Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que nadie crea en nada. Un pueblo que ya no distingue entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal: un pueblo privado del poder de pensar.

(Hannah Arendt)

La verdad ha sido un tema central en la historia de la filosofía. Desde los filósofos presocráticos, que se preguntaban por el arché o principio fundamental de todas las cosas, hasta los sistemas más complejos de Kant o Hegel, la búsqueda de la verdad ha sido un motor central de la filosofía. Tradicionalmente, se ha entendido la verdad como una correspondencia entre el pensamiento y la realidad, una especie de espejo donde se refleja el mundo tal como es.

Friedrich Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX, ofreció una visión radicalmente diferente sobre la verdad en comparación con sus predecesores. Para él, la verdad no era una entidad objetiva y universal, sino una construcción humana, un producto de nuestras necesidades y deseos.

De acuerdo con Greta Rivara Kamaji (2007), en Nietzsche, el vínculo entre lenguaje y verdad aparece como contingente y azaroso. Esta relación es susceptible de establecerse en diferentes direcciones y con distintos sentidos, dando un ímpetu creador a la interpretación, que se encuentra en el centro de la relación entre lenguaje y verdad.

En Sobre el pathos de la verdad (2003), Nietzsche critica la concepción de la verdad en la tradición filosófica. Para él, el arte parecería ser más poderoso que cualquier otra forma de conocimiento, pues no destruye la vida sino la crea.

Dicha crítica se dirige al carácter dogmático de la noción tradicional de verdad. Esta noción ubica a la verdad como algo que “está ahí”, pura, lista para ser descubierta por cualquier sistema de racionalidad.

En nombre de la verdad, nos dice Nietzsche, la filosofía ha negado la vida. Su propuesta lleva la verdad al terreno del instinto, el del impulso de ilusión sobre el cual puede construirse todo conocimiento y toda la verdad. Es el terreno de la historicidad y de la temporalidad.

En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1994), el filósofo ahonda en el vínculo entre lenguaje y verdad. El tema de la verdad se relaciona en este escrito con la voluntad. El autor señala que por la voluntad de verdad olvidamos que toda verdad no es sino mentira. La filosofía, en su dimensión metafísica, olvida el carácter construido, ficcional de todo aquello que llama conocimiento, que detenta como verdad.

Tanto la verdad, como el conocimiento y el lenguaje surgen de la potencia creadora que caracteriza la existencia humana.

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos (...) las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son… (2003).

Necesitamos aferrarnos a la verdad para vivir. Esa necesidad nos hace mentir; mentimos para poder vivir. La voluntad de verdad busca transformar todo en algo fijo, esquematizable, conceptualizable, rehuyéndole al cambio, al azar, la sorpresa y la imprevisibilidad.

La concepción perspectivista de la verdad nos permite recuperar la verdad desde las concepciones del mundo, desde el terreno del lenguaje, desde los horizontes de sentido. Las verdades quedan articuladas, en cadenas argumentativas, tramas de sentido de las cosmovisiones de quienes la enuncian.

El filósofo habla de “perspectivismo”; son nuestras necesidades las que interpretan el mundo: nuestros impulsos… cada impulso es una especia de ansia de dominio, cada uno tiene su propia perspectiva, que quisiera imponer como norma a todos los demás impulsos.

Nietzsche, con su visión radical de la verdad, anticipó de cierta manera las discusiones contemporáneas sobre la posverdad. Aunque vivió en el siglo XIX, sus ideas sobre la naturaleza del conocimiento, la moral y la voluntad de poder ofrecen herramientas conceptuales para analizar el fenómeno de la posverdad.

Posverdad es un término que se ha popularizado en los últimos años para describir un contexto en el que los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a las emociones y las creencias personales. Es decir, se prioriza lo que se siente o lo que se desea que sea verdad sobre lo que realmente es cierto.

Este fenómeno se ha visto exacerbado por la proliferación de las redes sociales y la facilidad con la que se puede manipular y difundir información falsa o engañosa. Las fake news (noticias falsas) y las campañas de desinformación se han convertido en herramientas poderosas para influir en las elecciones, polarizar a la sociedad y erosionar la confianza en las instituciones.

Para Nietzsche, la verdad es una creación humana, una metáfora que utilizamos para dar sentido al mundo. De manera similar, la posverdad sugiere que los hechos pueden ser interpretados y moldeados para servir a intereses particulares.

