Dos presos preventivos conversan dentro de la cárcel Modelo de Barcelona al atardecer, después de cenar.

Manuel: ¿Cómo fue la última película que viste, José? —pregunta Manolo a su compañero de celda.
José: Fue en un cine de estreno. Silencio absoluto en la sala, la pantalla estaba muy oscura. El zoom se abre despacio. Amanece. El mar lo cubre todo. Muestra la playa rodeada por altas palmeras cocoteras, un mar verde; se escuchan las olas calmas acariciando la orilla. Los pescadores ya volvieron de pescar, reparten las piezas y recogen sus aperos. Es un lugar tranquilo, paradisíaco. Se oye el rumor de niños jugando. La cámara se desplaza, cierra el zoom: un náufrago yace en la arena...

M: Y tú, ¿por qué estás aquí encerrado, colega?
J: Me has interrumpido la película! Manolo.

M: Bueno, sigue...
J: Mi mujer me denunció, dice que la violenté.

M: ¿Es eso cierto?
J: Ella tuvo la idea, su amante planeó la farsa.

M; ¿Cómo fue?
J: La cosa es muy sencilla. Estuvimos casados diez años, tenemos dos niños pequeños, una casa cerca de la ciudad y un perro. Ella es abogada, volvía a casa por las noches tarde. Hay que pagar el préstamo que nos hizo el banco para construir la vivienda, pagar los colegios de los niños, los dos coches, la sirvienta, las facturas de cada mes... Yo soy ingeniero naval, viajo por el mundo reparando naves averiadas, estaba mucho tiempo fuera del hogar. Nuestra relación se enfriaba.

M: ¿Qué hiciste?
J: Mientras yo trabajaba lejos, ella encontró calor en otro hombre, que está divorciado. Se citan a escondidas, durante la comida, la siesta o al atardecer, en su apartamento de soltero que tiene en el barrio de Sarriá, frente al antiguo campo de fútbol del RCD Español. Es un edificio muy alto de la zona alta de Barcelona, en la planta 13, con impresionantes vistas sobre toda la ciudad y el mar. El edificio tiene dos entradas y aparcamiento privado subterráneo, toman sus medidas para que no los descubran y desconectan los teléfonos móviles para que nadie los localice.

M: Y tú, ¿cómo sabes eso?
J: Mi amigo del colegio vive enfrente, los ve entrar y salir juntos muchos días; los dormitorios se comunican por el patio comunitario, les ha hecho fotografías en diferentes posiciones.

M: Ése sí que es un buen amigo... ¡Y las fotos!
J: Ella dijo que yo abusaba de ella. Me denunció, la policía fue a buscarme a mi despacho y me trajo aquí esposado. Me tienen encerrado.

M: ¿Qué piensas hacer José?
J: Aquí, entre rejas, poco puedo hacer; me defenderé como pueda, Manolo, me defenderé.

M: Sales en las noticias de TV todos los días, José, eres famoso.
J: El hombre que le da calor es publicista, domina los medios de comunicación, sabe hacer propaganda; ya empezó haciendo campaña contra mí.

M: ¿Campaña de propaganda?
J: Sí. Él escribió una historia coherente y creíble que ella contó a la jueza y que los medios se encargan de repetir. En las redes me condenan sin juicio, me linchan en público, sabiendo ambos que todo es un invento, una gran mentira.

M: ¿Cómo sigue la película José?
J: Los niños juegan en la playa descalzos, caminan por la orilla, descubren al náufrago. Piden ayudan, gritan. Los pescadores y las mujeres llegan deprisa a socorrerle. Tras los primeros auxilios deciden llevarle a cobijo. Son chozas cubiertas con hojas de palmera secas. Es una aldea, viven aislados del mundo, solo ven las noticias oficiales que entran por la televisión.

M: Quería decir, preguntarte, ¿cómo sigue tu película?
J: Llevo aquí 7 meses encerrado, entre rejas: han decretado prisión sin fianza hasta que llegue el juicio, he perdido mi trabajo. Me defenderé como pueda, Manolo, me defenderé.

P D: El juicio se celebró un año después. El abogado de José presentó numerosas fotografías hechas por su amigo mostrando a los amantes en posturas explícitas y también cariñosamente agarrados mientras salían del apartamento. La jueza dijo que las fotos podían estar manipuladas, desechó todas las fotos. Sin otras pruebas, José fue condenado a 3 años de cárcel, más alejamiento y a pagar una elevada pensión. Tramitaron el divorcio exprés. Ella y el publicista disfrutan en la piscina de la casa, de los niños, del perro y de la jugosa pensión mensual.