Se cumple el próximo mes de abril, un siglo de la inauguración en la pedanía oriolana de La Murada de los canales de Riegos de Levante, una obra de gran envergadura en aquel momento que contó con la financiación de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de Orihuela. En esta inauguración, celebrada el 4 de abril de 1925, estuvo presente el rey Alfonso XIII quien pronunció un discurso en el que ensalzó la obra magna de la Federación que –dijo- daba con ello “una lección de solidaridad y patriotismo”.

Esta gran obra para la transformación de amplios campos de secano, mediante elevación y canalización de aguas sobrantes del Segura, fue realizada durante la dictadura del general Primo de Rivera y afectó a varios términos municipales de la provincia de Alicante (Redován, Benferri, Albatera, Cox, Granja de Rocamora, Crevillente, Elche, Alicante-Bacarot, Muchamiel, Callosa de Segura y Orihuela).

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De su importancia y transcendencia económica hablan por sí mismos los siguientes datos: hectáreas transformadas en regadío, 25.000; extensión longitudinal de los canales: 230 km.; valor de las obras realizadas, 5 millones de pesetas; pueblos afectados,18; habitantes directamente beneficiados, 200.000; valor que tenían los secanos, 25 millones de pesetas; valor, una vez convertidos los terrenos en regables: 125 millones de pesetas.

Las obras fueron ejecutadas mediante una emisión de diez mil bonos de quinientas pesetas cada título con la garantía de los regantes asociados en los Sindicatos Agrícolas Católicos y la subsidiaria de la Federación. En virtud del contrato suscrito, los títulos revertían a la Compañía Riegos de Levante por amortización paulatina del papel, lo que permitió realizar el proyecto sin desembolso alguno por parte de los particulares ni subvención tampoco del Estado. Los cinco millones de pesetas en bonos fueron emitidos con la garantía de las tierras a 25 pesetas por tahúlla.

La distribución del agua en las zonas afectadas por estos riegos la realizaban los propios usuarios, integrados en Comunidad de Regantes, una vez extinguido el Tribunal de Aguas creado por Decreto de 5 de noviembre de 1940 que, a su vez, reemplazó en tal cometido la acción conjunta de la Sociedad suministradora Riegos de Levante y los Sindicatos Agrícolas. Junto con el obispo de la diócesis Francisco Javier Irastorza, fueron piezas fundamentales en el éxito de esta obra de incalculable valor para la provincia de Alicante Luis Almarcha Hernández, Antonio Balaguer Ruiz, Francisco Díe Losada, Eusebio Escolano Gonzalvo y José María Serra, éste último director de la Compañía de Riegos de Levante.

El primer Consejo Directivo de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de Orihuela estaba constituido por Manuel Abadía Ferrández (presidente), José Manuel Ortuño Escudero (vicepresidente), Luis Almarcha Hernández (consiliario) y los vocales Joaquín Abadía Ferrández, José Antonio Bascuñana, Antonio Sanz Sánchez, José Caselles, José Abadía Illescas, Eusebio Escolano Gonzalvo y Ángel García Rogel. La entidad inició sus operaciones con 450 pesetas (luego ampliadas a cinco mil) aportadas por el grupo fundador. Con este modestísimo capital, y con la garantía del citado grupo, se llevó a cabo la primera compra de abonos y fertilizantes que luego fueron distribuidos entre los asociados a precios sensiblemente inferiores a los cotizados en el mercado.

Quien realmente aunó voluntades en torno a la idea del asociacionismo fue el canónigo Luis Almarcha, gran defensor de la economía social de la que se ocupó en su obra “La cooperación como sistema económico-social” donde planteaba las siguientes cuestiones: “¿Cómo llegar a la independencia económica y conseguir la proyección completa de la persona humana sobre su trabajo? ¿Cómo conseguir que el trabajador llegue a propietario, y que el pequeño propietario consolide y amplíe su hacienda? ¿Cómo conseguir que cada familia tenga su espacio vital propio, como los antiguos artesanos, con el ejercicio de la actividad individual y familiar sobre bienes propios?

