Amanece en Venecia y los primeros rayos de sol reflejan el resplandeciente color de los palacios sobre las quietas aguas del canal. Una luz tenue da la bienvenida a los visitantes a la prestigiosa bienal de arte de Venecia. Inaugurada en 1895, es una de las más antiguas del mundo. Cada dos años sus palacios y rincones se llenan no sólo de Arte, sino de fiestas privadas donde el visitante puede iniciar un fascinante viaje por la selecta y distinguida sprezzatura palaciega.
Nos embarcamos en una apasionante travesía para descubrir más sobre la historia, cultura, eventos colaterales y tesoros de los palacios involucrados en la Bienal de Venecia. Una cita internacional e imprescindible para los amantes del arte y en la que se puede disfrutar de espacios privados, normalmente vetados al público.
Uno al emprender este recorrido, se pregunta cómo fueron esas primeras décadas de la ciudad italiana, cuando una incipiente y dinámica Bienal de Arte agitaba la vida artística del país. Venecia, no sólo representaba el cosmopolitismo artístico europeo, sino que se había convertido en la meta privilegiada de los grandes artistas e intelectuales de la época, allí se desplazaron desde Marcel Proust a Thomas Mann, de Henry James a Herman Hesse, entre muchos otros, que animaban los salones y las fiestas organizadas por la alta sociedad de la Serenissima.
En este contexto, es imposible imaginar Venecia sin la figura más transgresora de principio del siglo XX, la marquesa Luisa Casati Stampa (Milán 1881-Londres 1957). Seria en Venecia donde tomaría conciencia de su famosa máxima, convertirse ella misma en una obra de arte. En 1910, animada por D´Annunzio se instaló en el Palazzo Venier dei Leoni, en el Canal Grande de Venecia, siendo su propietaria hasta 1924, transformándolo en un lugar mágico que conservaría un aura legendaria. Organizando famosas fiestas concurridas por la élite del momento, nombres como Jean Cocteau, Man Ray, Giovanni Boldini y Ezra Pound se reunían alrededor de esta excéntrica mujer que utilizaba serpientes vivas a modo de joyas y guepardos como mascotas para pasear por Venecia.
Entre muchos de los performances que desarrolló utilizando como telón de fondo los escenarios venecianos, destaca la imagen de la marquesa paseando al anochecer por la plaza de San Marcos envuelta en un espléndido mantón de seda con bruñidos motivos orientales dorados diseñado por Mariano Fortuny y acompañada por su famoso guepardo ataviado con un collar de diamantes, junto a su inseparable sirviente de cabellera rubia iluminándola solemnemente con un espectacular candelabro.
Empezamos nuestro recorrido por el Palazzo Venier dei Leoni o Palazzo Non finito, por no estar finalizado, más conocido por ser la sede de la Fundación Peggy Guggenheim, que cada año inaugura una exposición temporal con motivo de la Bienal.Esta sexagésima edición de la Bienal está dedicada al artista francés Jean Cocteau (1889-1963), se trata de la primera gran retrospectiva realizada del artista en Italia y bajo el título «Jean Cocteau: La venganza de los malabaristas», recoge su particular eclecticismo a través de dibujos, gráficos, joyas, tapices, documentos históricos, libros, revistas, fotografías, documentales y películas.
Cocteau, fue un amante de las fiestas venecianas donde huía para escapar de las preocupaciones cotidianas, acudiendo innumerables veces a este palacio. No obstante, si están interesados en ver más obras suyas, les recomiendo que si viajan a la región de Saint-Jean-Cap-Ferrat en la Costa Azul, junto al faro de Cap Ferrat, visiten la Villa Santo Sospir o casa tatuada. Una villa mediterránea de los años 30 donde el artista, cual malabarista, desplegó todo su genio durante diez años tatuando el interior de la casa, dotándola de una magnética y excepcional belleza.
