sistemas de premiación imperantes, que las distinciones anuales en la escena se “han convertido en mecanismos mediante los cuales ciertos grupos de poder generalmente asociados a estamentos políticos, económicos y académicos dominantes oficializan ciertas producciones y creadores mediatizando sus propósitos”.1

Desde las instancias oficiales de cultura, el Estado y la Academia en el istmo centroamericano, la promesa de estimular a artistas e intelectuales se ha transformado gradualmente en un juego entre cabilderos del poder que, ayunos de criterio e independencia, promueve con relativo “éxito” distinciones acompañadas de importantes estipendios a conocidos y familiares independientemente de su mérito formal.

Valor de un premio

Tanto los productores de bienes culturales y artísticos como los coleccionistas, curadores y marchantes de arte han coincidido tácitamente en que el peso de los premios depende de quien los otorga.

Si se trata de una entidad pública o privada, ética y seria, se convierten en un elemento clave para el mercadeo artístico e intelectual, pero la sostenibilidad en el mediano plazo del valor del premio depende del mérito intrínseco de la obra distinguida.

“Definitivamente contribuye a la carrera de un artista haber ganado un galardón como el Premio Turner o haber representado a un país en la Bienal de Venecia u otro evento clave. No obstante, la obra de arte en sí (fecha, calidad e historial de exhibición y publicación) supera cualquier premio relacionado”,2 ha apuntado con acierto el coleccionista inglés Cristhian Levet.

Si bien se reconoce en sistemas de premiación como los establecidos por las secciones de AICA Internacional los logros de una carrera de más de cuatro décadas, la tendencia general es abolir los límites etarios, siguiendo las tendencias contemporáneas.

Como reconoce la consultora en artes visuales, Candace Worth, “esto tiene sentido en un momento en el que el mercado está reconociendo la importancia de los artistas que se pasan por alto y que se encuentran en la mitad de su carrera”.3

Tras una revisión a fondo de los sistemas contemporáneos de premiación en las artes visuales, resulta evidente que ser nominado y/o recibir un galardón no garantiza un éxito comercial inmediato para quienes reciben tales honores, si no media el mérito artístico (concepto, proceso y técnica sólidos) como garantía cualitativa.

Por ello, cuando un artista o a un intelectual es reconocido por su producción reciente por una entidad respetable, se asume la esperanza de que continúe creando con calidad y consistencia en su respectivo ámbito creativo.

Y este es el aspecto más positivo de entregar un premio: que se reconoce públicamente la tenacidad, talento y disciplina con que el creador lo ha producido y los costos intrínsecos que entraña.

No obstante, el juicio estético requerido en una premiación hace una separación tajante entre la excelencia y la mediocridad, en lo que debería ser la función primordial de la crítica en el arte.

Ahora, debe quedar claro que un premio marca un momento específico en una carrera creativa.

Ciertamente, un galardón puede influir en el comportamiento de quien lo recibe: algunos se tornan condescendientes y hasta engreídos, pero están también los que lo asumen como un reto para mejorar constantemente.

En pocas palabras, un premio cuando se otorga con responsabilidad y ética, reconoce un hito en la vida de un artista y/o intelectual por sus logros, pero casi nunca tiene el poder de definir su futuro. Es como una fotografía que fija en una temporalidad que nunca más se repetirá.

Sin cabildeo

En el escenario regional, se han establecido mecanismos informales que sesgan la selección y premiación del talento. Por ejemplo, se ha normado para que los integrantes mayoritarios en los jurados provengan de las universidades públicas o sectores gubernamentales.

Pocas veces se incluyen críticos de arte en las decisiones de dichos cuerpos, lo que ha redundado en “argollas” académicas y sociopolíticas que ejercen una desmedida influencia (sin chequeos ni balances) en los procesos de premiación, ora organizados por entidades estatales, ora por entes empresariales privados.

