Me canse de las biografías académicas, si realmente querés saber eso, lo encontrarás al final, pero esto es más honesto.

Vengo de una ciudad chica, de la cual, por esas causalidades de la vida, ninguno de mis abuelos y abuelas nació allí. Me reconozco y agradezco ese mix de culturas y migraciones, por eso mismo soy ciudadano desde aquí, para el mundo.

De chico mis vecinos me decían loco; luego, me preocupó que me señalen; hoy me lo estoy creyendo, y habiendo dejado de buscar encajar, estoy dejando mis huellas en los lugares por donde paso. Hace un tiempo me dicen que donde paso rompo los esquemas.

Me gusta la ropa de color liso. En mi desorden de cosas, sé exactamente dónde están. Desayuno lento y, por lo general, organizo mentalmente mi día mientras lo hago. Me gusta cocinar cuando dispongo de tiempo, y mi acto de cariño es compartirlo con quienes me rodean.

Empecé a escribir en la escuela primaria, pero fue un secreto con mi abuela materna, ella me enseñó y compartimos esos momentos durante años. Cada vez que no había amigos para jugar al fútbol, o que llovía, o que estaba aburrido, ella me alentaba a expresarme en el papel. Pasado un rato de pensar, se me aclaraba la mente, sólo ella leyó aquellos primeros intentos.

Con el tiempo me di cuenta de esa herencia, ella es poeta y maestra, indagando en su historia descubrí un linaje de escritores anónimos.

En la secundaria no leí un solo libro completo, hoy es de mis actividades favoritas. Fui a una escuela técnica, un entorno donde, además, el arte no era bien visto. En un trabajo práctico de lengua y literatura, escribí un poema por el día de la madre. Gané un premio con el mismo pero nunca lo recibí, no me animé a subirme al escenario.

En la universidad, volví a tener necesidad de expresarme, había decidido estudiar lejos de casa y sentía el desarraigo, también la comodidad en la que había vivido y todo lo que necesitaba aprender. Mientras lo hacía, me apoyé en textos que poco a poco compartí con compañeros, luego por redes, hasta que di el paso.

Con aliento de mi familia y amigos, me subí a ese escenario pendiente, publiqué mi primer libro.

En ese viaje literario, que nació sin pretensión de una carrera, ya van tres libros, cuatro años de caminos inesperados, otros pasos por poesía, música, charlas y tuve la suerte, o bendición, de acompañar a mi abu en su propio momento de publicar. En esos giros propios de la vida, ella me dice que siempre lo supo, yo tardé veintidós años en darme cuenta, y aceptarlo. Todo confluyó así.

Estudié Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Córdoba, allí comencé con la docencia y esta historia tomó forma, hoy soy docente e investigador en la UCASAL, de Salta, conferencista en colegios y otros espacios. Todas las aristas de las letras y la comunicación llegan a mí cuando estoy más distraído, pero son bienvenidas.

Hoy, vivo en la delgada línea entre lo que hago y me dicen que debería hacer, todavía mi ocupación provoca caras extrañas, vivo entre el arte y la academia. A la vez, estoy notando que no es necesario separar ambas, que ambas nutren cada proyecto que tengo. Estoy encontrando mi voz distintiva en este equilibrio.

Cuando me concentro, hago hiperfoco y la mirada se me va al horizonte, mientras tanto, escucho, veo o leo, y estoy con la mente en segundo plano. La realidad es como una ventana emergente molesta, a algunas personas les resulta chocante.

Tengo una desmedida sensibilidad y eso me ha dado vergüenza mucho tiempo, me llevó a ocultar muchas cosas, desde pequeño en la escuela, con los amigos, hasta el día de hoy en el trabajo, poco a poco dejo la vergüenza atrás.

Conforme me acepto, aún hay cosas que me sonrojan, y hasta bailar solo en casa me inhibe, pero me he dado cuenta de que mi selecto entorno me sostiene, y me permite tener espacios de libertad. Tengo mi vocación y medio de expresión, como este, donde intentaré ser yo mismo en cada palabra, con el vértigo que me da eso.

En Spotify me podés encontrar como Mariano Marea y Poeta Del Cordón.