El palacio Non Finito, edificado en el s. XVI, fue adquirido en 1949 por la marchante de arte y mecenas Peggy Guggenheim, sus memorables fiestas reunían a lo más distinguido de la alta sociedad y cultura europea y americana, entre los que se incluyeron a Tennessee Williams, Somerset Maugham, Igor Stravinsky, Jean Cocteau y Marlon Brando. Con una colección formada por más de 200 piezas que abarca casi todos los movimientos artísticos modernos: Miró, De Chirico, Magritte, Picasso, Jackson Pollock, Calder, Kandisky, Mondrian o Malevich. Sus jardines están repletos de esculturas de Brancusi y Marino Marini, y posee una terraza con espectaculares vistas al canal.
Cruzando las aguas del Canal Grande se alza imponente el elegante Palazzo Ca’ Pesaro, una joya del barroco y parada ineludible. Proyectado en el siglo XVII por el arquitecto Baldassarre Longhena, posee una importante colección internacional de arte que compró a la Venice Biennale. Además de albergar la Galería Internacional de Arte Moderno y el Museo de Arte Oriental. Su colección cuenta con obras de Rodin, Sorolla, Munch, Morandi, Kandinsky, Picasso, Calder, Tàpies o Chillida.
No hay que pasar por alto la impresionante obra del periodo dorado de Gustave Klimt, donde admirar su famosa “Judith II”. En 1903, el trabajo de Klimt, fue rechazado por los profesores de la escuela de Viena, ante tal decepción, decidió cambiar de aires y viajó a Venecia y Rávena. Allí quedó tan admirado por los mosaicos, que estos inspiraron sus obras más famosas pertenecientes al periodo dorado realizadas entre 1903 y 1910.
Durante estos días el visitante deberá acercarse al Palazzo Falier, esta joya gótica del siglo XV, sólo es accesible a los foráneos durante los meses que dura la exposición. En ella han expuesto desde Pedro Cabrita Reis, Sean Scully o Land Sea. El recorrido continúa por el Palazzo Fortuny, antiguo hogar/taller del famoso artista, escenógrafo y diseñador Mariano Fortuny, ha sido restaurado recientemente. Este palacio gótico de suelos de madera, paredes desnudas y la luz filtrándose por emplomadas vidrieras es una auténtica belleza.
Además de disfrutar la colección Fortuny, al que incluso Marcel Proust incluyó en A la sombra de las muchachas en flor: «Un artista en Venecia, Fortuny, ha encontrado los secretos de las telas maravillosas, y durante varios años las mujeres han estado caminando en ellas, pero especialmente vistiendo en casa, en atuendos tan magníficos como los patricios venecianos con sus diseños orientales». El Museo Fortuny, cada edición nos sorprende con un proyecto interesante, como la muestra «Intuition», en 2017. Un work-in-progress que conectaba arte contemporáneo e histórico con el palacio a través de las obras de Gutai, Cobra, Zero, Spazialismo y Fluxus; o la reciente muestra del pasado invierno de Joan Fontcuberta.
Dejando las aguas del Canal Grande, nos adentramos por el canal de San Severo al barrio del Castello. Junto el Campo Santa María Formosa encontramos el Museo del Palazzo Grimani, adquirido en el siglo XV por Antonio Grimani, que se convertiría en Dux en 1521. Su peculiar arquitectura con su gran escalera, cámara de oro, tribuna o la sala de hojarascas, lo convierte en un edificio enigmático, único y precioso de la arquitectura veneciana, cuyas paredes encierran tantos secretos que a día de hoy no desisten en sus investigaciones los eruditos y estudiosos.
Este año presenta la exposición del artista egipcio Wael Shawk (Alexandria, Egipto, 1971),”I Am Hymns of the New Temples». Organizada por la Lisson Gallery, Barakat Contemporary, Galleria Lia Rumma en colaboración con el Parque Arqueológico de Pompeya dentro del programa «Pompeii Commitment. Archaeological Matters». La exposición inspirada en referencias historiográficas y literarias recoge una obra compuesta por películas, performance, pintura y escultura basada en historias reales y fábulas que exploran nociones de identidad, nación, arte y religión.