Por ello, se ha vuelto una necesidad urgente la búsqueda y afirmación de modelos alternativos e independientes que no confinen los certámenes y convocatorias a una suerte de “club de premios entre amigos y colegas” sin transparencia.

Ante este panorama, resulta estimulante que al menos en diez países latinoamericanos y caribeños, las secciones de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) independientes del Estado, la academia, el mercado y los grupos de interés, vengan implementando gradualmente un sistema de premiación alternativo para reconocer anualmente la producción artística e intelectual meritoria.

A la cabeza de este movimiento se encuentran República Dominicana, Venezuela, Brasil y Costa Rica. En Esta última nación centroamericana, el proceso cuenta ya con tres ediciones, y por ello, resulta importante tomarlo como un caso de estudio.

La sección costarricense de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) (la más joven del organismo internacional con base en París) realizó el 19 de febrero del presente la tercera entrega del Premio de la Crítica en 13 categorías, la mayoría de las cuales no se visibilizan en convocatorias oficiales, como la investigación teórico-estética, la publicación de catálogos de arte, revistas especializadas en artes visuales, la proyección artística internacional, la difusión y la labor cultural institucional, el mecenazgo y la misma crítica de arte.

Un análisis comparativo entre el Premio AICA y otro de larga data, como el de Premios Nacionales que otorga el Ministerio de Cultura costarricense, revela que el rigor no puede garantizarse en este último con base en su política imperante de auto-nominaciones, que impide reconocer la producción que no postulan los interesados.

Para evitar el “amiguismo”, “sesgo académico” y los cabildeos, las nominaciones y premiación conforme al modelo adoptado y perfeccionado por AICA Internacional obliga a que cada miembro activo de la sección nacional emita un solo voto, razonado en un formulario estructurado en cada categoría, postulando únicamente a la obra, labor y/o producción de cada artista o intelectual que se produjo durante el año de evaluación y que además conoce directa y presencialmente.

Ningún proceso es perfecto, pero es clara la inclusividad, diversidad de criterios e independencia de los miembros de la asociación que contribuyen con discrecionalidad y privacidad en la identificación, evaluación, selección, y recomendación al premio anual, todo conforme a la visión y misión de profesionalizar la crítica de arte y defender la libertad de expresión como ordenan sus estatutos y el reglamento de premiación.

Decantando poco a poco

Durante la tercera edición de la premiación en la Biblioteca Nacional de Costa Rica, la secretaria general de AICA Regional: América Latina y el Caribe, Dra. Bélgica Rodríguez, puntualizó que la sección costarricense de la organización que tiene presencia en 97 países y casi 7000 miembros "está sentando un gran ejemplo y provocando un positivo impacto allende las fronteras costarricenses en varios frentes, en general, y en este proceso de premios y reconocimientos, en lo particular, con la garantía que brindan sus miembros con transparencia para la libre expresión del pensamiento crítico en el arte y la cultura en la región centroamericana”.4

La Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) Costa Rica otorga estos galardones cada año como parte de un complejo proceso de monitoreo y evaluación de las actividades de artes visuales que se realizan en el país, fiscalizado por su Comité de Premios y Reconocimiento, que este año está integrado por Álvaro Zamora Castro, Irene Antillón Ugalde y Otto Apuy Sirias, todos miembros de la asociación.

El coordinador del Comité de Premios y Reconocimientos (CPR), Dr. Alvaro Zamora Castro, señaló que, a diferencia de otros sistemas de premiación tradicionales, “el propósito del Premio AICA Costa Rica, es reconocer a creadores, gestores, críticos de arte y curadores, mecenas, publicaciones y eventos especiales realizados en torno a las artes visuales. Por ello, al operar la premiación con el rigor profesional e independencia que se viene aplicando en la selección y premiación de los galardonados ha venido convirtiendo este galardón en uno de los reconocimientos más importantes dentro del campo de las artes visuales nacionales marcando un hito regional”.5

El galardón otorgado a cada premiado consiste de un diploma y un trofeo especialmente diseñado por el prestigioso artista conceptual y multimedial, Otto Apuy Sirias, quien, además de ser crítico de arte, teórico y escritor, sirve además como coordinador del Comité de Membresía y Elecciones (CME) de la asociación.

