Según lo que sé, entre las grandes religiones, tres son monoteístas. Es decir, tienen un solo dios y la primera pregunta que me surge, es si ese dios es el mismo o si son tres dioses distintos y si así fuese, el monoteísmo sería una aberración. Por otro lado, si en vez el dios fuese uno con tres religiones separadas, entonces cada una de ella sería una creación arbitraria y muchos aspectos indican, que así podría ser, sin que esto en sí confirme la existencia de un dios.

Una vez, leí en algún lugar, que la estrategia mejor era creer en dios, ya que, si éste no existiese, perderíamos poco o nada y si en vez existiese, estaríamos a un paso de la salvación. Este tipo de análisis me interesa, ya que representa un modo frío de optimizar los posibles resultados e implicaciones de nuestras creencias. Pero la implicación extrema de esta lógica sería ser politeísta o panteísta. Es decir, creer en miles y miles de posibles dioses, pues, haciéndolo, incrementamos la probabilidad de no excluir al dios o algunos de los posibles dioses verdaderos y desencadenar su furia.

Pero creer no es un acto racional y este es otro tema interesante. Uno cree por faltas de pruebas, ya que, por el contrario, en vez de creer, sabría.

Leyendo, por ejemplo, la narrativa con que se nos presenta el concepto de dios, en una de las religiones monoteístas, caemos en una serie de preguntas sin respuestas, como el hecho que el hijo de dios se ha hecho hombre y siéndolo: ¿deja o no deja de ser dios?

Otro aspecto interesante es la inmaculada concepción, que, en práctica, significa fecundar sin contacto sexual, como si el hacerlo, fuese una “macula” o mancha, es decir un acto impropio. Pero todos hemos sido concebidos sexualmente y esta mancha, tendría que ser una imposición divina, que ya nos dice algo de este posible dios o de sus “primeros” creyentes. Otro aspecto es el breve período de gestación, que nos lleva de vuelta a la misma pregunta: el putativo hijo de dios era hombre o era un dios.

En el calendario cristiano, la natividad se celebra el 25 de diciembre, pero el año inicia el primero de enero y esto es porque el hijo de dios nació en una familia judía, donde la edad se cuenta desde el momento en que se confirma el pacto con dios. Es decir, con la circuncisión y esta se hace una semana después del nacimiento y de esto surgen una infinidad de otras preguntas y una de ellas es la siguiente, en ese ambiente era muy improbable que un “hombre de unos 20 años no fuese casado” y seguramente en la vida real, si existió un cristo, este estaba casado, pero sobre esto no podemos leer nada y representa otra de las tantas contradicciones en la narrativa. ¿Si cristo nació judío, cambió religión y también dios o sólo religión? o ¿cambió él o es solamente a nivel de narrativa, que se produce el cambio?

Con los años, he llegado a tantas conclusiones haciendo estas preguntas y entre muchas otras. La religión es una historia creada por personas interesadas en aventajarse con el consenso de los creyentes y esta, la religión como escritura, que ha sido alterada, revisada y censurada continuamente. Pero socialmente, la narrativa nos da algunas referencias externas para vivir en comunidad y una de ellas es: juntarnos en familia los 24 de cada diciembre y compartir lo que deseemos o podamos compartir.

Mi único mensaje, más oportunista que reconciliador, es que esto, al menos, real. Que podamos juntarnos y compartir pan, sonrisas, alegría, respeto y, sobre todo, amor, dejando de lado lo estrictamente material, dedicándonos al hecho de estar juntos y beneficiarnos de la compañía recíproca, pensando especialmente en los niños.

Hoy, aquí cierran los negocios, se vacían las calles y en muchas casas brilla un poco de luz y esto sucede en un momento oscuro en que la humanidad se encuentra siempre más amenazada ecológica, social, cultural y económicamente. La desigualdad crece, aumenta la exclusión y las negras banderas del odio, vuelven a ser agitadas, usando la misma religión para atacarse los unos a los otros en una exclusión total y por tanto, sin ninguna inclusión posible.

Si la navidad tiene sentido es mediante la inclusión, que en pocas palabras significa aceptar y respetar a cada persona por lo que es y podría ser con toda su humanidad, sus aspectos positivos y negativos, sus similitudes y diferencias en relación a nosotros mismos y lo que representamos o queremos representar.

Originariamente “iglesia” significa lugar de encuentro y este concepto ya incluye apertura, tolerancia y diversidad. Dimensiones que se han perdido con los años y que tenemos que reencontrar para rescatar la humanidad del sectarismo dogmático en que ha caído, incluyendo también las religiones y el fanatismo. La navidad tiene que ser un momento para reflexionar, compartir y dialogar. Más abierta y menos comercial. No sé si existe un dios, sé solamente que existe la humanidad.