Y los amantes del expresionismo abstracto este año están de suerte, en la Gallerie dell'Accademia podrán disfrutar del artista neerlandés nacionalizado estadounidense, Willem de Kooning (Róterdam, 1904 - Long Island, 1997) con la obra “De Kooning e l´Italia». Una exposición que presenta por primera vez el impacto que tuvo sobre su obra las estancias italianas del artista, en 1959 y 1969. La muestra incluye tres pinturas de paisajes monumentales realizadas en 1960, “Puerta al río”, “Árbol en Nápoles” Y “Villa Borghese”, así como diversas esculturas de bronce.
Sprezzatura palaciega
Hay una elegancia innata en estos palacios conjugada con el Arte contemporáneo a la que han sucumbido las grandes firmas de la moda. Sus escenografías son tan espectaculares como sus colecciones. Arte y moda parecen competir por la perfección utópica en todos los palacios, en «una cierta indiferencia, para ocultar todo arte y hacer que todo lo que uno hace o dice parezca hecho sin esfuerzo y casi sin pensar en ello», como definió Baldassare Castiglione, la sprezzatura, en el siglo XV. Término que describe una de las mejores cualidades de la cultura italiana: Esa desenvoltura y gracia de quienes se muestran ante los demás disimulando su arte, dando la impresión de una seguridad o actitud innata.
Si algún diseñador ha saltado a los confines del mundo de la moda y el arte convirtiéndose en una figura cultural importante, fue Elsa Schiaparelli (1890-1973), que trabajó con artistas de la talla de Bebe Bérard, Jean Cocteau, Salvador Dalí, Vertes y Van Dongen; y con fotógrafos como Hoyningen-Huene, Horst o Cecil Beaton. Hoy día, otra mujer que se ha caracterizado por ser una voz en el mundo del arte e intelectual es la diseñadora Miuccia Prada (Milán, 1949). La Fundación Prada alberga su colección de arte en el palacio Ca’ Corner della Regina, un descolorido pero imponente edificio del siglo XVIII, ubicado en el Canal Grande. Originalmente sede de los mercaderes Corner di San Cassiano, fue construido entre 1724 y 1728 por Domenico Rossi, edificado sobre las ruinas del palacio gótico donde nació la futura reina Chipriota Catarina Corner, en 1454.
Durante esta bienal no se puede postergar la visita del proyecto «Monte di Pietà» creado por el artista Christoph Büchel (Suiza, 1966). Tomando como base la historia del edificio construye a través de obras históricas y documentos de los antiguos mercaderes, una instalación donde se analiza el concepto de deuda como base de la sociedad e instrumento de poder. Magnifica la maleta “The Diamond Maker” (2020- ), que cierra la exposición, y cuyo interior contiene diamantes realizados en laboratorio, metáfora final del patrimonio ficticio con que se somete a nuestra sociedad.
En la apertura inaugural del espacio, la enorme nave levantada por la marca italiana en mitad del palacio italiano fue cubierta por espejos, reflejándose en ellos las lentejuelas, cristales, plumas de marabú y sedas de sus invitados en una suerte de glamuroso viaje atemporal a otra época. Observando atentamente a través de la laguna como si esperaran ver aparecer a la fiesta, con su góndola, a la deslumbrante Marquesa Casati, acompañada de su guepardo y sus galgos pintados de añil, mientras su fiel joven sostenía en su hombro un llamativo papagayo o bien un mono atado a una cadena, dependiendo de la ocasión.