No se trabaja con subsidios estatales ni se reciben peticiones de terceras partes o presiones de cabilderos. Por ello, el evento público depende de voluntarios que aportan tiempo, dinero, esfuerzo y talento para hacer posible el éxito de la actividad que en su tercera entrega superó nuevamente las expectativas, con más de un centenar de asistentes presenciales entre galardonados, autoridades de gobierno, representantes del sector cultura, coleccionistas y prensa, así como más de 2000 personas conectadas en la transmisión simultánea en línea.

Resultados del 2024

El Premio AICA a la Mejor Exposición Individual en espacio estatal fue entregado a Loida Pretiz Beaumont, por su exposición retrospectiva CASA, realizada en el Museo Rafael Ángel Calderón Guardia.

Se trata de una artista constructivista que, mediante composiciones lúdicas, establece una conexión con la memoria del espectador, que tiende a reconocerse íntimamente con las obras, abriendo un espacio donde explora las emociones del espectador.

Su muestra tiene mucho de didáctico y juego, al invitar al público a acercarse a las intenciones de la autora, al unir al espectador y la temática.

Es posible ver una asociación de la memoria del artista con su análisis, su estética, sus intenciones. Una gran etapa y consolidación de un estilo y una visión ordenada de la memoria espacial.

Finalmente, la metodología de esta propuesta desemboca en muchas vías, es decir, aperturista, primero por su vinculación a sus recuerdos y su estilo, como a la buscadora de objetos, y la analista que encuentra el sentido de sus vivencias y las expone visualmente.

El Premio AICA a la Mejor Exposición Individual en espacio privado fue otorgado a Sofía Ruiz Ugalde, por su exposición Rastros, realizada en la Galería Talentum.

La propuesta puntual de la joven y técnicamente talentosa pintora Sofía Ruiz Ugalde da continuidad a sus series Fricciones del 2014 y Black Forest del 2017, lo que confirma una indagatoria seria en el simbolismo figurativo.

Su nueva serie, también simbolista, enfatiza el mundo de los sueños y el misticismo, así como también, diversos aspectos de la contracultura y la marginalidad, como el esoterismo, el misticismo, el terror, la muerte, el pecado, el sexo e, incluso la perversión, que no se limitan a provocar gratuitamente.

No obstante, se trata de una obra lúcida y a veces introspectiva en su aparente marginalidad, que sumerge al espectador y cuestiona sus propios temores.

image host Obras de Sofía Ruíz Ugalde en su exposición Rastros

En la categoría Mejor Exposición Colectiva en museos, centros culturales y/o galerías privadas, con base en una propuesta curatorial o museográfica de calidad e innovadora a partir de la participación de distintos artistas, con obras individuales y/o colaborativas, organizada durante el año de reconocimiento, fue distinguida la 1ra Bienal de Arte Lumínico en la Galería Nacional (Museo de los Niños).

El proceso de intervención a que se sometieron los pisos que ocupa la Galería Nacional para esta colectiva permitieron crear un ambiente inmersivo que favoreció el uso de la luz artificial como medio de expresión.

La respuesta del público fue muy positiva, con casi 5000 visitantes en poco menos de dos meses de exhibición.

El uso de medios tecnológicos para usar luz artificial en variados soportes supuso un desafío enorme para artistas establecidos que se vieron obligados a experimentar para comunicar.

El uso de la luz artificial creo un alineamiento inusual entre artistas, medios y técnicas en el entorno bienal citado. Se puede ver como propuestas conceptuales de artistas conocidos se transformaron ante el desafío mientras otras demostraron sus debilidades.