Nietzsche enfatizó el papel de la voluntad de poder en la construcción de nuestras creencias. La posverdad, por su parte, implica una manipulación deliberada de la información para ejercer poder y controlar a los demás.

La "muerte de Dios" anunciada por Nietzsche implica la pérdida de una base sólida para la verdad y los valores. En la era de la posverdad, esta crisis de los valores se manifiesta en la proliferación de "hechos alternativos" y la desconfianza en las instituciones.

La obra de Nietzsche nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la verdad en la era digital: en un mundo inundado de información, ¿cómo podemos distinguir entre hechos y opiniones? ¿Cómo podemos evaluar la credibilidad de las fuentes? Los medios de comunicación tienen un papel crucial en la construcción de la realidad social; en ese marco: ¿Cómo podemos asegurar que la información sea precisa y objetiva? La posverdad nos desafía a desarrollar habilidades críticas para evaluar la información y resistir la manipulación.

En palabras de Darío Sztajnszrajber, escritor, filósofo y divulgador argentino, la posverdad es un término de moda, polémico y esquivo. Una “mentira emotiva”, dicen algunos, el resultado de la proliferación de información en una sociedad de medios de comunicación y redes sociales. Hoy los medios masivos de comunicación construyen formatos de pensamiento; dichos consensos están determinados desde estratos de poder. Todos saben que no es verdad, pero a las personas esa verdad les “cierra”, los representan, aun a sabiendas de que no es cierta.

En su texto, La política de la posverdad (2017), Diego Rubio sostiene que:

Nuestras democracias nunca han estado más apegadas al dato factual y a la evidencia empírica que ahora”. Sin embargo, lo que ocu­rre es que la verdad se ha mul­ti­pli­cado. Ya no es una, sino muchas, todas ellas igual­mente váli­das. Enten­der este cam­bio de para­digma es esen­cial para com­pren­der qué está pasando y desa­rro­llar solu­cio­nes efi­ca­ces. En el mundo de hoy, la ver­dad no com­pite con­tra la men­tira, sino con­tra otras ver­da­des, asevera el autor.

La posverdad plantea una grave amenaza para la democracia por varias razones:

  • Debilita el debate público: Cuando los hechos dejan de ser un punto de partida común, el debate público se vuelve imposible. La polarización y la radicalización se intensifican, ya que cada grupo se refugia en su propia burbuja informativa y rechaza cualquier evidencia que contradiga sus creencias.

  • Erosiona la confianza en las instituciones: La posverdad socava la confianza en los medios de comunicación, los políticos, los expertos y las instituciones en general. Cuando la gente cree que todo es relativo y que no hay verdades absolutas, es difícil construir un consenso y tomar decisiones colectivas.

  • Manipula las elecciones: La difusión de información falsa y la creación de campañas de desinformación pueden influir en el resultado de las elecciones, permitiendo que los candidatos menos preparados o con propuestas menos democráticas lleguen al poder.

  • Facilita el ascenso de populismos y autoritarismos: La posverdad facilita el surgimiento de líderes populistas que apelan a las emociones de las masas y prometen soluciones simples a problemas complejos. Estos líderes suelen ser autoritarios y tienden a menospreciar los derechos humanos y las libertades individuales.

Para combatir la posverdad, Rubio propone el uso de herramientas de verificación de hechos, la educación para desarrollar el pensamiento crítico y la restauración de la confianza en las instituciones.
La posverdad es una amenaza seria para la democracia porque socava los fundamentos mismos de esta forma de gobierno: la verdad, el debate racional y la confianza en las instituciones.

Promover la educación mediática, fomentar el pensamiento crítico y fortalecer las instituciones democráticas son acciones necesarias para enfrentar la multiplicación de verdades en la era de la posverdad y preservar la democracia frente a la manipulación y desinformación.

Bibliografía

Nietzsche, Friedrich (1994). Sobre la verdad y mentida en sentido extramoral, Madrid Tecnos.
Nietzsche, Friedrich (2003)."Sobre el pathos de la verdad", en F. Nietzsche, Dios ha muerto. Trad. de María Antonia González Valerio. México, UNAM, p. 29.
Rivara Kamaji, Greta (2007). Nietzsche: crítica de la verdad. El lenguaje y la interpretación.
Rubio, Diego (2017). La política de la posverdad. Política exterior 31 (176): 58-67.