No podemos finalizar nuestro viaje por los palacios durante la bienal sin visitar el Palazzo Grassi y la Punta della Dogana del siglo XVI. Construido entre 1748 y 1772 por el arquitecto Giorgio Massari, fue el último palacio que se construyó en el Canal Grande antes del colapso de la República de Venecia en 1797. El Palacio presenta grandes exposiciones temporales. Propiedad del empresario François Pinault, posee una magnífica colección de Arte contemporáneo. Esta edición presenta la exposición de la artista americana Julie Mehretu. «Ensemble» recoge 25 años de su trabajo estableciendo un diálogo a través de la pintura con la poesía, la escultura, el cine, la voz y la música con los artistas y escritores Nairy Baghramian, Huma Bhabha, Robin Coste Lewis, Tacita Dean, David Hammons, Paul Pfeiffer y Jessica Rankin. Y en la Punta della Doganase presenta la obra de Pierre Huyghe con el proyecto «Liminal».
Una visita a las fotografías de Helmut Newton (1920-2004) en la Stanzza della fotografía, nos sirve para romper con ciertos dictados hermenéuticos -aplicados hoy día por la cultura de la censura o cancelación-, recargándonos de frescura, humor y cierta irreverencia antes de adentrarnos en la bienal. La exposición bajo el título «Legacy» hace un recorrido por los diferentes periodos de la vida y carrera del fotógrafo. Haciendo especial hincapié en su particular mirada hacia el cuerpo desnudo de la mujer, a medio camino entre lo artístico y el voyeurismo. Sus revolucionarias sesiones de fotografía de moda para Vogue, archivos, polaroids, así como las series inspiradas en las películas de Alfred Hitchcock, Francois Truffaut y Federico Fellini, nos adentra en un universo entre realidad y ficción que redefinió la imagen de la mujer representada con una carga de erotismo no exenta de polémica.
¿Bienal o Aperol Spritz?
Seguramente más de uno me contestaría un Bellini en el Harry´s bar, por supuesto. Aunque antes, tal vez, sea el momento de visitar la Bienal de Venecia. El evento se reparte en dos lugares principales (Giardini y Arsenale) y diferentes sedes en Venecia y sus alrededores. La Exposición también incluye 90 pabellones nacionales y treinta eventos colaterales, aunque por segunda vez no participa Rusia.
Este año la Bienal de Venecia está a cargo del curador brasileño Adriano Pedrosa, bajo el título «Extranjeros por todas partes». La frase procede, del nombre de un colectivo turinés que luchó contra el racismo y la xenofobia en Italia a principios de la década del 2000. Con un total de 332 artistas algunos de los cuales nunca habían participado en la Exposición Internacional. La muestra está dividida en dos secciones; una contemporánea y otra histórica. Que incluyen colectivos de artistas LGBTQIAP+, marginados, autodidactas e indígenas. Archivos, grupos de activistas y desobediencia de género comprenden una suerte de ejercicio curatorial que cuestiona los límites del modernismo. Una tesis que rompe con las miradas más conservadoras del mundo del Arte contemporáneo, reivindicando la figura del extranjero como indica el propio Pedrosa: «se trata de una celebración de lo extranjero, lo lejano, lo extraño, lo queer, así como de lo indígena».
Pero si usted prefiere relajarse, sentarse en las terrazas alrededor del Giardine y disfrutar de un delicioso Aperol Spritz, es una excelente elección y oportunidad para deleitarse del mágico ambiente de la ciudad de los Canales. Los bàcari de la ciudad ofrecen pequeñas copas de vino y un montón de sabrosos cicchetti Y si poseen alguna edición de la «Venecia» de Jan Morris, quien visitó por primera vez la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial siendo el soldado James Morris. Por entonces, se había cancelado la edición de la bienal debido a la guerra, a través de él podrán sumergirse y descubrir la vida y carácter de los venecianos. Cada rincón rezuma arte en su máxima expresión, sumergirse por sus calles a través de sus sonidos, olores, luces y colores sigue siendo uno de los grandes placeres que nos brinda la vida, aún siendo un extraño en la ciudad, como diría Jan Morris.