Fue muy positiva también la facilitación de dos estándares de evaluación de las obras participantes: voto popular y jurado calificador. Hubo coincidencias muy educativas.

image host 1era Bienal de Arte Lumínico en la Galería Nacional (Museo de los Niños)

En la categoría Premio AICA a la Mejor Investigación Teórico-Estética se reconoció la obra Arte costarricense del siglo XX, (Editorial ABYAD – UNED. ISBN: 978-9930-9830-3-4) de Carlos Francisco Echeverría. Aunque se trata de una reedición de un libro conocido, la distancia de casi una década ofreció al autor una oportunidad de revisar lo que llama “historia crítica” del arte costarricense del siglo pasado.

Es una obra entretenida, bien editada, que resulta didáctica para una nueva generación que no conoce la historia del arte nacional y lo puede experimentar a través de las semblanzas y comentarios del autor. Su ventaja (y desventaja) es que refleja las preferencias artísticas particulares del autor, por lo que como balance no es imparcial, pero no por ello menos valioso. El ejercicio del juicio estético supone siempre una elección que posiciona a unos artistas en detrimento de otros.

En la categoría de Premio AICA a Mejor Publicación, tenemos a ÍSTMICA: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, UNA, Heredia.

Desde su primer número en el 2007, esta revista literaria arbitrada ha incluido, entre los temas de publicación, artículos y ensayos sobre artes visuales desde una perspectiva contemporánea.

La labor de las revistas académicas pasa a menudo desapercibida fuera del claustro universitario, a pesar de que estén disponibles en línea. Ístmica hace una contribución importante al arte y la cultura.

Por ser una publicación arbitrada, la diseminación de conocimientos en cada artículo tiene un efecto multiplicador mediante las redes de distribución internacionales en el género.

En la categoría de Premio AICA a Mejor Catálogo de artes visuales fue distinguido el título Trazo abierto (Editorial UNED, 2024. ISBN: 978-9968-04-174-4), de Manuel Zumbado Retana.

No es estrictamente un catálogo que acompaña una exposición temporal, pero mantiene la mayoría de las características de este género literario como la tónica del texto, interactuando con la obra gráfica de un creador académico con un recorrido cronológico a través del proceso de gestualidad del dibujo.

Es una obra gráfica precedida de una excelente introducción y discusión estética del propio artista sobre el uso del dibujo como medio expresiva a lo largo de la historia.

A los críticos que la han nominado les parece una obra valiosa que ayuda a mirar la gráfica como una exposición dentro de un catálogo, experimentando el ejercicio reflexivo de la gráfica que produce.

En la categoría Premio a la Mejor Labor Institucional, otorgado a la entidad que, durante el año del reconocimiento, haya realizado una significativa labor de promoción, difusión y desarrollo de las artes visuales en general, se distinguió a la Asociación Nueva Acrópolis / Escuela de Artes Aurea en Centro Cultural San José, Barrio Escalante.

Es notable el esfuerzo que se realiza desde el sector privado no lucrativo mediante este Sistema nacional de centros culturales para la producción artística, la enseñanza y el voluntariado que ha alcanzado a miles de personas anualmente.

La Asociación Nueva Acrópolis / Escuela de Artes Aurea en el Centro Cultural San José, ubicado en Barrio Escalante, ha tenido una prolífica labor educativa, documental y expositiva durante el 2024, por lo que recibe el premio en la categoría Mejor labor institucional.

Destaca, no obstante, la oferta anual de planes de formación en filosofía y artes para todos los sectores sociales y culturales mediante entes como la Escuela Aurea. Han ofrecido 300 becas en sus centros.

No menos importante resulta la apertura de espacios de discusión pública sobre artes y cultura por parte de esta institución privada, así como exposiciones de artes visuales.

En la categoría Premio a la Proyección Internacional, otorgado entre aquellos artistas con participación en eventos internacionales, o que hayan realizado alguna exposición significativa fuera del país durante el año de reconocimiento, se distinguió al artista Osvaldo Orias Arguedas por sus exposiciones Cintilancias en el Museo Nacional de República de Brasil y Metamorfosis, en la Galería Rubem Valentim, ambas en Brasilia.

