Esta interrogante tiene una respuesta fácil, que nos dirigirá a pensar que sí, siempre y cuando ese hobby sea una actividad de las englobadas en oficio. Aquellas prácticas quizás artesanales o comprendidas con el uso de algunas herramientas y conocimientos de los que dispongamos, estén relacionados o no con otros espacios de trabajo o estudio de nuestro interés, por dar sólo algunos ejemplos: carpintería, pastelería, peluquería, etc.

Pero por la misma razón que podemos asociar estas prácticas a oficios, debemos revertir la idea y pensar que hace que un hobby sea un hobby. Si lo pensamos, entenderemos que para que una actividad cualquiera sea un hobby, esta debe realizarse por gusto y en tiempo libre, estar asociada al placer y sirve para relajarse, aprender y divertirse. De hecho, la palabra hobby proviene del inglés y tiene origen en el siglo XIII para referirse a un caballo pequeño o poni, que se asociaba a la distracción para los niños, luego con el tiempo se asoció al tiempo de ocio o entretenimiento.

La asociación semántica de los caballos con el trabajo tampoco es casual, puesto que los utilizamos también como medida de fuerza, los conocidos “HP” (Horse Power) que traen del pasado la asociación de un caballo tirando una carreta, y a cuántos de estos equivale la fuerza de una máquina o motor. Entonces, ¿podemos ver un hobby como un caballo pequeño?

Recurriendo nuevamente al lenguaje, y en este caso a uno más propio y no el inglés, sino más bien latinoamericano, castellano, encontramos la asociación de algunas prácticas o productos con fin económico que por su practicidad y certeza a la hora de vender, llamamos “caballito de batalla”, aquellos que nos asegura que siempre está disponible.

Aún más importante es el hecho de pensar las prácticas hobbystas como espacios de disfrute. Si contamos con un trabajo principal, más aún si es en relación de dependencia, una segunda actividad tiene que tener diferencia de carga de estrés. Allí es donde se encuentra la gran oportunidad, en encontrar algo que podemos hacer relajados, disfrutando el hacer en sí mismo, y luego recién pensar en si el resultado es rentable.

En el último tiempo he visto trabajadores de todos los rubros tener una actividad paralela, y basta mirar nuestro entorno para encontrar hobbystas adultos que han logrado equilibrar el trabajo con el goce. Inclusive podemos encontrar personas que han dejado sus profesiones y trabajos estresantes por lograr rentabilizar algo que les encanta hacer. Abogados que encuentran su pasión en el fitness, arquitectos que tatúan los fines de semana, estudiantes de idiomas que son pasteleros emprendedores, un sin fin de ejemplos.

Conocida esta posibilidad. ¿Vale la pena trabajar en algo que no nos guste? Dejando de lado las circunstancias de necesidad económica por la razón que sea, es importante comprender que los beneficios de un trabajo que se disfruta superan ampliamente el aspecto económico, y que si bien son difíciles de encontrar en plenitud, una vez logrados son espacios que se vuelven innegociables.

Volviendo al planteo inicial de cuáles prácticas pueden volverse oficio, se abre la puerta a las prácticas artísticas, deportivas y hasta para las habilidades blandas como mencionamos en los ejemplos. Cualquier actividad que nos guste y que podamos desarrollar y compartir con otros puede volverse un oficio, una segunda actividad laboral y hasta la principal en algunos casos.

Trayendo este tema a la actualidad y su relevancia en el complejo mercado laboral actual, podemos decir, sin profundizar demasiado, que los oficios artesanales, artísticos, deportivos, de habilidades blandas y otros, son espacios donde aún no somos reemplazables. Al ser espacios más pequeños, a veces hasta únicos, hay menos competencia, y al no estar enfocados en conocimientos “duros” aún no ingresan libremente las IA.

Aquí está la verdadera oportunidad de revalorizar estos espacios, mantenerlos humanizados, con sus errores, con sus conocimientos empíricos, con sus interacciones sociales, con su transmisión generacional o de boca en boca y con su gran pero gran espacio abierto a disfrutar primero.