Y así se contestaba el que más tarde sería obispo de León: “No hay más que una carretera amplia: la de la cooperación a la que puede llegarse de dos modos: Por la coasociación de capital y trabajo con parcelación de frutos (cooperación del porvenir) y por la asociación cooperativa de personas de pequeñas haciendas individuales, las cuales se unen para obtener los instrumentos y medios económicos aptos para el desarrollo de la propia actividad (Sindicatos de Riegos, Pósito y Hermandades de Pescadores, Cooperativas de Consumo, etc.)”.

La inauguración

En cuanto al acto inaugural de los nuevos regadíos, celebrado en abril de 1925, dice la crónica publicada por el semanario católico El Pueblo de Orihuela que el automóvil real llegaba procedente de Murcia hasta el límite de la provincia, siendo recibido en la partida rural de La Aparecida por la Diputación Provincial en pleno presidida por Pascual Más, el general gobernador militar Bermúdez de Castro, el teniente coronel de la Guardia Civil y otras personalidades.

A las tres y media de la tarde –a lo largo de un itinerario repleto de público- entraba a Orihuela el rey y la comitiva se dirigió a la Plaza de Monserrate. En la puerta del santuario de la Patrona fue recibido por la Corporación Municipal -que, excepcionalmente, iba presidida por la Gloriosa Enseña del Oriol-, con su alcalde José María Payá Megías a la cabeza. Estuvieron presentes en el recibimiento el obispo y el Cabildo Catedral, las tres parroquias (El Salvador, Santas Justa y Rufina y Santiago), los miembros de la judicatura y de la milicia, la junta de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos y representantes de los ayuntamientos y sindicatos de los veinticuatro pueblos de la Vega Baja, así como de la Confederación Nacional Católico Agraria. También lo recibieron, entre otros, el marqués de Rafal, los Somatenes, las Juntas de la Unión Patriótica de los distritos judiciales de Orihuela y Dolores, y todas las entidades culturales, recreativas, industriales y comerciales de la ciudad.

En el interior del templo el rey fue cumplimentado por la Cofradía y Camareras de Nuestra Señora de Monserrate, se escuchó la Marcha Real del P. Otaño dirigida por Vicente Avellana, se cantó una Salve original de Carlos Moreno Soria, el cual la dirigió. Al órgano intervino Adolfo Moreno y en la Schola Cantorum destacó el tenor Ignacio Genovés. Seguidamente, Alfonso XIII subió al camarín de la Patrona donde oró y le fue entregada una medalla y el ofrecimiento del cargo de camarera honorífica de la Patrona para la reina. Al pasar por la iglesia de Santiago descendió del automóvil y entró en la iglesia para contemplar el monumento oriolano.

Poco después, en la Plaza Nueva –en medio de la lluvia de flores lanzadas por grupos de oriolanas- se organizó la comitiva de vehículos hacia La Murada. Todas las calles del recorrido y los edificios se encontraban profusamente adornados con banderas y guirnaldas.

En el lugar destinado para la inauguración de los riegos se había levantado un arco triunfal por parte de la Federación, obra del pintor Enrique Luis, una tribuna con gallardetes y un tapiz de flores en el dosel en el lugar que ocuparía el monarca. En el Partidor 73, sobre una columna inacabada diseñada por el arquitecto alicantino Juan Vidal Ramos, se colocó la placa conmemorativa con la inscripción: “En IV de Abril de 1925. Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII inauguró estas obras de Riegos de Muchamiel a La Matanza, realizadas por la Federación de S.A.C. de Orihuela y bendecidas por el Rvmo. Prelado Dr. Irastorza”. La columna era todo un símbolo: no podía estar completa porque tampoco el beneficio del agua alcanzaba a la totalidad de las tierras.

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Columna conmemorativa de la ingente obra de riegos realizada por la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos, levantada en el año 1925 con motivo de la inauguración de las referidas obras por S.M.el Rey D. Alfonso XIII.

Tras la bendición de los canales, el obispo de la diócesis Francisco Javier Irastorza pronunció un discurso para presentar al rey la obra de la Federación en su aspecto material y moral, al tiempo que expresó la inmensa gratitud de todos al monarca por haber aceptado inaugurar personalmente la misma. De la larga alocución ofrecida por el obispo, queremos destacar el siguiente párrafo: “Valorizar el esfuerzo humano mediante la asociación y coordinarlo con el interés público, he ahí la gran obra a que deben aspirar los gobernantes de nuestros tiempos y que es acaso más urgente en nuestra patria, donde tanto hay que hacer y todo se espera del Estado.