Este costarricense, que se estableció por varios años en Alemania y actualmente reside en Brasil, realizó dos exposiciones individuales en la capital de Brasil. Aunque expone regularmente en Alemania, ha participado también en muestras itinerantes en Europa y Medio Oriente.

Orias Arguedas enfatiza el simbolismo atávico de sus obras mediante técnicas que combinan los efectos del óleo, el acrílico, los pigmentos de colores vibrantes, la arena volcánica, las esquirlas metálicas, y los trozos de madera.

Desde sus inicios como diseñador, se ha movido a la conceptualización metafísica de formas geométricas, como el círculo y la elipse, que agrupa en ensambles versátiles que llevan nombres sugestivos como Aguas, Sideral, Eclipse, Pan Óptico, Esferas, Lunas.

image host Obra de Osvaldo Orias Arguedas

En la categoría Premio a la Mejor Difusión de las Artes Visuales, otorgado a la persona, institución, medio de comunicación, publicación periódica o fundación con una reconocida y sostenida labor en la difusión de las artes visuales en general y costarricenses en particular, se concedió al Suplemento Semanal Ancora, Diario La Nación.

Ancora ha publicado consistentemente al menos un artículo de fondo ilustrado sobre artes visuales durante el 2024, distanciándose de otros medios periódicos que publican poco o nada al respecto.

Los artículos en general tienen un fuerte énfasis histórico que domina la narrativa de las publicaciones, con irregulares irrupciones de artículos más interpretativos sobre artistas contemporáneos.

De hecho, ha ofrecido a sus lectores un amplio despliegue a todo color de manifestaciones sobre el arte visual, pequeños ensayos, informaciones pertinentes, entrevistas nacionales e internacionales.

Es el único medio impreso nacional que se ocupa de las artes visuales desde diferentes perspectivas: historia de las artes locales, crónicas de exhibiciones en curso y anecdotario sobre artistas y exhibiciones pasadas.

En la categoría Premio a la Mejor Labor Curatorial, otorgado al profesional en curaduría que haya realizado una contribución significativa al desarrollo del arte y la cultura nacionales mediante una labor conceptualmente sólida e innovadora y con alto valor educativo y artístico, se concedió la distinción a Pedro García Dobles por la Exposición Animales Humanos, realizada en Casa Lolita, Bogotá, el 28 de septiembre al 15 de noviembre de 2024.

Con obras de Philipp Anaskin, la exposición se concibió como un intercambio entre el director de Casa Lolita, Alejandro Abreu, el galerista Christopher Paschall y el curador distinguido.

La curaduría de García Dobles se concentra temáticamente en la temporalidad de la obra reciente del pintor Philip Anaskin que pone al ser humano como ser social, en el centro del debate sobre la identidad, la desigualdad, el consumismo y la pobreza.

La exposición nos sumerge bajo el diseño del recorrido y montaje del curador en los procesos externos e internos de la sociedad contemporánea, los valores y sentimientos contrarios.

Partiendo de una sociedad que tiene normalizada la violencia y la crueldad hacia el otro, y cuestionando lo “civilizado” del animal humano, esta curaduría es parte de un proyecto internacional creativo, donde director, curador y galerista trabajan conjuntamente.

Las conversaciones se fundan en una investigación del trabajo a mostrar que orienta la producción de la obra que muestra finalmente en la serie Animales Humanos, desafiando los límites de la percepción y la conciencia social.

image host El curador, Pedro García Dobles, ganador por la exposición Animales Humanos

En la categoría Premio AICA a la Crítica Joven 2024, se reconoció a José Joaquín Rivas Villanueva. Por segunda vez en esta edición, se ha incluido una categoría para reconocer a valores emergentes en la crítica de arte costarricense. A diferencia de las otras 12 categorías, en esta se integró un jurado de tres miembros que ha emitido su propio fallo con base en ponencias en respuesta la convocatoria que cerró el 31 de diciembre del 2024.

