12 de febrero

La sonrisa que me ha habitado en sueños, durante tantas noches y algunas tardes en las que dormité rendido, la he salido a buscar por esta inmensa ciudad sin toparme con la más remota reliquia de su efecto sobre mí. Incluso ahora que camino, automáticamente me desplazo entre la muchedumbre, abarrotado entre mis ropas, revolviendo las manos en la trenca, como queriendo encontrar algo que no existe. Así, análogamente, me dirijo al horizonte preguntándome cuál es la explicación de lo que me pasa, en cuerpo, mente y alma, cuando, sin querer, con mi guardia baja, te me apareces entre recuerdos, y en un anhelo disruptivo por conocerte me pierdo en caótico llanto y desesperación divina.

15 de abril

Hoy he recorrido varias calles, no te miento, cada vez deambulo más por los barrios de esta metrópolis esperando un momento que no llega. Me estoy enloqueciendo, un poco perdido a veces, porque a medias tintas comprendo lo que estoy viviendo. Siempre que trato de darle poca entidad a este suceso, más se vuelve repetitivo. Tu cara nívea y reluciente en mi psiquis retumba por las paredes de mi conciencia cuando despierto atiborrado de ansia y desespero. Luego no estás. La casa y el silencio, una efigie colosal… me inundan por completo, y yo en el medio, sentado, con mi cabeza entre los dedos, pienso: “cuánto deseo verte acá”.

29 de abril

Te imagino mientras viajo poco cómodo en un asiento del metro, a pocos minutos de que caiga la noche. Te imagino en el momento en el que ella me mira de reojo creyendo que no me he dado por aludido de su presencia. Si te contara –quizá ya lo sabes– que he visitado a algunas mujeres, y otras tantas han venido a mí… tal vez dejarías de aparecerte durante mis ilusiones nocturnas, cuando no tengo fuerzas para despedirte y rogarte que no vuelvas. Es que ahora en plena vigilia tampoco las tendría. Como sea, ella me mira, me despedaza con la mirada porque sabe que mentí cuando dije que la iba a volver a llamar. Yo miento, alma, miento porque no me satisfago con la idea frágil de reemplazarte con cualquier otro ser viviente que respire el mismo aire que yo. Miento porque quiero crearme una vida con retazos de experiencias absurdas entretanto intento olvidar la sensación de placer que me provoca tu mirada sobre la mía.

11 de mayo

A veces, estrechando la quietud, de un suspiro, me incorporo en la cama medio vacía, casi que pareciera, has estado durmiendo a mi lado hasta hace unos segundos y te has levantado a preparar el desayuno para los dos. Empero voy a la cocina y nada pasa… los platos sucios del día anterior aún esperan a que alguien se digne a sacarles brillo nuevamente y los guarde armoniosamente en la alacena, y, te prometo, eso es muy poco probable que suceda en el corto plazo.

He estado desganado desde hace semanas, desde que tus visitas empezaron a generarme una ansiedad intratable. No te culpo, mi alma, no es que quiera, tampoco tengo agallas para rechazarte. La descompensación simultánea de mi entusiasmo es proporcional a la inspiración que me generas, musa mía. Hay un carácter sombrío en el querer atrapar la viva imagen de un sueño, en un escenario –aparentemente- real. Y ¿Qué es real? Yo me pregunto. Te he pintado sobre lienzo en algunas ocasiones, y he dibujado de alguna forma los sentimientos que en mi despiertas, en papel, y los he guardado atesorándolos en el mismo cuaderno en donde vuelco todo lo que te digo en momentos como este. Como si esperara que alguna vez lo pudieras leer.

