¿Quién fue Tutmosis II, el faraón de las noticias más recientes? ¿Cuál es el valor de encontrar una tumba nueva en el Valle Occidental de la necrópolis tebana, en Egipto?
Asistimos a las paradojas dobles: el hallazgo de la tumba de uno de los faraones menos conocidos (por no llamarlo mediocre) de la Dinastía XVIII (a la que pertenecieron su padre y su hijo, dos grandes héroes y reyes del llamado Imperio Nuevo, aproximadamente del 1550- 1070 a. C) y el escándalo mediático que provocó hallar una tumba vacía.
Lo que sabemos es que un equipo británico y egipcio, dirigido por el escocés Dr. Piers Latherlands y numerosos especialistas internacionales, investigó la tumba que perteneció, al menos por seis años, a Tutmosis II.
Podemos imaginar cómo fue pasar por una entrada angosta y un pasillo muy estrecho de unos 10 metros que sufrió inundaciones, por lo que los sacerdotes de Tebas relocalizaron la momia del cuarto faraón de la dinastía XVIII, según reportó el Museo Nacional de la Civilización Egipcia el 19 de febrero.
Según el museo, la prueba concluyente de que pertenecía al poco llamativo finado la arrojó un fragmento de jarra de alabastro inscripta con el nombre del susodicho y el de su sufrida esposa que, ni bien pudo, heredó el trono: por si fuera poco, decidió que, contrariamente a las normas milenarias, no quería compartirlo como corregente de su sobrinito.
No. Hatshepsut reinaría sola, pues así lo predijo un oráculo. Y como siempre fue muy devota, no era quién para contradecirlo.
Tutmosis II
El cuarto faraón de la dinastía XVIII gobernó desde 1493 hasta 1479 a. C, aproximadamente.
El egiptólogo Marc Van De Mieroop, en cambio, estableció la fecha de su nacimiento en 1942 a.C.
Su mayor mérito parece haber sido enfrentar una rebelión en el país de Kush y, por si fuera poco, ser el sucesor del gran Tutmosis I (1504- 1942 a. C), quien además de expandir el imperio en el que la dinastía XVIII convirtió al Antiguo Egipto al vencer al Reino de Kush, destruir a Kerma que al sur de Egipto había alcanzado un gran poder durante los 150 años del Segundo Período Intermedio (1700- 1550) en los que el país de los faraones no tuvo un poder centralizador que uniera el país: conocido como y por sus campañas en Siria.
Esas hazañas de Tutmosis I no fueron reeditadas por su hijo, sino por su nieto Tutmosis III, que quedó huérfano muy joven y tuvo que esperar que su tía, la viuda de su padre, reinara por sí sola por casi 20 años, cuando debió ser corregente del heredero.
Tutmosis II, al parecer, murió a causa de una naturaleza enfermiza, como Tutankamón generaciones más tarde, y Hatshepsut desapareció de los registros cuando al fin el celebérrimo militar Tutmosis III alcanzó su ansiada cuota de poder en el 1458 a.C.
Ese monarca se destacó por reeditar parte de las campañas de su abuelo y por borrar la memoria de su querida madrastra.
Así se cuenta que fueron numerosas sus campañas militares en Siria y Palestina, y que libró una de las batallas más recordadas de la historia del Egipto Antiguo: la de Megido, en el año 1457 a.C.
No menor fue la vanidad que dejó registrada en sus trazos o, mejor dicho, los de los que se tomaron el trabajo de dejar para la posteridad los pocos hombres letrados en las inscripciones.
Entre quienes participaron del descubrimiento de la tumba, se encuentran, como en todo equipo, especialistas en múltiples disciplinas: arqueólogos, restauradores, epigrafistas, etc.
La Dra. Gersande Eschenbrenner Diemer, directora del proyecto Medjehu, arqueóloga especializada en objetos de madera, por ejemplo, analizó un bastón ceremonial que comentó a la prensa de Jaén.
Las maderas son parte esencial del mobiliario funerario de las tumbas egipcias y, gracias a las condiciones especiales del clima que han permitido su conservación y estudio, se puede conocer parte de los objetos que servían para acompañar al difunto en su vida eterna: no solo los ataúdes, sino incluso modelos funerarios de barcas.
Como ya mencionamos, el director fue el británico Dr. Piers Litherland, investigador honorario asociado del Instituto McDonald para las Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Cambridge.
Podemos esperar por más información, como el análisis de la decoración de la tumba y los restos que de seguro serán publicados más adelante, y que se encuentre la tumba subsidiaria, en la que el Director del proyecto espera más “tesoros”, según informó el Museo Egipcio en su página oficial.
Estoy segura de que esos tesoros no tendrán el mismo significado para quien espera por otro rey aderezado con joyas que para los investigadores internacionales que comparten la alegría en las redes y ya celebran porque el lugar de retiro y culto a un rey fue develado después del tozudo silencio de milenios.
Si las aguas de la necrópolis de Tebas no demoraron ni una década, para los amantes de la arqueología ha sido una larga espera.
Bibliografía
Van de Mieroop, Marc, (2021), A History of Ancient Egypt, Hoboken, NJ : Wiley-Blackwell.