Como criterio de selección, el jurado integrado por Alvaro Zamora Castro, Irene Antillón Ugalde y Otto Apuy Sirias, requirió que los ensayos nominados y distinguidos con premio y/o reconocimiento debían seguir una narrativa ordenada, lógica y secuencial, a menos que sea apropiado invertir algún pasaje del texto.

Los autores podían hacer referencia a artistas, obras de arte individuales o exposiciones, e incluir antecedentes históricos, memorias e incluso ficción si mejora la intención del ensayo. El tema era libre, pero el abordaje debía ser una crítica de un artista, movimiento, género de expresión o temática artística de su interés, con relevancia y aplicación actual. Además, el ensayo distinguido debía ser un trabajo inédito y de autoría exclusiva.

El jurado por unanimidad seleccionó para el premio a José Joaquín Rivas Villanueva, por su ensayo Tal cual. Per se (Museo de Arte Costarricense, Héctor Burke).

La ponencia de Rivas Villanueva destaca en criterio del jurado por su buen cuño lingüístico, crítico y certero en el análisis de la obra de Burke en que se enfoca.

En la categoría Mejor Labor Crítica, otorgado al crítico en artes visuales que haya realizado una continua, consistente y significativa contribución mediante canales de difusión públicos, con criterio e independencia, al análisis, interpretación y visibilización de la producción artística nacional e internacional durante el año, se reconoció a la historiadora y crítica de arte Ileana Alvarado Venegas.

Se trata de una de las pocas investigadoras e historiadores especializadas en las artes visuales costarricenses que articula criterio estético en sus análisis publicados.

Sus investigaciones publicadas han permitido ahondar no solo en la historiografía de artistas pioneros de la plástica local como Max Jiménez, Jorge Gallardo, Felo García, Juan Luis Rodríguez, Dinorah Bolandi, y Néstor Zeledón Guzmán, entre otros, sino analizar con detalle sus propuestas estéticas y proveer interpretaciones lúcidas sobre su intencionalidad creativa y legado.

Destaca también su labor como analista y crítica de la convergencia de las artes visuales con la arquitectura, la animalística, la negritud y la poesía.

Sus aportes monográficos sobre figuras históricas como Lola Fernández y Dinorah Bolandi, géneros como la acuarela y grupos contemporáneos como Bocaracá han sido fuentes de consulta obligada para investigadores, críticos y docentes.

Finalmente, en la categoría Maestros Consagrados, otorgado en reconocimiento a la labor de los maestros que por su trayectoria no menor de 40 años, constancia y aportes, han alcanzado altos niveles de reconocimiento, se ha distinguido a Aquiles Jiménez Arias.

En reconocimiento a una trayectoria de casi medio siglo en que cada una de sus series está unida por un concepto biomorfico y orgánico que lo distancia de la abstracción dominante y le ha permitido definir su propia voz y estilo en una labor creativa ininterrumpida que lo ha posicionado nacional e internacionalmente.

No obstante, es uno de los pocos escultores latinoamericanos reconocido internacionalmente con premios y obras en exhibición pública en China, Guatemala, Israel, Perú, Costa Rica, Argentina, Alemania y Brasil. Funda su producción en una investigación seria, a menudo de varios años antes de una exposición, con un profundo respeto por el material, una técnica impecable y una poética propia que elude las lecturas conceptuales posmodernas.

Con motivo del galardón, se entregó a los asistentes un catálogo que permite recorrer su trayectoria a lo largo de medio siglo.

Lo que AICA Costa Rica inició en el 2023 localmente se ha ido extendiendo para este 2025 como un fuego que ha inspirado a otros grupos regionales en la ruta a la afirmación de un sistema alternativo de premiación que ponga un alto a la dependencia de convocatorias dominadas por “argollas” para reconocer a artistas e intelectuales, ávidos de libertad, independencia y profesionalismo, tanto en el ejercicio crítico como en la valoración de la producción de bienes culturales.