1 de junio

Aunque intente encontrarte en otro semblante, ninguno te hace justicia por completo. Nadie se asemeja lo suficiente, o no es la risa, o no son las falanges, no son los movimientos de cabeza cuando algo les disgusta. No puedo crearte, inventarte en una corpórea sustitución de tu estampa. He abrazado a multitud de figuras que mantienen el lecho frío y viva la esperanza de poder hallarte personificada en algún lugar. Nadie me devuelve una sonrisa como la tuya, a ninguna le creo cuando me mira, obnubilada… Ninguna logra espabilarme mientras voy cuasi dormido, entre la masa amorfa, de gente, de la cual separo un puñado de individuos para probar-me la fútil posibilidad de cruzarte en mi andar, en mi accionar y en mi relacionarme vacuamente con otras, algunas veces en restaurantes, cafés, hasta en hoteles gélidos y luctuosos, que ensordecen mis sentidos más altos a la vez que dejo aflorar mis más bajos instintos.

14 de junio

Me quedo en la penumbra pensándote. Me desbarato entre ideas y ensoñaciones vanas de tenerte y acurrucarte a mi lado un día de cielo gris. Te sostengo en las distancias de lo material y lo onírico, y te encuentro entre sueños vívidos consolándome por el mal día anteriormente transitado. Es que me escuchas, alma, me escuchas y me respondes. Y a tu voz no la he podido aún oír cuando, de manera obligada, entreabro los ojos y comienzo a caminar de nuevo a través de otra larga jornada diurna. Aunque recuerdo tu forma de hablar. Resuena en mi memoria cada palabra, el timbre de tus risas elocuentes… me gusta sentir el sonido de tus risotadas al tiempo que caes desplomada a mi lado, de costado me miras y yo me retuerzo. Me retuerzo entre el calor de tu afecto y la fiebre de mi codicia de desearte tanto.

5 de julio

Desconozco si hay alivio para quien tiene la manía de desbaratar las horas libres en una interminable búsqueda del tesoro en paisajes de concreto y un clima de desasosiego. La belleza de quererte se trastoca con la agonía de que me faltes, querida. Y, aun así, pongo todas mis fichas en vos, alma mía, me contento con amarte a escondidas, a oscuras, en mi habitación. Cuando nadie me ve, mi soledad y yo, nos compenetramos en agridulce sintonía y, cuando apago la luz, puedo hacerte mía entre susurros y melodías, danzando en la negrura de la noche, la satisfacción es inconmensurable. Expando los brazos hacia los laterales, siento que te fundes en mi carne.

¿Quién podría decirme que no es cierto que te tenga, enfrentada a mi pecho, cuando me enredo en tu pelo y percibo tu aroma a jazmines en plena primavera? Si no te veo, te puedo sentir, apretando mi cuerpo contra la penetrante oscuridad que nos inunda en un ocaso interminable.

6 de agosto

Hoy has estado dubitativa cuando me acariciabas la espina dorsal, clavaste tu uña filosa en mi espalda y te echaste a llorar. Desperté inmediatamente después de que te disculparas por tu torpeza desmedida mientras tomabas entre tus manos ásperas mi rostro adormecido y me besabas hasta dejarme sin aliento. ¡Qué desidia de desarmarme y reconstruirme a tu antojo, alma mía! Lo tienes todo, y yo no tengo nada. Porque no te tengo a vos. Cuanto más intento reconfortarme con tu vago concepto, más te apareces y dejas huella en mí.

Me he decidido a encontrarte, como sea, aunque tenga que atravesar un camino atemporal para localizarte. Hoy te sentí tan cerca, más que otras veces, el dolor punzante de tu aguijón lo advertí incluso una vez abrí los ojos de par en par… Quiero creer, vida mía, quiero creer que me envías señales; y quiero traducirlas en este plano, te prometo estar más atento en otra ocasión. Deseo poder hallar la cura para este martirio exasperante, cuyo sentimiento atraviesa lado a lado mi ser… quiero verte, querida, necesito verte, quiero… ¡poder encender la luz!, y que estés ahí al lado mío. La locura me enceguece, me queman la piel, la impaciencia y la duda existencial. Es que te reconozco sin siquiera conocerte, aunque no te haya divisado en esta vida terrenal. ¡Que no es vida, alma mía!... si de tu mano no la puedo transitar.