El mundo se transforma, los grandes valores los crean las colectividades, el individuo aislado se anula lo mismo que las naciones solitarias. Hay que reaccionar contra nuestro individualismo agareno y sumar los esfuerzos sociales y crear la riqueza colectiva, con lo cual además de realizar las obras más rápidamente, como ha ocurrido en el caso presente, por la concurrencia de actividades, se educa a los pueblos, por el camino más corto de la acción en el ejercicio de la ciudadanía dotándoles de músculo y cerebro para la vida pública”.

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S.M. el Rey en Orihuela: 1. Arco de la Diputación Provincial. 2. Alfonso XIII a su llegada al Santuario de Nuestra Señora de Monserrate. 3. Alfonso XIII pronunciando el discurso. 4. Alfonso XIII al subir a su automóvil. 5. Arco de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos. 6. Alfonso XIII abriendo las compuertas. 7. Grupo de bellas señoritas que rodeaban la tribuna regia. "El Pueblo de Orihuela", 1926.

Discurso del rey

Le contestó Alfonso XIII con un discurso –publicado por El Pueblo de Orihuela- que transcribimos íntegramente a continuación:

Es una de las mayores satisfacciones de un rey recorrer las provincias de su reino, admirar su progreso y ver como el esfuerzo y la decisión han logrado convertir en feraces tierras como estas que eran yermos infecundos.

Ovación

La satisfacción es más grande porque con la natural alegría que ha de producirme el ver como progresa la región, observo a la par que esta prosperidad no solo evita la emigración, sino que la transforma en inmigración. De este modo es como España se va fortaleciendo.

Ovación indescriptible.

La unión y la hermandad de afectos y de esfuerzos es lo que lleva por las vías del progreso a las naciones modernas. El Sr. Obispo lo ha entendido así, y ese valor que comunica a la obra, la comunidad de sentimientos y de intereses, ha logrado por medio de la federación de Sindicatos el crédito necesario para acometer esta empresa. El resultado ya lo veis.

Nueva ovación y vivas.

De desear es que esta obra iniciada por el prelado la complete mi Gobierno. Yo comparto el deseo de que tenga feliz término el expediente que se tramita y estudia, y creo que esto puede ser logrado mucho mejor que con las activas gestiones y los frecuentes viajes del Sr. Obispo a Madrid, haciendo venir aquí a los hombres de mi Gobierno y a aquellos otros que han de estudiar e informar los expedientes.

¡Veinticinco mil hectáreas de secano convertidas en terreno de regadío con poco más de dos millones y medio de pesetas! Esta cantidad no asusta a nadie comparada con la importancia de la obra, pues podrá ser compensada con el rendimiento de una cosecha, que puede llegar a ser diez veces mayor del capital empleado y del que solicitéis con el aval del Estado.

Inmensa ovación.

La acción del Obispo moderno no puede limitarse únicamente a la Iglesia, sino que ha de salir al pueblo y al campo. En Orihuela, Sr. Obispo, os habéis acordado de ejercitar no sólo vuestra misión espiritual, sino que habéis pensado también en que vuestros feligreses sean buenos patriotas, siguiendo la conducta de vuestros antepasados, especialmente de aquel Belluga que puso en práctica la norma de que la Iglesia no sólo lleva al corazón de los fieles la tranquilidad espiritual, sino también la tranquilidad material, por lo mismo que tenemos dos vidas, una terrena y otra sobrenatural.

Ojalá pudiera ser invitado todos los días a levantar la compuerta de un nuevo canal como éste, que fertilizando los campos, hacen tanto bien a los pueblos.

El público tributó al Monarca una ovación como jamás la hemos escuchado.

Después del discurso el rey bajó de la tribuna y abrió la compuerta que detenía las aguas, precipitándose éstas inmediatamente sobre los campos sedientos. El momento fue de intensa emoción. De nuevo en la ciudad, el obispo de Orihuela obsequió a Alfonso XIII en el Palacio Episcopal con un espléndido lunch, que estuvo amenizado por la Schola del Seminario. El monarca salió a saludar a los vecinos desde el balcón principal y, seguidamente visitó la Catedral, antes de trasladarse a Alicante.

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Catedral de Orihuela, Puerta de la Anunciación.